En las convulsas épocas del temible narcotraficante Pablo Escobar, cuando existía en Colombia verdadera oposición; cuando las opiniones no se censuraban por el mandatario de turno, pues esa tarea la ejercía el capo de capos o uno que otro senador, con pantalones bien amarrados, como lo hacía el entonces congresista Rodrigo Marín Bernal, quien dirigió y de qué manera los más sonoros debates contra el entonces ministro de Justicia, Fernando Carrillo Flórez, por sus genuflexas posturas ante el dueño del gobierno de entonces, quien se convirtió en el correveidile de la casa-cárcel de cinco estrellas del gobierno, instalada en la vereda La Catedral, de Envigado, allí acudían presurosos los enviados a rendirle informes al jefe del siniestro Cartel de Medellín por cuenta de Carrillo, a quien el expresidente Andrés Pastrana calificó ayer como “el camarero de Pablo Escobar”. Recordemos que por cuenta de los pronunciamientos hechos por Marín Bernal, salió por la puerta de atrás el ministro de marras.
Recordar es vivir. Ayer recogimos los últimos renglones de la columna de El Tiempo del exministro Gabriel Silva, ripostándole al expresidente Pastrana.
Contábamos que el columnista escribió: "Pastrana, que les entregó el país a las Farc y volvió el Caguan una fiesta, dice ahora que el gobierno de Santos, no tiene derecho a buscar la paz....Hágame el favor”.
Se le olvidó muy rápido al señor Silva Lujan que fue en el gobierno de Pastrana cuando se propuso su designación para que gerenciara la Federación Nacional de Cafeteros.
La mula de Juan Valdez. Terminando el gobierno de la era Pastrana Arango vino otra crisis cafetera: el entonces ministro de Hacienda Juan Manuel Santos creó una comisión de alto nivel para darle vía libre a la designación del sucesor del entonces verdadero zar del café, Jorge Cárdenas Gutiérrez, quien se rodeó de personas idóneas que representaran los reales intereses de la caficultura nacional.
Fueron seleccionados Luis Carlos Villegas, “El Chiqui" Valenzuela, Luis Fernando Ramírez y Gabriel Silva, quienes se reunieron y procedieron a hacer la designación de Santos como gerente general.
Unos impedimentos. Sin embargo, llegó el connotado jurista Alberto Lozano Simonelli, quien por esas calendas compartía oficina con el ex gobernador de Caldas y ex ministro de agricultura Gilberto Arango Londoño, y planteó los serios impedimentos que acusaba Santos Calderón para ejercer el cargo.
Santos se reunió en consultas con el Procurador de entonces, que le dijo: “Yo si fuera usted no me posesionaría”, y no se pudo posesionar. Entonces, llamaron a Villegas y este prefirió permanecer en la Andi; Valenzuela y Ramírez declinaron el puesto, y, por descarte, quedó Silva Luján, gracias a los buenos oficios del entonces presidente Pastrana, quien dice ahora que “Silva quedó convertido en la mula de Juan Valdez”.