Sin Justicia no hay Paz. En el desayuno dominical del Centro de Estudios Nacionales “Los pájaros dormidos” se ventilaron temas relacionados con la organización de la justicia colombiana, institución que perdió la oportunidad de hacer una verdadera reforma durante los primeros dos años de la era Uribe y que lastimosamente le fue engavetada al entonces ministro Fernando Londoño Hoyos, cuando tenía asegurado el apoyo de las Cortes.
Contrastes. Otra oportunidad que se perdió: la Pequeña Constituyente de Alfonso López Michelsen, que según el exministro Jaime Castro fue atajada por la Corte Suprema porque temía perder el control constitucional del régimen.
Luego, los juristas Manuel Gaona, Tarcisio Roldán, Clímaco Giraldo, Óscar Alarcón y Antonio José Cancino atajaron el Acto Legislativo N° 1 de 1979, porque se pretendía morigerar la cooptación. Después, con Belisario Betancur se prefirió la elección popular de alcaldes a otra reforma a la justicia. Ahora son dos exconstituyentes del 91 (Álvaro Leyva y Jaime Castro) quienes piden una Constituyente, porque sin justicia, no hay paz.
La Justicia cojea, pero viaja. La ministra de Justicia, Ruth Stella Correa, a quien le tocó la tarea más difícil de este Gobierno, lidiando con los poderes que se disputan el dudoso liderazgo del desprestigio nacional, con una Justicia que cojea pero viaja y un Congreso ilegítimo, cuando la mayoría de sus miembros o están comprometidos penalmente en materia grave o impedidos por sus relaciones incestuosas con el Inpec, pues más de 14 padres de la patria tienen su guardián o director de cárcel como cuota y hasta un pariente como huésped en los extramuros del resort de La Modelo, lejos del hacinamiento nacional, en donde habitan 1.538 presos con penas cumplidas; más de 2.000 enfermos mentales; más de 600 enfermos terminales, en espacios proyectados para 4 personas en los que hay 24 internos durmiendo como murciélagos; más de 300 ancianos y un viejito de 82 años con VIH en Cúcuta. Y el general Ricaurte, en San Mateo, casi en átomos volando.
Una bombera. La cartera de Justicia, según Castro y Leyva, está en manos de una mujer-bombero sin escalera, sin manguera, carro, ni agua.
La ministra hace su labor de sostenimiento con una sencilla manguera de jardinería, con un Congreso hostil y una justicia politizada.
El peor ejemplo lo da la Corte Suprema, en cuyo seno se libra la más ardorosa batalla por el poder, con una división intestina, entre los expresidentes Arrubla -quien desde afuera mueve sus fichas-, Ricaurte y Munar adentro, con su poder nominador desde el Consejo Superior de la Jubilatura, quienes por su cuenta tienen paralizada la majestad de la justicia, con las vacantes por proveer de Arrubla, Socha e Ibáñez.
Magistrados valientes. “Que los hay los hay”, afirmó Leyva. “Existen magistrados valientes como Néstor Raúl Correa, quien dice la verdad sin compromisos ni contemplaciones y en el propio seno de la Judicatura, ganándose la animadversión de sus colegas, pero eso sí, mereciendo el aplauso de la galería”.