Cuatro aspectos que hacen muy particular la controversia alrededor del estado de salud del Presidente pero sobre todo del Vicepresidente.
No hace falta recapitular los detalles de una situación tan sui géneris como la vivida por Colombia esta semana, para darse cuenta que es la primera vez que el Presidente y el Vicepresidente registraron problemas de salud casi simultáneamente.
Bueno, dicho con mayor exactitud: primera vez que, mientras el presidente Juan Manuel Santos requirió ser intervenido quirúrgicamente, el vicepresidente Angelino Garzón aún estaba recuperándose con sorprendente éxito de un percance médico.
Es la primera vez, por lo menos dentro de lo que se sabe, porque el misterio suele rondar el tema.
De por sí el restablecimiento de la Vicepresidencia es tan reciente que la lista de quienes la han ocupado es cosa de un par de renglones: Humberto de la Calle, Carlos Lemos, Gustavo Bell, Francisco Santos y Garzón. Otra razón para que sea la primera vez.
Solo el fallecido Lemos asumió por diez días la Presidencia mientras Ernesto Samper se sometía a un chequeo médico, aunque la revista Semana, en enero de 2008 habló con el galeno canadiense Jonathan Meakings que negó que el viaje presidencial fuera médico, entre otras coas porque “la salud del Presidente es perfecta”.
Y ahí volvemos a los misterios. Aunque si de secretos se tratara, probablemente ninguno de los colegas de Samper saldría bien librado, en particular en temas médicos.
Solo hasta ahora Colombia vino a saber que César Gaviria, antecesor de Samper, fue operado de un cáncer de próstata. Eso fue en 2005, es decir 11 años después de abandonar el poder. Diría que era un civil más y que su salud no era asunto de Estado. Ya no era Secretario de la OEA. Y solo en junio siguiente asumió la presidencia de la Dirección Nacional Liberal. Pero deja el sabor de que quizás tenga otros guardados de sus cuatro años de gobierno.
Respuestas a interrogantes similares se llevó a la tumba Virgilio Barco, precursor de Gaviria, quien se retiró de la vida pública al ser diagnosticado de cáncer y Alzheimer, falleciendo el 20 de mayo de 1997, siete años después de haber dejado la Casa de Nariño. Se dice, sin que en realidad pueda confirmarse, que ambas enfermedades, pero especialmente la segunda, ya las padecía siendo Presidente.
Sin embargo, ese supuesto silencio sobre la condición médica de Barco contrastaría con el episodio más parecido al actual, en el que se obró en forma similar: en 1987, durante un viaje al Lejano Oriente el Mandatario debió ser operado en Seúl, Corea, víctima de una diverticulitis. La ciudadanía fue oportuna y ampliamente informada de la situación. No había Vicepresidencia, luego no hubo un Garzón a quien el Senado ordenara hacerle un examen.
Pero para mencionar misterios de esta clase no hace falta ir tan atrás. En enero Ernesto Macías, jefe de prensa del expresidente Álvaro Uribe, declaró que la información de que su jefe padecía de queratosis precancerosa, que correspondería a la primera etapa en el desarrollo del cáncer de piel, “a nosotros también nos sorprendió, no tiene asidero, no existe, su estado de salud es normal”.
Sin embargo, esta semana el médico y periodista argentino Nelson Castro, autor del libro Enfermos de poder, en que analiza los numerosos casos de mandatarios enfermos sostuvo la semana que la enfermedad de Uribe ya estaba durante el ejercicio de su poder y que esa era la razón de que utilizara sombreros de ala ancha.
Al igual que Barco, Uribe puede contrastar esa afirmación con que en sus ocho años de gobierno informó no de una sino de tres enfermedades que tuvo: laberintitis (2005), otitis (2007) y gripe porcina (2009).
En fin, aunque como se ve no hay elementos objetivos para concluir que los presidentes colombianos han ocultado complicaciones graves de salud, también cabe la duda. Y esa podría ser otra razón para que la situación que viven Santos y Garzón sea la primera registrada.
Sin embargo, estas dos características quedan como meramente anecdóticas frente a cuatro singularidades de este caso.
1. El estado de salud
Que el Jefe de Estado y quien deba reemplazarlo en sus ausencias temporales o absolutas gocen de plenas capacidades para ejercer la primera magistratura es un requisito indispensable que tienen que llenar los involucrados.
