Martes, 8 de Noviembre de 2011
Aunque no hay discusión sobre la victoria electoral que obtuvieron los candidatos independientes que fueron avalados por movimientos por firmas en los recientes comicios regionales, hay varios analistas políticos que han advertido un importante reencauche político en estos movimientos.
Por ejemplo, Alejo Vargas afirma que no se puede generalizar el efecto de la mimetización de algunos candidatos sospechosos en los grupos significativos de ciudadanos.
“No son todos los movimientos, empezando por Gustavo Petro, que se presentó por un grupo representativo de ciudadanos, o Marcelo Torres en Magangué. Sin embargo, es verdad que hubo movimientos, como el del caso que señalan de Mello Cotes en el Magdalena, en donde efectivamente el Partido Liberal no le iba a dar el aval, porque había dudas, entonces acudieron a ese mecanismo. Entonces, eso hay que mirarlo con cuidado, no se pueden hacer generalizaciones”, precisó.
No obstante, Vargas señaló que debe haber reglas más estrictas a la hora de conformarse esos movimientos por firmas.
“Yo creo que debería haber más reglas estrictas, aunque hay que recordar que cuando la Constitución del 91 se aprobó, solo se exigían 50 mil firmas, lo que generó esa especie de explosión de partidos políticos de papel, alcanzamos a tener 50 personerías jurídicas; después con la reforma electoral del 2003 se empezó a reducir, pero ahí todavía se requieren unas reglamentaciones más precisas, sin coartar la posibilidad de que los ciudadanos acudan a ese mecanismo”, expresó el analista político.
En la contraparte se encuentran quienes, como el también politólogo Pedro Medellín, aseguran que los candidatos independientes han sufrido sistemáticamente una degradación.
“Los candidatos independientes han sufrido una degradación sistemática. (…) se han convertido en una forma de encubrimiento del partidismo; es decir, se trata de gente que está amarrada a los partidos y tienen tradición de burocracia y de clientelismo, y para encubrir eso se inscriben por firmas, cuando en realidad tiene una larga trayectoria de tipo partidista. El problema es que se trata de una figura que no tiene ninguna responsabilidad política, en la medida en que no hace parte de ningún partido, sino que se trata de un personaje independiente que no le rinde cuentas a nadie desde el punto de vista político, y es a todas luces una prueba de la degradación del sistema político colombiano”, explicó Medellín.