Por: Pablo Uribe Ruan
En 15 días el Barça perdió la final de la Copa del Rey con su eterno rival, el Madrid, la pelea por el título en la Liga y, para completar la racha negativa, quedó eliminado de la Champions League a manos de otro español, el Atlético.
Por lo visto en los últimos partidos el fútbol del Barça ya no es el mismo que lo llevó a ganar 14 de 19 títulos en cuatro años. El equipo se volvió impaciente, precipitado y vertical, dejando a un lado las raíces de su juego: el fútbol de posesión y la presión.
La verticalidad que introdujo Martino en vez de ayudar, incrementó la incapacidad para romper las murallas; el fútbol vertical se convirtió en una afrenta contra las raíces. El Barça de ahora atenta contra su esencia, se convirtió en un equipo afanado, sin pausas, que busca llegar al arco rival a través de centros. ¿Quiénes eran los del azulgrana que jugaron el miércoles en Valencia?
La doctrina Culé, esa que le mostró al mundo el fútbol de posesión, dice: haz el pase cuando haya un receptor libre. El Barça hizo todo lo contrario. El afán por buscar a Messi llevó al equipo a girar en torno a él, ejerciera una posesión del balón inocua y terminara tirando centro y pases largos. Anteriormente por Xavi e Iniesta pasaban todos los balones, ellos eren el eje del equipo, ahora, con el fin de jugar vertical, la mayoría de balones van hacia Messi sin hacer las transiciones necesarias.
Como lo dijo Iniesta el miércoles: “el auténtico problema es el juego”. Mientras el Barça no recupere su fútbol, la declive de uno de los equipos más grandes de la historia es inminente. Sacudón y cuenta nueva.