La revuelta de los accionistas contra las primas y los sueldos de algunos directivos de empresas, considerados excesivos en época de vacas flacas, se extiende en el Reino Unido, lo que podría llevar al gobierno a intervenir para ayudar a poner límites.
La revolución comenzó en Barclays. Más de un tercio de los accionistas del banco votaron recientemente en contra del informe sobre remuneraciones que les fue presentado en la asamblea general, después de la polémica provocada por la retribución de su director general, Bob Diamond.
En plena temporada de asambleas generales de accionistas, el movimiento se extendió hasta niveles sin precedentes en un país sometido a un plan de ajuste draconiano y que acaba de volver a entrar oficialmente en recesión.
Frente al descontento creciente, la aseguradora británica Aviva obligó a su director general, Andrew Moss, a renunciar a un aumento que hubiera colocado por encima de un millón de libras anual (1,6 millones de dólares, 1,2 millones de euros). Pero eso no impidió que el 54% de los accionistas rechazaran el jueves el informe sobre las remuneraciones.
Como este tipo de votaciones son sólo consultivas, el consejo de administración mantuvo que las altas remuneraciones en la empresa eran globalmente "apropiadas".
Otros grupos, como la minera Xstrata, el fondo de inversiones Man Group o el grupo de prensa Trinity Mirror, cuya directora general acaba de presentar su dimisión para calmar los ánimos, fueron igualmente blanco de violentas críticas por motivos similares.
Como en el caso de Barclays, la cotización bursátil de estas empresas se redujo considerablemente en el último año, y a los inversores les cuesta digerir los aumentos concedidos a unos directivos cuyos resultados son como mucho modestos.
El mensaje que les envían es claro: aumenten los dividendos antes de pensar en las gratificaciones.
"Barclays no está administrada de forma a beneficiar a sus accionistas, sino como una vaca lechera para sus dirigentes y su personal", resumió un pequeño accionista en la asamblea general del banco, en un ataque que fue ampliamente retomado en la prensa.
El consejo de administración de Man Group, uno de los fondos de inversión más importantes del mundo, fue abucheado durante su asamblea general cuando se abordó el tema de las remuneraciones.
Porque, aunque la acción toca mínimos en más de 10 años, no es el caso del sueldo del consejero delegado, que cobró 7 millones de libras en 2011.
El movimiento fue iniciado por actores importantes del mundo de las finanzas, entre ellos la Asociación de Aseguradoras Británicas (ABI) cuyos miembros representan en torno al 20% de la capitalización de la Bolsa de Londres.
La consultora PIRC, especializada en la gobernanza empresarial, también es muy activa.
"Ha llegado la hora de controlar las grandes remuneraciones", insistió el miércoles, respaldando el último proyecto del ministro de Comercio, Vince Cable, un liberaldemócrata que asegura compartir la ira de los británicos sobre los bonus "indecentes" de los banqueros y otros directivos de la City.
Su principal propuesta es hacer que las votaciones de los accionistas sobre las remuneraciones sean vinculantes antes del final de 2014.
La ABI aprobó el principio. Pero precisó que no respaldaba la sugerencia más audaz de Cable: imponer para este voto una "supermayoría" del 75% para dar una oportunidad a los pequeños accionistas de hacer oír su voz.
AFP