El primer trimestre de 2014 terminó con una noticia extraordinaria: la economía de Colombia había crecido al 6,4%. Esto no solo hizo que el Fondo Monetario Internacional la calificara de “país milagro”, sino que se mostró muy por encima del promedio en la región latinoamericana.
Ciertamente este año el país se mantuvo y acrecentó las tasas de ocupación, conservando el ascenso 54 meses consecutivos, lo que lo puso a la vanguardia. Esto fue posible gracias a duplicación de la inversión extranjera, lo mismo que a la construcción de 100 mil viviendas gratuitas. De la misma manera, como resultado global, alrededor de un millón 300 mil colombianos habían conseguido empleo y un monto similar había salido de la pobreza. Una proporción importante también de la pobreza extrema.
La economía en el segundo trimestre no tuvo los mismos índices, pero el ritmo le permitió seguir a la vanguardia latinoamericana. Por abril, sin embargo, el dólar comenzó a mostrar ambivalencias y la depreciación llegó a los $2.332. No obstante, la cotización de la moneda, volvió a retomar el cauce. Sin embargo, ya se sabía que la fluctuación sería uno de los problemas a tener en cuenta y que, de otra parte, la sostenibilidad fiscal sería el otro flanco a resolver. De hecho, durante la campaña presidencial ninguno de los candidatos, en primera ni en segunda vuelta, prometió que no aumentaría los impuestos y menos desgravaría las actividades económicas.
La economía, por otra parte, mostró algunas desnivelaciones sectoriales, y en todo caso con un auge de la construcción, mejores resultados agrícolas y hacia el final del año con índices relevantes en el sector automotor.
Revistas o periódicos del crédito de The Economist o Le Figaro confirmaron que la economía nacional pasaba por un periodo de prosperidad, en ascenso. Aun así, no se dejaba de destacar el hecho de la dependencia de los recursos minero-energéticos. En ciertos meses, a su vez, Colombia llegó a la cota de un millón de barriles de petróleo diarios o en la mayoría de los casos estuvo bordeando la cifra. Esto, con el precio del petróleo por encima de los 100 dólares, hacía precaver un caudal sostenido de ingresos. No obstante, en agosto el precio del petróleo empezó a declinar, sin que aún se supiera cuál sería la conducta de los países miembros de la OPEP que se reuniría a finales de noviembre para determinar su posición frente a este fenómeno. El asunto radicaba en el autoabastecimiento de los Estados Unidos y su incremento a 9 millones de barriles diarios, casi tres por encima de los índices acostumbrados, a partir de la exploración y explotación de gases y petróleos por mecanismos no convencionales (fraccionamiento hidráulico). Ante ello, la OPEP, liderada por Arabia Saudita, decidió presionar el precio a la baja, llevándolo en diciembre a niveles del mercado de 60 a 70 dólares.
Iniciadas las sesiones parlamentarias el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, anunció la esperada reforma tributaria. De tiempo atrás se había anunciado un hueco fiscal para el presupuesto del 2015 de 12,5 billones de pesos. Para sufragarlo se propuso mantener el cuatro por mil, bajar los umbrales para la declaración de patrimonio a 750 millones de pesos y subir los índices porcentuales de su aplicación. Posteriormente, una vez abierto el debate público, se volvió al umbral tradicional de los mil millones de pesos y se gradualizó el porcentaje del impuesto al patrimonio.
Al mismo tiempo, Colombia, como se dijo, ha mantenido el desempleo a la baja y, de otro lado, controlado la inflación. La disminución en los precios del petróleo, sin embargo, produjo la inmediata depreciación del peso, llevándolo de nuevo a la Tasa Representativa del Mercado (TRM) a los 2.300 pesos. Todo ello ha modificado los planes de inversión en la empresa privada.
De otro lado, el Gobierno nacional mantiene el propósito de sacar avante las obras de infraestructura y vivienda para poner a todo al país, no solo con los tratados de libre comercio, sino hacer la economía más productiva y competitiva.
En otro flanco, fruto de la campaña presidencial, se discute el proyecto de reincorporación de las horas extras, recargos nocturnos y feriados a los precios estipulados antes de la reforma presentada por el entonces gobierno del presidente Uribe.
A finales de año, en medio de la discusión de la reforma tributaria, el ministro de Hacienda recibió un nuevo espaldarazo del FMI, en la medida en la iniciativa impositiva cumple con las reglas de sostenibilidad fiscal y es un trámite de recaudo.
De este modo durante 2014 la economía colombiana se movió al vaivén de la diástole y la sístole. Con una reforma tributaria que terminará consensuada, seguramente no para un año sino para cuatro, el país entra al 2015 pendiente de la estabilización de los precios del petróleo y la devaluación monetaria. En todo caso, se mantienen las expectativas de crecimiento, de las más altas de la América Latina.