EL aval de los ingleses a que Gran Bretaña saliera de la Unión Europea ha generado además de una creciente incertidumbre económica, un caos político tan impensable como esa misma decisión. A una semana de que se impusiera el sí al Brexit (leave), tres de los más connotados líderes han dado un paso al costado: David Cameron, Boris Johnson y Nigel Farage.
La renuncia del primer ministro era inevitable porque su causa de permanecer en el bloque europeo fue la perdedora. Entre tanto, su copartidario tory, el exalcalde Boris Johnson vio resignar su sueño de llegar al No.10 de Downing Street por la traición política de su más fuerte aliado Michel Gove y, ayer, Nigel Farage, el otro abanderado de la cruzada anti-UE resolvió dimitir a la dirigencia del partido UKIP por considerar que había cumplido su “misión”.
Sin Johnson en competencia por la jefatura de gobierno ni Farage al frente del Partido por la Independencia del Reino Unido, la negociación del Brexit parece quedarse “sin quién la defienda”. Y así como tan increíble fue su aprobación, puede ser su implementación, ya que todos los aspirantes a ser primer ministro se han mostrado partidarios de tomarse un tiempo considerable para entablar el diálogo con los dirigentes del bloque comunitario sobre el espinoso tema.
La sorpresiva dimisión de Farage aleja aún más la posibilidad de que uno de los líderes de la campaña del Brexit acabe gestionando la ruptura con la Unión Europea. Y es que según lo dejó entrever él mismo, esa situación no estaba en sus planes.
“La victoria de la 'salida' (de la UE) en el referéndum significa que he alcanzado mi ambición política”, señaló este eurodiputado en una conferencia de prensa en Londres, en la que también explicó que su retiro obedecía a que quería “volver a mi vida normal tras haber cumplido mi gran sueño político”.
Antiguo corredor de materias primas en la City de Londres, Farage, de 52 años, asumió la dirección del Partido para la Independencia del Reino Unido en 2006, y desde entonces dimitió en un par de ocasiones, en 2009 y 2015, para acabar regresando.
Fue elegido por primera vez al Parlamento Europeo en 1999 y desde entonces revalidó su escaño en tres elecciones europeas más. Su gran derrota fue no haber logrado nunca un escaño en el Parlamento británico, donde el UKIP cuenta con un solo diputado, el tránsfuga conservador Douglas Carswell.
“Vine a este combate desde el mundo de los negocios porque quería que fuéramos una nación que se gobernara a sí misma, no para convertirme en un político de carrera”, dijo el líder de esta formación anti-UE y anti-inmigrantes.
“Un terremoto político”
Farage es la estampa del tradicional cliente de pub. Y eso gusta a muchos ingleses. Cigarrillo y pinta de cerveza en mano, mil veces prometió un terremoto político y finalmente lo consiguió.
Ser unánimemente vilipendiado por los partidos tradicionales -liberales, conservadores, y laboristas- no hizo sino aumentar la simpatía por Farage en la Inglaterra profunda.
“Para ser honesto, cuanto más nos insultan, mejor nos va”, explicó Farage, en una ocasión a la AFP.
Cuando habla de quienes lo insultan, Farage alude al “establishment” británico: los conservadores del primer ministro británico conservador David Cameron, y la oposición laborista.
La línea que trazó entre ese “establishment”, pro-UE, y el pueblo, “the people”, anti-UE, ayudó a llevar la campaña pro-Brexit a su terreno.
Este padre de cuatro hijos saborea su cuarta vida. Sobrevivió milagrosamente a un accidente de tráfico, a un cáncer de testículos y a la caída de la avioneta que llevaba un anuncio electoral de su partido, en 2010.
Pese a sus extremas posiciones, Farage siempre rechazó la etiqueta de radical y, como prueba, esgrimió su rechazo a las propuestas de acercamiento del Frente Nacional francés. Su líder Marine Le Pen, explica, multiplica “las demandas de boda, como en las novelas clásicas”, pero “no somos de la misma familia”.
“El último cobarde”
La salida de la Unión Europea ha provocado un sismo político en el Reino Unido y ha desembocado, aunque por motivos distintos, en las dimisiones antes señaladas.
Y, en el otro extremo, el líder laborista Jeremy Corbyn pugna por seguir en el cargo después de que la mayoría de sus diputados le dieran la espalda.
Si Gove o Andrea Leadsom, los dos candidatos pro-Brexit que concurren a las primarias del Partido Conservador, no ganan, la ruptura con Bruselas recaerá en un primer ministro que no quería salir de la UE.
El adiós de Farage fue particularmente bienvenido por varios compañeros del Parlamento europeo.
“Farage es el último cobarde en abandonar el casos que ha creado”, escribió el eurodiputado conservador alemán Manfred Weber.
“Primero quería que le devolvieran su país, ahora quiere recuperar su vida. Pero lo que no devolverá es su escaño de eurodiputado”, dijo otra colega, la holandesa Sophie in't Veld.
Medidas para paliar el Brexit
En medio de ese sacudón político, el gobierno de Cameron continúa adoptando medidas para enfrentar los previsibles coletazos económicos del Brexit. Así, ayer confirmó que estudia rebajar el impuesto de sociedades por debajo del 15% para frenar la fuga de empresas, una decisión que podría enfrentarle a sus socios europeos y valerle acusaciones de competencia desleal.
El resultado del referéndum provocó que algunas empresas congelaran sus inversiones o trasladaran parte de sus actividades, aunque todavía falta concretar la salida de la UE. Además, muchos expertos creen que el país avanza hacia una recesión.
El gobierno ya tenía planeado rebajar el impuesto de sociedades de 20% a 19% en 2017 y a 17% en 2020, pero la nueva rebaja, para la que no hay fecha, convertiría al Reino Unido en la gran economía con un tipo más bajo y le acercaría al 12,5% de Irlanda.
“Tenemos que concentrarnos en el futuro y en el viaje que tenemos por delante”, dijo Osborne al diario Financial Times, que fue quien desveló sus planes.
La oposición laborista cargó contra Osborne por la medida. “En vez de convertir al país en un paraíso fiscal y un recreo para los más ricos, el ministro debería centrarse en abordar los problemas reales”, dijo John McDonnell, el portavoz de Finanzas del Partido Laborista.
El futuro de Osborne está en el aire tras su enérgico apoyo a la permanencia en la UE, y teniendo en cuenta que el 9 de septiembre habrá un nuevo primer ministro, al término de las elecciones primarias en el Partido Conservador./EL NUEVO SIGLO con AFP