La oleada migratoria de venezolanos a nuestro país aumenta día tras día y es evidente que las cifras que manejan las autoridades colombianas sobre este fenómeno arrastran un alto subregistro, toda vez que miles y miles de personas que provienen de la vecina nación traspasan la frontera por infinidad de caminos y trochas en donde no hay controles de ingreso. Además de ello, muchos venezolanos, huyendo de la crisis económica, política, social e institucional, ya no se están quedando en Colombia sino que transitan hacia otras naciones como Ecuador, Perú e incluso viajan desde aquí a Centroamérica y los Estados Unidos. Esto aumenta el flujo migratorio.
En los últimos meses las autoridades colombianas han implementado un plan de choque para enfrentar este fenómeno migratorio excepcional. Una estrategia compuesta por distintas medidas legales, asistenciales y humanitarias. Dado el alto volumen de personas que han llegado desde Venezuela, tanto nacidos en ese país como colombianos que años atrás emigraron a esa nación, es evidente que el plan de choque se ha visto desbordado e insuficiente.
Recientes informaciones de prensa han indicado que Colombia podría estar pensando en la instalación de “campos de refugiados” para albergar en la zona fronteriza a miles y miles de estos migrantes. Se trata, sin duda, de una previsión con muchas implicaciones por el estatus de esa medida en el derecho público internacional y a la luz de los tratados globales sobre asistencia humanitaria transfronteriza.
Dichas noticias han tenido eco en los medios de comunicación y las redes sociales del vecino país, lo que se ha traducido en una creciente expectativa entre los venezolanos en torno a cuándo y en dónde se abrirán tales “campos de refugiados”, con la clara intención de tomar destino hacia ellos tan pronto como sea posible.
En entrevista con el Diario, el director de Migración Colombia, Christian Krüger, aclaró que instalar “campos de refugiados” es la última opción en que se está pensando, recalcando que no es una medida pronta ni de primera o segunda instancia. “No queremos llegar a esos campos, a esos albergues, porque el inconveniente es que usted sabe cuándo los monta, pero no cuándo los desmonta”.
Esa postura colombiana debe ser socializada urgentemente para que no se cree en el vecino país una falsa expectativa ni tampoco se genere una ola mayor de migración en la frontera.