Hasta ahora la ley estipula que ante la falta absoluta del Presidente, la posible incapacidad física del Vicepresidente sea certificada por el Congreso en pleno. Por eso Garzón se negó a ser examinado, porque lo que el Legislativo certifica es su imposibilidad de suceder a Santos que, como lo dijo el Vicepresidente, no necesita ser reemplazado.
A la luz del artículo 205 constitucional, que para dar lugar a la elección de otro Vicepresidente especifica que sus faltas absolutas son “su muerte, su renuncia aceptada y la incapacidad física permanente reconocida por el Congreso”, el artículo 18 de la Ley Quinta, reglamento del Legislativo, menciona entre las atribuciones constitucionales del Congreso pleno “elegir Vicepresidente de la República cuando sea menester reemplazar al elegido por el pueblo. Así mismo, proveer el cargo cuando se presente vacante absoluta” y, acto seguido, “reconocer la incapacidad física del Vicepresidente de la República, la cual origina una falta absoluta”.
El artículo 26 de la misma ley dice: “Los informes médicos y el cuadro sintomático certificado, posibilitarán al Congreso para declarar en estado de incapacidad permanente al Vicepresidente de la República. Tal declaración se extenderá por escrito y en un término no mayor de tres días al Presidente de la República y al mismo Vicepresidente”.
Coincidiendo con los quebrantos de salud del vicepresidente Garzón, el 5 de marzo el senador Juan Lozano, del Partido Social de Unidad Nacional (La U), radicó un proyecto de ley que obliga a los mandatarios a practicarse un examen médico integral anual para demostrar que pueden ejercer el poder directamente.
La iniciativa ya cursó sus primeros dos debates en el Senado, tiene ponencia positiva de los representantes Gloria Stella Díaz (MIRA), Víctor Raúl Yepes (Partido Liberal) y Armando Zabaraín (Partido Conservador), y espera ser agendado por la Comisión Séptima para tercer debate en la Cámara.
"Se trata de un tema de Seguridad Nacional que permite proteger la soberanía nacional, cuando quienes están encargados de protegerla -en todos los niveles del Estado- no están en condiciones de hacerlo y ponen en peligro la misma existencia del Estado", explicó Lozano.
Además del Presidente, el Vicepresidente, los gobernadores y alcaldes, ministros, directores de departamentos administrativos y los oficiales que conforman la cúpula militar, también estarán obligados a practicarse un examen médico integral cada año para demostrar que pueden ejercer el poder directamente y no por interpuestas personas.
El examen lo realizará un médico de la EPS a la que estén afiliados, galeno que deberá presentar un informe público en caso de evidenciar la existencia de enfermedades neurodegenerativas, desórdenes cognitivos, trastornos mentales o impedimentos físicos severos que les impidan cumplir sus funciones a cabalidad.
El Senado de la República deberá reunirse para estudiar el informe del estado de salud del Presidente y del Vicepresidente y decidir sobre la procedencia de la declaratoria de falta absoluta por incapacidad física permanente o falta temporal por enfermedad.
2. La figura vicepresidencial
Lo que si no es tan evidente y hace parte de un debate de otra índole es la inutilidad de la Vicepresidencia y el interés por volver a la figura del Primer Designado.
Al principio se mencionó que la Vicepresidencia era cosa reciente. Desde su eliminación en 1910, quien estaba en la primera línea de sucesión en caso de ausencia absoluta o temporal del Presidente era el Primer Designado, elegido cada dos años por el Senado. La Constitución de 1991 sustituyó la Designatura nuevamente por la Vicepresidencia, pero permitió la elección de Designado hasta culminar el periodo del presidente César Gaviria. Ese último Designado Presidencial fue precisamente Santos.
En la Asamblea Constituyente de 1991 la Vicepresidencia surgió como una alternativa de sucesión más democrática. Al ser elegido en la misma dupla del Presidente, el segundo de a bordo gozaría de una mayor legitimidad en el momento de sustituir a su cabeza de fórmula.
Pues bien, el 31de julio un grupo de congresistas encabezado por el representante Telésforo Pedraza, del Partido Conservador, radicó el proyecto de acto legislativo número 46 de 2012 Cámara, “por medio del cual se elimina la figura de la Vicepresidencia y se crea la institución de la Designatura”.
