En un país polarizado alrededor del accidentado proceso de paz, pero también impactado por los escándalos de corrupción y la crisis económica, es obvio que la imagen del Jefe de Estado se vea afectada por esa división de criterios ¿Cómo se llegó a esta situación? ¿Por qué es más popular en el exterior que a nivel local? ¿Hay tiempo para revertir esa percepción de desfavorabilidad?
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La popularidad política es definitivamente cosa misteriosa y efímera. Aun así es uno de los elementos primordiales que definen el mundo contemporáneo donde la imagen cuenta más o, por lo menos, igual que la realidad. Y eso también ocurre, por supuesto, para Colombia: hay imágenes favorables aparentemente indestructibles, como la del expresidente Álvaro Uribe, lo que llaman el teflón, o imágenes que irremediablemente se mantienen en índices negativos, como la del presidente Juan Manuel Santos.
"No obstante, Santos es la figura política colombiana de mayor popularidad a nivel del exterior, en gran parte por el apoyo mundial al proceso de paz"
En los Estados Unidos, donde se inventó esa manera de medir las cosas, es ya materia de vieja data. No obstante, antes una buena imagen era asunto indisociable de una buena gestión de gobierno y era la única manera de mantener un capital político acorde con los sentimientos populares. Desde la última campaña presidencial en ese país, entre Donald Trump y Hillary Clinton, donde se dio el choque de dos personajes abiertamente impopulares, estas circunstancias dieron un viraje porque ambos tenían altos índices de desfavorabilidad y hoy en día incluso el presidente Trump fomenta ese escenario profundamente divisivo a fin de representar con más ahínco y fervor el sector que lo llevó al gobierno. De esa manera, mientras Trump no goza de buena imagen general, no ocurre así dentro del Partido Republicano del cual era una figura extraña y relativamente ajena. Por el contrario, en la actualidad Trump ha crecido en los que se dicen miembros de esa colectividad de un 65 por ciento a un 84 por ciento de favorabilidad, acorde con los sondeos hechos desde que tomó posesión. Aun así, en términos generales se mueve en un promedio de 40 por ciento favorable y 55 por ciento desfavorable, cuando se trata de la totalidad del país.
El despunte de la nueva manera de hacer política, donde se trata primordialmente de exaltar las debilidades del contrario, ha hecho que ella se desenvuelva en medio de una pugna de desfavorabilidades en vez del conjunto de solidaridades que solía entrañar en otra época. De hecho, la irrupción irreversible de las redes sociales ha colaborado en buena medida en el asunto, mucho más en los Estados Unidos donde las campañas políticas viraron hacia el énfasis negativo hace ya tiempo. Antes, una buena imagen era producto de una buena gestión, al igual como una buena gestión generaba las condiciones para mantener una imagen favorable. Lo mismo, en general, para cualquier político. Hoy las cosas son a otro precio.
Distintas ópticas
En Colombia, como se sabe, desde hace un trecho para acá, especialmente desde la segunda vuelta de la campaña presidencial de 2014, el énfasis en los elementos negativos, sean ellos exagerados o incluso inventados, está a la orden del día. Sin embargo y paradójicamente ya no sucede hoy lo que ocurría previamente, es decir, que las favorabilidades más altas aseguraban una elección. De todos modos también hay ejemplos en los cuales la favorabilidad sigue preponderando, como ocurrió con la última elección francesa, con Emmanuel Macron. No obstante, en la actualidad, a pocos meses de posesionado, su imagen se ha desplomado a la mitad de casi el 70 por ciento que alcanzó a obtener. Habiendo sido prácticamente un desconocido la factura de cobro solamente se la comenzaron a pasar después, cuando ya estaba en el ejercicio del cargo.
Nadie dudaría, frente a la ambivalencia de la imagen política que hoy se da habitualmente en todas partes del mundo, que en ese aspecto en Colombia existe el fenómeno político de Álvaro Uribe Vélez. Muy pocas personas registran una favorabilidad constante, mucho menos en un país con las incidencias colombianas. De hecho, Uribe ganó el doble mandato de sus presidencias, en la primera vuelta. Y hoy, cuando es jefe del partido de oposición y ocupa una curul en el Senado de la República, su imagen, según la última encuesta de Gallup, es positiva en un 52 por ciento. Llegó a épocas, cuando Juan Manuel Santos aparecía como sucesor suyo, en la campaña de 2010, a gozar del 80 por ciento de popularidad. Esto, precisamente, permitió que su entonces pupilo lograra una gran votación en la primera vuelta y llegara a la más grande votación de la historia, hasta hoy, en la segunda vuelta de 2010. Paulatinamente los lazos se fracturaron y en la actualidad, como se dijo, Uribe está en el 52 por ciento de favorabilidad, el líder colombiano con la imagen más positiva, manteniendo esa posición por más de 15 años consecutivos.
