¿Se necesita un Ministerio de Seguridad Ciudadana? | El Nuevo Siglo
Jueves, 6 de Agosto de 2015

ES claro que el país tiene su más honda preocupación en el tema de la seguridad ciudadana.  Le sigue, como comienzan a señalar las encuestas, los nubarrones económicos en cuanto al alza en el precio de los alimentos y el costo de vida, así como la acentuada desaceleración de la economía. Y bastante más abajo se encuentra el tema del proceso de paz que sigue sin lograr sintonía con las grandes preocupaciones nacionales.

Frente al primer tema ahora vuelve a surgir la idea del Ministerio de Seguridad Ciudadana, con base en un proyecto de ley que al parecer presentará el partido de La U en consonancia con el gobierno. Es decir que la iniciativa es favorablemente compartida por el presidente Juan Manuel Santos. Se trataría, de este modo de reaccionar frente a los impresionantes índices que, con miras a las elecciones regionales, están demostrándose en los sondeos por los departamentos y municipios. Para ello el gobierno y los autores estarían pensando seriamente en quitar la dependencia de la Policía Nacional del Ministerio de Defensa y generar un nuevo organismo burocrático en cabeza del denominado Ministerio de la Seguridad Ciudadana.

Con ello surgen, en principio, dos interrogantes: primero si el país está maduro para desvincular a la Policía Nacional de la cartera de guerra y, segundo, si es necesario crear un nuevo ministerio o es suficiente controlar y enfatizar las funciones de Seguridad Ciudadana en el Ministerio del Interior. Frente al primer interrogante Colombia, a diferencia del resto del orbe, pudo subsumir las funciones castrenses y de policía en lo que entonces se conocía como el Ministerio de Guerra, fruto de lo que se conoció de la época como la violencia liberal-conservadora, en la que los contingentes de uno u otro cuerpo tomaban preferencia por los partidos políticos. Esto fue parte de lo que en su momento se conoció como la “guerra civil no declarada” y que terminó con el Frente Nacional.

Pero el país se mantuvo en Estado de Sitio hasta la Constitución de 1991, lapso por lo demás en el que el Ministro de Guerra fue siempre un militar. Y bajo su dependencia se manejaba, también, la Dirección de la Policía.

Fruto del fenómeno del conflicto armado interno y del narcotráfico, que ha ocupado los retos nacionales en varias décadas, el Ejército acabó asumiendo más labores de  policía, dedicándose a  los patrullajes en el territorio nacional,  mientras que la policía tomó características militares en la lucha contra los diversos flagelos. Ello, sin duda, ha llevado a la distorsión de las naturalezas y competencias de las instituciones castrenses como las de policía. Las primeras, ciertamente, obedecen a ser una fuerza de choque mientras que las segundas, por el contrario, son fuerzas de carácter civil. Algo, no obstante, ha mejorado el tema con la armonización de las actividades y operaciones dentro del esquema de Fuerzas de Tarea Conjunta.  Sin embargo, se mantiene el esquema de una sola Fuerza Pública, si bien con características disímiles, en muchos casos con competencias similares.

De hecho, en la década de los 90’s se presentaron fuertes fricciones entre las fuerzas castrenses y de policía a fin de acceder a los recursos internacionales de entonces, particularmente de los Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. Posteriormente, el denominado Plan Colombia cambió la estructura y operatividad de las Fuerzas Militares, generando una modificación sustancial, mientras que la Policía, a su vez, pudo fortalecerse con aviación propia. No obstante, hoy la preocupación fundamental de los ciudadanos es la seguridad ciudadana, como se dijo, por lo cual el tema está a la orden del día.

En la actualidad, a su vez, ha sido nombrado un ministro de Defensa proclive a los temas de paz y a la salida política negociada, en cabeza de Luis Carlos Villegas.  En su momento, cuando el exdirector de la Policía, Oscar Naranjo, hizo parte de la campaña reeleccionista del presidente Juan Manuel Santos se anunció la posibilidad de crear un Ministerio de Seguridad Ciudadana. Iniciado el gobierno, Naranjo fue nombrado ministro sin cartera para el posconflicto, pero hasta el momento no se ha sabido sobre la suerte de su despacho, dedicado también, como está, a las negociaciones de La Habana.

Entre tanto, la división de la Policía y el Ministerio de Defensa ha generado polémica entre los expertos del tema. El exdirector de la Policía, general  (r) Luis Ernesto Gilibert, por ejemplo, sostiene que uno de los grandes retos en la materia consiste en saber qué va a pasar con el fuero militar y si éste va a extenderse a un fuero policial.

Existen muchas inquietudes adicionales, como por ejemplo que se esté hablando actualmente de posconflicto, cuando no solamente la contienda con las Farc está vigente, sino que existen muchos otros retos delincuenciales en el territorio colombiano por fuera de la seguridad ciudadana. También es evidente que a la Policía se le han venido adscribiendo todo tipo de funciones, desde el manejo del tránsito automotor hasta el turismo, generando una multiplicidad de competencias.

Otro de los interrogantes, como se dijo anteriormente, está en si es necesario crear otro ministerio o trasladar a la Policía a cargo del Ministerio del Interior, como sucede en todas partes del mundo. Las nuevas trabas burocráticas, en momentos de apretón económico y cuando la inversión pública en el Presupuesto Nacional ha sido recortado, podría generar rechazo en la opinión pública. De hecho, no solamente se pretende crear un ministerio, sino tres viceministerios en la misma entidad.

En caso de posconflicto,  muchos pensarían que desde el Ministerio de Defensa se podría hacer énfasis en la seguridad ciudadana, sin necesidad de modificar los componentes. Otros creen, por el contrario, que es suficiente con trasladar la Policía al Ministerio del Interior, adecuándolo al respecto. Pero está quienes consideran que hay que darle más visibilidad a la seguridad ciudadana en el mismo gabinete.

La seguridad ciudadana, de otra parte, es más una función de las ciudades y municipios, es decir de los alcaldes como primera autoridad de policía, tal y como señalan las leyes correspondientes. Algunos, por el contrario, consideran que lo que hay que hacer es fortalecer las policías ciudadanas y municipales antes que generar un escenario nacional a través de un ministerio, cuando por lo demás  regiones y las ciudades tienen retos de seguridad muy diferentes entre sí.