Pedraza ha declarado que la iniciativa no surgió del desempeño o la salud del actual Vicepresidente, sino que él y sus colegas consideran que la figura quedó mal diseñada y que le significa un gasto oneroso al Estado sin que tenga tareas específicas.
De hecho, el proyecto propone en su artículo final: “El presente acto legislativo rige a partir del 7 de agosto de 2014. El actual Vicepresidente continuará en su cargo hasta el 7 de agosto de 2014”.
La reforma constitucional ya tiene ponencia positiva desde el 29 de agosto radicada por el grupo mayoritario coordinado por los representantes Heriberto Sanabria (Partido Conservador), Roosevelt Rodríguez (La U) y Adriana Franco (Partido Liberal) y se encuentra agendada en la Comisión Primera de la Cámara. El representante Germán Navas, del Polo Democrático, presentó ponencia negativa.
3. Situación personal
Aunque concretamente los legisladores Lozano y Pedraza han expresado que sus propuestas no son en contra del vicepresidente Garzón y en sus casos no hay ningún elemento para contradecirlos, no cabe duda de que sí hay asociado al debate sobre la salud del alto funcionario una animadversión con nombre propio.
Ese malestar se expresó desde el momento en que Santos, buen ajedrecista él, anunció a Garzón como su fórmula vicepresidencial. Y no se ha acallado. Por el contrario, cada vez que el Vicepresidente opina en la dirección que todo el país conoce de antemano y el Presidente más que nadie, que por eso mismo lo tiene a su lado, saltan esos enemigos gratuitos a despedazarlo, a inventar que el primer Mandatario está molesto por sus expresiones y a pedirle la renuncia.
Para la ciudadanía ver a Garzón recuperarse, casi que regresar de la muerte, ocasiona una emoción solo comparable con la que se siente por los seres más allegados. Pero para aquellos detractores, la enfermedad del Vicepresidente se convirtió en una nueva oportunidad para intentar sacarlo del cargo.
Infortunadamente para esos personajes hostiles, el vicepresidente Garzón en una demostración de sus plenas capacidades mentales rechazó el examen médico expresando con claridad que la ley que rige ese tema prevé que se practique solo cuando es inminente la necesidad de elevar al primer Mandatario, hizo una ronda de medios explicando su posición y, además, se ubicó en una posición estratégica al declarar que una persona en condición de discapacidad puede gobernar: “soy consciente que tengo limitante de motricidad, nunca las he ocultado y siempre he dado la cara, y si mañana, Dios no lo quiera, yo no tuviera más rehabilitación, al final quedaría como una persona en condiciones de discapacidad”; expresando a continuación que “ninguna persona en condiciones de discapacidad en Colombia está impedida para gobernar nuestro país o para gobernar una región o una ciudad. Soy el primero en defender que una persona en condiciones de discapacidad puede gobernar”.
Y ojo: aunque la ley contra la discriminación no equipara la discapacidad junto a otras condiciones, el hecho es que “el que arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio de los derechos de las personas por razón de su raza, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual, incurrirá en prisión de 12 a 36 meses y multa de 10 a 15 salarios mínimos legales mensuales vigentes”. La discriminación es un delito en Colombia.
4. Reelección
¿Cuáles serán las realidades políticas del momento en que el presidente Santos deba anunciar si aspira a la reelección? ¿Habrá podido construir –y entregar– la mayoría de las 100.000 viviendas gratos? ¿Habrá podido torcer la mano negra que se opone a la Ley de Víctimas? Pero quizás más importante, ¿habrá podido acordar la paz con las Farc?
De las respuestas a esas y otras preguntas dependerá cual sería la fórmula vicepresidencial de Santos en una eventual campaña reeleccionista.
Tan consiente de esto es Garzón, que cada vez que defiende el origen popular de su elección define su periodo como Vicepresidente hasta el 7 de agosto de 2014.
Pero que no se engañen los malquerientes del vicepresidente Garzón: es mucho más probable que vuelva a ser coequipero de Santos, porque hasta ahora ha cumplido a cabalidad el papel que le asignó el Presidente.
¿Qué papel es ese? “A mí no me eligieron Vicepresidente para decirle al Presidente lo que sus castos oídos quieren escuchar. Se equivocan quienes creen eso”, dijo Garzón hace poco más de un mes.