La separación
En contraste, la imagen política del presidente Juan Manuel Santos, desde que se separó de Uribe o este lo hizo de él, casi desde comienzos de su primer mandato, ha naufragado paulatinamente en la impopularidad mientras que su favorabilidad tan solo es del 14 al 18 por ciento en las encuestas de Yanhaas o de 20 a 25 por ciento en las otras. No deja ello de ser extraño en un galardonado con el Premio Nobel de Paz y quien llevó a cabo la desactivación guerrillera de las Farc. Pero la impopularidad comenzó a hacerse evidente, no solo con la ruptura de Uribe, sino con la pérdida del pleito con Nicaragua. Más adelante, sin embargo, la situación empeoró definitivamente con la frase “el tal paro agrario ese no existe”, lo cual exacerbó los ánimos de una situación que estaba en vías de controlarse y repentinamente se salió de madre. Fue ahí cuando, por primera vez, el mandatario llegó a un 18 por ciento de aprobación. Luego la campaña para la reelección le sirvió para recuperar oxígeno, aunque perdió la primera vuelta. En su segundo mandato, mientras llevaba a término las prolongadas negociaciones con las Farc, el país entró en picada económica. En medio de ello, Santos perdió sorpresiva y estruendosamente el plebiscito para refrendar el acuerdo de paz con la anterior organización guerrillera. De ello hace un año y ni el Premio Nobel ni la visita de Su Santidad Francisco han valido para mejorar su popularidad.
Contrastes
Mandatarios reelegidos, como Barack Obama, mejoraron superlativamente sus índices de popularidad al final de su doble mandato. Inclusive, en Colombia y de haberlo autorizado la Corte Constitucional, Álvaro Uribe hubiera podido correr para un tercer mandato con un triunfo prácticamente asegurado. De otra parte, no obstante, Santos es la figura política colombiana de mayor popularidad a nivel del exterior. Su aspiración, como más o menos se sabe, no es estar bien en las encuestas internas, sino pasar a la historia. Sin embargo, la situación por la que atraviesa el proceso de paz, su proyecto principal, en la llamada fase implementación, está poniendo muchas cosas en tela de juicio. La impopularidad presidencial ha hecho, a fin de cuentas, que la coalición en que soportó su doble mandato vuele en mil pedazos. Tendrá que recomponerse a las adversidades porque, de lo contrario, la impopularidad le habrá pasado una dura factura para poder pasar a la historia.
Lo que dicen las encuestas
En los últimos días se dieron a conocer tres encuestas que confirman que la imagen y favorabilidad del presidente Juan Manuel Santos nada que levantan cabeza.
En primer lugar, a comienzos de la semana se revelaron los resultados de la encuesta periódica de Yanhaas Poll, según la cual el 74% de los consultados desaprueba la gestión presidencial, en tanto que solo un 18% la aprueba. Hace dos semanas el indicador de desaprobación estaba en 67%, luego subió a 70% y ahora continuó su tendencia alcista, llegando al ya referido 74%.
Un 73%, de otro lado, desaprueba la gestión del gobierno Santos en la implementación de los acuerdos de paz con las Farc. Y el 67% piensa lo mismo respecto a las negociaciones con el Eln.
El mismo sondeo reveló que solo el 28% de los colombianos encuestados califica como buena/muy buena su situación económica personal y familiar (+2% con relación a la semana pasada), cifra que no se veía desde el mes de mayo.
Frente al estado de ánimo del país, solo el 20% de los encuestados cree que el país va por buen camino (+1% con relación a la semana pasada) y el nivel de optimismo acerca del futuro del país llega solo al 22% (+4% con relación a la semana pasada).
De otro lado, la encuesta Pulso País, hecha por Datexco para La W radio y El Tiempo, reveló el 69% de los consultados tiene una imagen desfavorable del Jefe de Estado. A ello se suma que un 74% desaprueba la forma en que está manejando el país.
El sondeo también encontró que el 71% de los consultados opina que el país va por mal camino, en tanto que solo un 50% cree que Colombia será capaz de construir la paz.
La misma encuesta evidenció que el 78% raja la forma en que el Gobierno está manejando el problema de la corrupción.
La tercera encuesta que se conoció esta semana fue la Gallup, contratada por distintos medios. Según esta medición el 69 % de los consultados considera que las cosas en el país van por mal camino, en tanto que el 70 % desaprueba la gestión del presidente Santos.
En lo que hace al proceso de paz, una mayoría de 55% de los encuestados considera que la implementación de los acuerdos de paz con las Farc va por mal camino.
En la mayoría de los sondeos este año la imagen presidencial positiva se ha mantenido muy baja, con picos positivos muy pequeños. Los temas en que más se raja tienen que ver con el manejo del orden público, el proceso de paz, la economía y la corrupción. A ello se suma que en gran parte de los sondeos cuando se pregunta sobre cuál es la problemática más grave que afrontan las familias, la mayoría responden que la crisis económica.
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