¿Sin Jojoy, qué tanto cambió la guerra? | El Nuevo Siglo
Martes, 6 de Septiembre de 2011

 

Aunque su caída no marcó el principio del fin de la guerrilla,  sí la llevó a resignarse a seguir replegada, selva adentro, rehuyendo combate, golpeando y corriendo.
EL 23 de septiembre del año pasado el país se impactó con una noticia que muchas veces anheló, sobre la que decenas de falsos anuncios escuchó en la última década y, por lo mismo, en torno a la cual, en principio, aquella fría mañana de jueves, dudó…
A primera hora el titular de la cartera del Interior y Justicia Germán Vargas Lleras, que fungía como Ministro delegatario, pues el presidente Juan Manuel Santos estaba en Nueva York para participar de la Asamblea Anual de la ONU, confirmó a varias emisoras que el cabecilla de las Farc Jorge Briceño Suárez, alias Mono Jojoy, había sido abatido en una megaoperación de las Fuerzas Militares y la Policía en las selvas de La Macarena.
Se trataba, sin duda alguna, del golpe más duro dado a esa guerrilla en sus más de 40 años de lucha contra el Estado. Jojoy era el ‘hombre fuerte’ de las Farc, considerado siempre como el ‘jefe militar’ y por lo mismo su abatimiento superaba con creces el de Raúl Reyes en un bombardeo de las Fuerzas colombianas en la franja fronteriza ecuatoriana, la muerte (por causas naturales) de su fundador Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, y el asesinato a manos de un subalterno de otro comandante subversivo, alias Iván Ríos, todo ello ocurrido en el primer semestre de 2008.
Santos, desde EU, no dudó en advertir que el “símbolo del terror en Colombia había caído”. Una ola de felicitaciones y vivas cayó sobre la Fuerza Pública, la prensa internacional hizo un gran eco y de inmediato empezaron los análisis sobre qué implicaba, en la ecuación del conflicto, que las Farc hubieran perdido a Jojoy en una operación militar sin pero ni reserva alguna.
Se dijo, entonces, que la agonía, lenta pero sostenida de las Farc se aceleraría, pues ese cabecilla era el más beligerante y radical de los 7 integrantes del Secretariado, partidario de presionar militarmente las cesiones en una eventual mesa de diálogo y negociación de la paz. También se dijo que la sensación derrotista entre los guerrilleros aumentaría porque Jojoy era considerado como ‘inabatible’, e incluso tenía más ascendencia sobre los subversivos que su máximo jefe, alias Alfonso Cano. Es más, se creía firmemente que si moría, sería por la diabetes aguda que lo aquejaba y no porque lo localizara el Ejército selva adentro. 
¿Qué ha pasado?
Al decir de los analistas y expertos en conflicto armado, la caída de Jojoy no significó el golpe drástico en la estructura de las Farc que inicialmente se pronosticó.
En primer lugar, porque Jojoy había disminuido entre 2009 y 2010 sustancialmente su poder de ataque y movilización en las selvas del Meta y Caquetá, no sólo por la enfermedad que sufría, sino porque la Fuerza Pública lo había forzado a internarse muy adentro en La Macarena con sus respectivos anillos de seguridad. 
“Por la presión constante de la FUDRA y las Fuerzas de Tarea y la paranoia por ser vendido por sus propios hombres, Jojoy se había replegado mucho y sus comunicaciones eran muy difíciles y restringidas con el resto de los frentes del Bloque Oriental… Él sabía que desde el gobierno Uribe era el objetivo 1A, por encima de Cano… Creyó que al enmontarse selva adentro no le llegarían, pero allá lo alcanzaron”, precisó una alta fuente militar. 
Además -agregó- una cosa era que Jojoy tuviera credibilidad entre los guerrilleros de base y otra muy distinta entre el ‘Estado mayor’ y varios jefes de frente y bloque, en donde no pocos le recriminaban haber apresurado el paso de las Farc a una “guerra de movimientos”, que resultó un error pues forzó la puesta en marcha del Plan Colombia (financiado por EU) y luego la Política de Seguridad Democrática del gobierno Uribe. 
En el último año del abatido cabecilla las Farc habían perdido mucha capacidad de combate en el suroriente del país, salvo por la “Teófilo Forero”, y más aún después de que en desarrollo del “Plan Renacer”, delineado por Cano, la orden fue rehuir el combate frontal con el Ejército, concentrarse en golpear por sorpresa a la Fuerza Pública y correr (típica táctica de guerra de guerrilla) y camuflarse entre la población civil para hacer ‘inteligencia’.
De otro lado, tras lo ocurrido con Reyes y Ríos, las Farc entendieron que los reemplazos de los jefes abatidos debían ser automáticos y rápidos, para evitar que aumentara la desmoralización, deserción y sensación derrotista entre los mandos medios y subversivos de base.
Por eso en cuestión de semanas se designó como nuevo integrante del Secretariado a Félix Antonio Muñoz, alías Pastor Alape, el jefe del Bloque del Magdalena Medio. En tanto que del Bloque Oriental fue encargado alias Mauricio Jaramillo o El médico, también de la cúpula subversiva.
¿Entonces?
Si bien la caída de Jojoy no significó el “principio del fin” de las Farc, ni un cambio sustancial en la llamada ecuación del conflicto armado, este golpe sí marcó un antes y un después en esa guerrilla, pues la muerte de su jefe militar más reconocido y sobre cuya cabeza recaía la ‘esperanza’ subversiva de volver a tener la fuerza y capacidad de desestabilización y ataque de antaño, quedó enterrada.
“Cano, realista y perseguido día y noche en el Tolima, Cauca y Huila, delineó una estrategia para una guerrilla débil, desmoralizada, aislada y escondida selva adentro, pero Jojoy no encuadraba en la misma… Tras su muerte en combate, la tesis de Cano terminó siendo aceptada en medio de la resignación y la incertidumbre de los guerrilleros, más aún porque los nuevos integrantes del Secretariado llegaron allí más por reemplazo de los muertos que por ejecutorias de guerra”, sostuvo la fuente consultada.
También es obvio que Reyes y Jojoy eran los cabecillas que más confiaban en doblegar al Estado por la vía de los militares y policías secuestrados. Abatidos ellos y visto que Juan Manuel Santos, tanto como Ministro de Defensa de Uribe y ahora como Presidente, no se dejó poner contra la pared en este asunto, Cano terminó por bajarle el perfil a la presión de un ‘canje’. 
Como se ve, si bien la caída de Jojoy hace un año no implicó acelerar la agonía de las Farc, sí las convenció de que debían replegarse aún más