Santos y Uribe: divorcio definitivo | El Nuevo Siglo
Foto Montaje El Nuevo Siglo
Miércoles, 13 de Julio de 2016
Unidad de análisis

La nueva negativa del expresidente Álvaro Uribe a una reunión con el presidente Santos para hablar sobre sus diferencias alrededor del proceso de paz no es sorpresiva. Es más, se podría decir que cuando el Jefe de Estado le envió una carta pública el martes pasado haciéndole tal invitación, ya tenía previsto y calculado que la respuesta no sería positiva, como efectivamente ocurrió.

En realidad, el cruce de misivas lo único que hizo es reconfirmar lo que todo el país sabe desde hace mucho tiempo: la distancia programática, personal y política entre ambos es irreversible. Si grandes personalidades nacionales e incluso internacionales, como Kofi Annan, no pudieron lograr tal distensión, no lo iba lograr una carta personal del Presidente a su antecesor, pues ya en muchas oportunidades el primero había extendido públicamente una ‘rama de olivo’ al segundo y este le había respondido negativamente.

También era obvio que si Uribe no aceptó hablar sobre el proceso de paz cuando apenas la negociación iba por la mitad y podía tener el chance de influir en la Mesa, menos lo hará ahora que los temas gruesos en materia jurídica y política están cocinados en La Habana.

Además, en sana lógica, la invitación a una reunión entre los que son sin duda los dos principales factores de poder en Colombia, llegó en un momento en el que los acontecimientos alrededor del proceso de paz en estas dos semanas no hicieron más que profundizar la polarización entre las posturas de lado y lado.

Veamos:

-         El acuerdo sobre mecánica del cese el fuego y cronograma de  desarme subversivo, calificado por Santos como el comienzo del fin de la guerra, fue tachado por Uribe como una “paz herida”.

-         Al tiempo que el Gobierno destacaba que las Farc se acogían a que fuera mediante plebiscito que se refrende el acuerdo final de paz, lo que evidenciaba que la guerrilla aceptaba la institucionalidad colombiana, el uribismo advertía que era ‘lógica’ tal decisión pues sólo mediante un mecanismo de participación popular de semejante debilidad política y electoral se podría tratar de aprobar un acuerdo que abre paso a la impunidad de los subversivos.

-         La ponencia positiva en Corte Constitucional al plebiscito por la paz, que el Presidente ha relievado y urgido, de paso, al alto tribunal que le dé vía libre, ha sido criticada por el uribismo tanto por su contenido como por el lobby presidencial para que le abran camino.

-         Mientras que el Gobierno trató de bajarle el tono al anuncio de que un frente de las Farc se declararía disidente del proceso de paz, el uribismo advirtió que ello comprobaba que la guerrilla tenía un doble juego y quería optar por la “combinación de las formas de lucha”.

-         A la reacción del Ejecutivo en torno a que la firma de un acuerdo de paz en La Habana sería determinante para entrar a contrarrestar el aumento alarmante de los narcocultivos, el Centro Democrático replicó que dicho incremento era consecuencia de la suspensión de fumigaciones aéreas con glifosato en zonas en donde, precisamente, operan las Farc y en donde, también, quedarían los frentes disidentes del proceso de paz.

-         Frente a la posibilidad pactada en La Habana de avanzar en la formulación de un Estatuto de la Oposición y una reforma al régimen electoral y de participación ciudadana, las toldas del expresidente replicaron que esa sería la vía para darle a las Farc ‘a dedo’ curules en el Congreso, las asambleas y los concejos municipales.

-         Mientras el santismo Gobierno lanzó su campaña publicitaria  “#Síalapaz” para promover la votación positiva al proceso de paz, el uribismo lanzó la campaña “NO+…”, a través de la cual no sólo busca recoger firmas para respaldar una demanda de inconstitucionalidad contra el llamado “acto legislativo de paz” –que eleva el acuerdo de paz a acuerdo especial y lo inserta en el bloque de constitucionalidad para blindar su implementación-, sino que la utiliza de plataforma para quitarle piso al plebiscito…

-         Ante las advertencias presidenciales de que si se rompe el proceso de paz no sólo habría más impuestos para financiar la guerra sino que las Farc se lanzarían a una guerra urbana, el principal partido de oposición replicó que el Gobierno acudía a la ‘táctica del terror’ para forzar el apoyo al proceso de paz. Paradójicamente esa misma acusación sobre asustar a la opinión pública con el dilema de ‘paz o guerra’ se la ha hecho el Ejecutivo muchas veces al uribismo… Y, doble paradoja, todo este cruce de acusaciones se dio, precisamente, cuando un cabecilla de las Farc dijo que si ganaba el “No” en el plebiscito ello no significaría que volverían a la guerra.

Entonces…

En ese orden de ideas, lo que queda claro es que las ‘cargas de profundidad’ que tanto Santos como Uribe lanzaron en sus respectivas cartas no tuvieron mayor efecto porque la polarización política entre ambos es muy alta, no hay marcha atrás. Menos ahora en que la campaña por el plebiscito –si la Corte Constitucional le da vía libre a su convocatoria- está a punto de arrancar, y allí estará en juego no sólo si se aprueba o cae el acuerdo final en La Habana, sino que será la primera ‘batalla’ entre los presidenciables.

Esto último es clave, ya que ahora no sólo entran a sopesarse las posturas y argumentos de lado y lado sobre el proceso de paz, sino que influye mucho la táctica proselitista y electoral de corto, mediano y largo plazos de cara a la puja por la sucesión en la Casa de Nariño en el 2018.

Es más, como lo indicara un análisis de EL NUEVO SIGLO días atrás, el plebiscito bien se puede considerar como una especie de tercera vuelta presidencial entre santismo y uribismo, todas alrededor de la viabilidad o no del proceso de paz.

No hay, pues, nada nuevo en el horizonte Santos-Uribe. Cada uno tiene razones a la mano para sustentar sus respectivas tesis. La propuesta y negativa de una reunión  privado o pública es una ficha más dentro de las estrategias de cada quien.  Santos le dice a Uribe que “sin sacrificar nuestros principios ni nuestras convicciones, creo sinceramente que podemos trabajar conjuntamente en la construcción de un país mejor y en paz”, y este le responde que “parecería inútil invitar a un diálogo para notificar lo resuelto. Cuando el crimen es campeón el perdón y la reconciliación corren el riesgo de no ser sinceros y la paz sin justicia corre el riesgo de no ser paz”.
¿Cómo se resolverá este pulso? Nadie lo sabe. Podría decirse que en las urnas, pero si el uribismo llama a la abstención activa no se dará tal competencia electoral directa. Por ahora lo único cierto es que este divorcio político es definitivo.