Italia inicia una semana decisiva para la reforma del mercado de trabajo, una de las grandes prioridades del gobierno de Mario Monti que tiene que convencer a los agentes sociales que acepten varios puntos para llegar a un acuerdo.
Monti convocó a los sindicatos y a la patronal el martes a las 14H30 GMT en el Palacio Chigi, la sede del gobierno en Roma, para tratar de cerrar la negociación antes del fin de semana, "Cada uno debe ceder algo. Nuestro deber es que prime el interés general", dijo este fin de semana.
A su llegada al poder a mediados de noviembre, el excomisario europeo anunció su deseo de reformar en profundidad el mercado de trabajo para acercarse a un modelo "flexi-seguridad" a la danesa, para fomentar la creación de empleo y crecimiento.
En Italia, la tasa de desempleo es inferior a la media de la zona euro (9,2% contra 10,7% en enero) pero la tasa de empleo es, en cambio, una de las más bajas de Europa (56,9% en 2010) debido a la amplitud del trabajo sumergido y del bajo nivel de empleo de las mujeres.
Con esta reforma, el gobierno pretende facilitar los despidos económicos mediante una reforma del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores que seguirá protegiendo a los empleados víctimas de despidos arbitrarios.
También quiere hacer frente a la precariedad, el problema central en Italia que afecta en particular a los jóvenes y a las mujeres, haciéndola más costosa para las empresas y reduciendo la jungla de modelos de contratos y se apostará por el aprendizaje para ayudar a los jóvenes a encontrar empleo.
El gobierno también quiere reformar el seguro de desempleo para crear un sistema "universal" único para todos los asalariados.
El jefe del gobierno y su ministra de Trabajo, Elsa Fornero, mostraron su confianza en que se llegue a un acuerdo. "La patronal se lamenta, el sindicato se lamenta. Esto demuestra que no trabajamos solo a favor de uno de ellos sino para el país y para el futuro", dijo Fornero.
Varios puntos espinosos siguen sin resolverse.
"Estamos lejos de un acuerdo", dijo Susanna Camusso, la número uno de CGIL, el primer sindicato italiano (izquierda), que está en contra de las propuestas adelantadas por el gobierno sobre el artículo 18 que defiende con uñas y dientes desde el inicio de la negociación.
"La patrona de los patrones", Emma Marcegaglia, pidió que el gobierno sea ambicioso sobre los despidos ya que "una reforma pequeña" tendría una reacción negativa "en los mercados" y mostró su preocupación por una eventual subida de las cotizaciones para los salarios precarios.
Esto "puede reducir el nivel de empleo más que aumentarlo", dijo, mientras los representantes de los artesanos y comerciantes han denunciado un costo "insostenible" y amenazaron con no aplicar los convenios colectivos.
Inicialmente, Monti no había excluido presentar su reforma en el Parlamento incluso sin la luz verde de los agentes sociales, pero un no, en particular de CGIL, le complicaría la tarea ya que sería más difícil contar con el apoyo del Partido Democráta, la principal fuerza de izquierda.