El crecimiento alemán en el segundo trimestre del año (+0,7%), anunciado la semana pasada, reposa sobre el vigor del consumo y las inversiones, así como en la solidez de una coyuntura que permite superávits a sus finanzas públicas, según cifras publicadas ayer.
El crecimiento entre abril y junio se sustentó en aumentos del 0,5% del consumo privado, del 0,6% del gasto público y del 0,9% de las inversiones, según datos de la Oficina federal de estadísticas Destatis.
También el comercio aportó su grano de arena, con un aumento de las exportaciones (+2,2%), ligeramente superior al de las importaciones (+2%). El comercio exterior es uno de los motores tradicionales de la economía alemana.
En conjunto, las cuentas del Estado federal y de los Lander arrojan en el primer semestre un superávit público de 8.500 millones de euros.
Para este año, las previsiones oficiales de Berlín son un crecimiento del 0,5% del PIB y un ligero déficit público del 0,5%.
Sin embargo, tanto el Bundesbank como el Fondo Monetario Internacional (FMI) apuestan por un menor aumento del PIB alemán, de solamente 0,3% para este año. Pero el esbozo de recuperación en la zona euro debería beneficiar a Alemania, y permitirle un crecimiento más robusto.
Sin embargo, casi todos los sectores de la economía concuerdan que efectivamente el rumbo del crecimiento es hoy más sostenible, debido a la fortaleza de varios indicadores.
Para los analistas este comportamiento va en la misma línea que han mostrado otros países de la zona euro y que empiezan a recuperarse y a salir de la profunda recesión del año pasado.
Es el caso de Francia, España, Alemania e Italia, naciones que ya muestran una tendencia marcada hacia un mayor crecimiento a corto y mediano plazo.