La escalada nuclear va en aumento con el lanzamiento del misil intercontinental por Pyonyang. Washington culpa de esto a Pekín, que no ha cumplido las sanciones contra el régimen de los Kim. Sin embargo, los chinos le juegan a una negociación, que poco a poco se va acercando
A menos que Estados Unidos se siente a dialogar unas condiciones que, de momento, parecen innegociables, Kim Jong-un, máximo líder de Corea del Norte, no parece estar dispuesto a parar su plan nuclear.
El martes, retando nuevamente a Washington y sus aliados, el jefe del régimen comunista ordenó el lanzamiento de un misil intercontinental capaz de golpear a Alaska, en el noroccidente de Estados Unidos. Este intento, ejecutado en la antesala del G-20, es una nueva amenaza para Donald Trump, quien, dispuesto en Europa para esta reunión entre potencias, urgentemente debe tomar una posición: seguir su escalada militar en la región o sentarse a negociar con Pyonyang.
Ambas opciones, difíciles desde todo punto de vista, no pueden perder de vista un actor indispensable: China. Un país que, por intereses geopolíticos y económicos, tiene una posición ambivalente, cerca de Washington y Pyonyang al mismo tiempo, lo que Trump, hasta ahora, parece entender.
Cruce de acusaciones
Lejos de un enfrentamiento directo, el presidente norteamericano, quien atacó a Pekín durante la campaña de 2016, ha vuelto a su habitual crítica contra las autoridades chinas.
Desde hace unos meses, Trump ha tuiteado contra China por su condescendiente posición con Corea del Norte, al no tomar medidas que bloqueen a ese país, pese al rechazo mundial y de la ONU, que ha impuesto sanciones que mantienen al régimen comunista aislado y con mínimas posibilidades comerciales y financieras.
Las diferencias entre las potencias son algo nuevo. En abril, con la expectativa puesta en un rompimiento de relaciones paulatino, Trump sorprendió y trató a Xi Jinping de “buena persona”, para, entre otras cosas, buscar un aliado o, por lo menos un colaborador, frente a Corea del Norte.
Pero la falta de iniciativa, según Washington, de China, ha hecho que el mandatario califique al gigante asiático de incompetente y diga “que haga algo importante sobre Corea del Norte y ¡acabe con estas insensateces de una vez por todas!”. En un tono más diplomático, Pekín le respondió argumentando que ha hecho “esfuerzos incansables” para resolver la crisis.
Las críticas de Estados Unidos se basan, especialmente, en las sólidas relaciones comerciales entre China y Corea del Norte, que, pese a las sanciones de la ONU y Estados Unidos, han aumentado. Según la Casa Blanca, “el comercio entre China y Corea del Norte aumentó al menos un 40% el primer trimestre. Y luego dicen que China trabaja con nosotros - ¡pero tuvimos que darle una oportunidad!”, escribió Trump en Twitter.
Contraofensiva
Molesto por la posición de Pekín, Trump, quien en principio quería una relación amistosa, en lo corrido del último mes ha tomado una serie de decisiones en contra de los intereses chinos.
Tocando las fibras del orgullo chino, aprobó la venta de armas por 1.4000 millones de dólares a Taiwán, enemigo de Pekín, según The New York Times. Pero esta no ha sido la única medida. También, sin olvidarse de una parte fundamental: las finanzas entre Corea del Norte y China, sancionó a un banco chino, acusado de actuar de manera ilegal entre los dos países, y ordenó que el destructor naval estadounidense, que navega por el mar Pacífico, pasara cerca del Mar de China Meridional, hoy centro de disputas con países vecinos.
Las medidas de Estados Unidos, alejadas del trato de “buen amigo” que Trump le dijo a Xi Jinping, intentan forzar a China a que tome una posición clara sobre Corea del Norte. Pero Pekín, de manera secreta y diplomática, aún no ha mostrado sus fichas, temoroso que un aliado comunista termine cayendo y millones de refugiados crucen la frontera.
En diálogo con la AFP Andrew Gilholm, director de análisis sobre China y el norte de Asia en la consultora Control Risks, dice que Pekín “está intentando encontrar el punto de equilibrio para que Trump esté contento y eluda las opciones militares”.
Trump, en un vehemente discurso, dijo que no descarta una operación militar contra Corea del Norte, más si Pekín no ayudar a cooperar para que este país deje de lado su plan nuclear.
A diferencia de su homólogo, Xi Jinping, un hombre hermético y cauteloso, no ha dicho nada en contra de las declaraciones de Estados Unidos. En parte porque considera que ha cumplido con las sanciones impuestas contra Corea del Norte, suspendiendo las importaciones de carbón al vecino país. Pero esto no es suficiente para Washington.
La pregunta real, para satisfacer a Trump, e impedir una eventual escalada militar en la región, es qué tanto Pekín está dispuesto para cumplir las sanciones comerciales y financieras contra Pyonyang. No se trata, solamente, de cortar el carbón, sino de bloquear todo comercio de productos y servicios con el régimen.
Diálogo, ¿cerca?
Estados Unidos y China tienen una manera distinta de presionar y logar el cese de actividades nuclear por parte de Corea del Norte. Para Washington, más en el gobierno de Trump, la salida es imponer más sanciones internacionales y, de no ser efectivas, disuadir progresivamente con una escala militar. En cambio, Pekín, en defensa de su aliado, apoya la reanudación de los diálogos con el régimen de los Kim, suspendidos desde 2009.
El martes, en un encuentro previo al G-20 en Moscú, Xi Jinping y Vladimir Putin concitaron que Corea del Norte debe instaurar una “moratoria” sobre sus pruebas nucleares y exigieron que Estados Unidos pare sus intentos militares en Corea del Sur, que amenazan la estabilidad regional.
Ante la escalda de las acciones de parte y parte, una salida negociada puede estar cerca. En mayo, de manera secreta y no oficial, delegados de Corea del Norte y Estados Unidos adelantaron conversaciones en Oslo para la liberación del norteamericano Otto Warmbier, pero un mes después, el 19 de junio, este estudiante regresó a Washington en estado de coma y finalmente murió.
Lo cierto es que, en ocasiones anteriores, el diálogo entre Pyonyang y Washington ha sido exitoso. En 1994, en la era Bill Clinton, las partes llegaron un acuerdo que llevó al congelamiento del plan nuclear de coreano por casi una década. Estados Unidos, porque Kim Jong Un no va tomar la iniciativa, debe acercarse y dialogar con el cerrado régimen. De lo contrario, la escalada nuclear y militar seguirá en aumento.
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