Por Elizabeth Tinoco*
En América Latina apenas tres de cada 10 trabajadores tienen una relación de empleo estable basada en un contrato permanente.
Mientras tanto, ¿Qué pasa con los otros siete? No les queda otra que conformarse con contratos a corto plazo, puestos temporales, a menudo en condiciones de informalidad, o se las arreglan mes a mes como cuentapropistas, e incluso muchos están ocupados en empresas familiares sin remuneración.
Este escenario nos coloca ante una disyuntiva porque el mundo del trabajo no es como creíamos que debería ser. Lo que durante muchos años consideramos como una relación laboral “estándar” basada en un contrato permanente y estable no es la norma, sino la excepción. Y esto se debe tanto a la evolución económica y social como a las modificaciones en el sector productivo, a la incorporación de tecnologías o a los cambios en la vida moderna, entre otros factores.
El mundo del trabajo cambia profundamente y esto implica también una transformación radical en la relación del empleo, alertó un nuevo informe de la OIT; “El empleo en plena mutación” que ha tenido gran repercusión los últimos días. Esta región no es la única que experimenta esos cambios. En todo el mundo, 73,6% de los trabajadores no cuenta con un contrato permanente y 60% carece de cualquier tipo de contrato.
En América Latina 69% de los trabajadores en la región no tiene contratos permanentes. Incluso, hay algunos países muy por encima de ese promedio regional, donde hasta 90% de los trabajadores se encuentra en esta situación. El escenario laboral actual no nos habla de estabilidad, sino de precariedad.
Estos nuevos datos sobre inseguridad en el empleo confirman que en esta región, donde durante los últimos 12 años el crecimiento económico permitió que el desempleo bajara a mínimos históricos de 6%, el gran desafío laboral es el de mejorar la calidad de los empleos.