El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el jefe de las Farc, Timoleón Jiménez, alias Timochenko, percibidos hasta hace poco como hombres curtidos para el conflicto armado, son ahora, con una gran dosis de pragmatismo, los artífices del proceso de paz que arranca el jueves en Oslo.
Santos, un líder de centro-derecha de 61 años, asumió el gobierno de Colombia en 2010 con el aval de su desempeño como ministro de la Defensa del ex presidente Alvaro Uribe (2002-2010), el que con mayor intensidad combatió a las guerrillas izquierdistas.
Desde ese cargo, no dudó ordenar el bombardeo del campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en territorio ecuatoriano en el que murió en 2008 el entonces número dos de esa guerrilla, Raúl Reyes, y que derivó en la ruptura de relaciones de parte de Quito.
Nacido en una tradicional familia liberal bogotana, Santos estudió economía en Estados Unidos y Gran Bretaña, tuvo cargos directivos en el diario El Tiempo y fue ministro de diversas carteras durante los últimos 20 años.
Ya en la presidencia, Santos ordenó también los ataques militares que dieron muerte al jefe militar de las FARC, Jorge Briceño (Mono Jojoy) en 2010, y del máximo comandante de esa guerrilla, Alfonso Cano, al año siguiente.
La muerte de Cano se produjo pese a que éste había avanzado acercamientos con Santos en busca de un diálogo, según relató a fines de septiembre el propio mandatario.
"La persona que indirectamente se comunicó conmigo fue el número uno de la guerrilla, su líder" Alfonso Cano, dijo Santos en un foro en Estado Unidos. "Y yo tuve que tomar una decisión muy difícil; lo teníamos rodeado a este líder. ¿Qué hacemos?. Yo dije: las reglas son las reglas, si queremos ser exitosos tenemos que ser claros en las reglas de juego y perseverar", explicó.
Santos, sobrino nieto del ex presidente Eduardo Santos (1938-42), fue educado en un ambiente "liberal y republicano" y "nunca se formó en posiciones radicales", destacó el politólogo Fernando Giraldo a la AFP.
"Asumió el ministerio de la Defensa como paso obligado para llegar a la Presidencia. Le tocó hacerlo con un gobierno que era radicalmente antiguerrilla, y como estratega que es sabía que tenía que asumir ese costo. Pero su objetivo es pasar a la historia y para eso necesita encontrar la paz para Colombia después de 50 años de conflicto", refirió este analista.
Timoleón Jiménez, de 53 años, también conocido como Timochenko, sucedió en noviembre de 2011 a Cano en la dirección suprema de las FARC, y decidió continuar los contactos con el gobierno.
Conocido como el jefe de la contrainteligencia en la guerrilla, el comandante más joven del Secretariado (cúpula de mando) es descrito como un jefe militar, pero a la vez político.
"Timochenko no ha sido un radical, se podría decir que pertenece al ala pragmática de las FARC, y a diferencia de Cano no es un dogmático", señaló a la AFP Ariel Avila, investigador de la Corporación Nuevo Arco Iris, que analiza el conflicto interno colombiano.
"Siempre fue favorable a encontrarle una salida negociada al conflicto. El se siente políticamente capacitado y aspira a que las FARC puedan convertirse en un movimiento político", añadió este experto.
Jiménez, cuyo verdadero nombre es Rodrigo Londoño, militó en la Juventud Comunista y recibió cursos de formación ideológica en la extinta Unión Soviética.
A su regreso a Colombia, en 1979, se unió a las FARC. En dos años, se convirtió en comandante de frente. En 1982, con 23 años de edad, integró el Estado Mayor de la guerrilla, de 30 miembros, y a los 26 pasó a conformar su Secretariado, compuesto por siete comandantes.
A principios de 2012, Timochenko remitió una carta a Santos en la que le llamó a entablar "una hipotética mesa de conversaciones, de cara al país" y días después se comprometió a cesar el secuestro de civiles, una de las más insistentes demandas del jefe de Estado.
En abril pasado, las FARC liberaron a los últimos 10 policías y militares que mantenían secuestrados. Santos reconoció entonces que la guerrilla había dado un paso hacia el establecimiento del diálogo, aunque lo calificó de insuficiente.
Sin embargo, desde principios de año se desarrollaban en La Habana las conversaciones secretas que derivaron en el acuerdo preliminar en base al cual se instalará formalmente este jueves en Noruega el proceso de paz.
"Hay un acuerdo general firmado en La Habana ante testigos y garantes internacionales. (...) Mal haríamos a estas alturas en adoptar desconfianzas personales", dijo Timochenko el lunes pasado.
La coincidencia de ambos al mando de los dos bandos enfrentados desde 1964 fue descrita por Giraldo como el encuentro de "dos personas moderadas y pragmáticas, que crean una expectativa positiva. Esperemos que no nos lleven a un fiasco, porque nunca antes había habido mejores condiciones", declaró.