“Desde Colombia queremos hacer un llamado a la calma, un llamado a establecer canales de comunicación entre las diferentes fuerzas políticas en Venezuela para garantizar la estabilidad del país y el respeto a las instituciones y las libertades fundamentales”, sostuvo el presidente Juan Manuel Santos al expresar ayer su preocupación por la situación en Venezuela.
Sin embargo, la declaración fue respondida con un "¡ya basta carajo!", con el que el presidente Nicolás Maduro le exigió a Santos que deje "de meterse en los asuntos internos" de Venezuela, sacudida por una ola de protestas estudiantiles y la detención de un dirigente opositor.
Paz en Venezuela
Santos reiteró su gratitud a Venezuela por el apoyo al proceso de paz. “Nuestros hermanos venezolanos saben que estamos siempre dispuestos a ofrecer nuestro modesto concurso para mantener la paz en Venezuela”, dijo.
El mandatario sostuvo que los colombianos ven con preocupación el desarrollo de los acontecimientos de los últimos días en Venezuela.
“Hacemos votos por que se respeten y se fortalezcan los principios democráticos e instamos al gobierno y a la oposición a que dialoguen sin mirar al pasado para que pueda haber una reconciliación política”, añadió.
El presidente Santos consideró que “estos son momentos para mantener mesura tanto en el discurso como en las acciones políticas y que las diferencias y las protestas se expresen sin recurrir a la violencia”.
“Queremos a Venezuela. Nos duele Venezuela. Todo lo que allá sucede, bueno o malo repercute en Colombia”, puntualizó.
Santos aprovechó para hacer un llamado para que se respeten los derechos humanos de los colombianos residentes en Venezuela.
“Vemos con preocupación las recientes deportaciones de colombianos, compatriotas que han denunciado que han sido deportados sin justa causa”, sostuvo el presidente Santos.
Agregó que “ellos dicen que les quitan sus documentos para después deportarlos.”
El mandatario dijo que ve con preocupación la situación de la nación vecina y manifestó que el único interés que tienen “el Gobierno y todos los colombianos es la estabilidad y la prosperidad de Venezuela”.
Problemas venezolanos
"!Ya basta carajo! ¡Ya basta de que se metan en los asuntos internos de nuestra patria. Los problemas de los venezolanos los resolvemos los venezolanos", dijo Maduro, que rechazó a declaraciones de Santos sobre que Venezuela "deporta y maltrata" a colombianos.
"Y viene Santos a decir que en Venezuela maltrata a los colombianos, que mi gobierno los maltrata y los deporta", lamentó Maduro.
"Me va a venir a dar lecciones de democracia el presidente Santos, cuando yo vengo a defender el derecho a la paz del pueblo de Venezuela (...). Nuevamente comete un error el presidente Santos al dejarse llevar por su simpatía con la derecha fascista de Venezuela", añadió el mandatario venezolano.
Inseguridad, inflación y escasez
En los últimos días, Venezuela ha sido escenario de protestas contra el gobierno de Maduro, encabezadas por opositores y grupos de estudiantes que se quejan de la inseguridad, la inflación y la escasez de productos.
Ayer mismo, dos grandes manifestaciones pacíficas a favor y en contra del gobierno venezolano mantuvieron este martes en vilo a Caracas, tras dos semanas de protestas estudiantiles y violentos desbordes nocturnos.
En una concentración antichavista en el acomodado sector este de la ciudad, irrumpió el líder Leopoldo López y se entregó a la policía (ver recuadro), que lo buscaba por cargos de homicidio tras los desmanes que sucedieron a una marcha estudiantil con saldo de tres muertos la semana pasada.
En Palacio de Gobierno y frente a la manifestación de trabajadores petroleros convocada por el oficialismo, Maduro dijo que "este jefe político de la derecha venezolana ya está en manos de la Fiscalía para responder por sus llamados a la sedición, al desconocimiento de la Constitución".
Ambas marchas marcaron un clímax luego de dos semanas de protestas universitarias iniciadas en San Cristóbal (cerca de la frontera con Colombia) en reclamo por la inseguridad y que fueron creciendo en magnitud, extendiéndose a todo el país e incorporando reclamos por la inflación, desabastecimiento y detenciones de estudiantes.
Las manifestaciones, que tuvieron desbordes violentos, habían sido calificadas por el presidente como "un golpe de Estado en desarrollo".
Oficialistas y opositores se habían reprochado la temeridad de convocar dos marchas que podrían toparse en un país altamente polarizado y que tiene todavía presente abril de 2002, cuando una manifestación opositora hacia el palacio presidencial derivó en un sangriento golpe de estado que derrocó brevemente al entonces presidente Hugo Chávez.
"Justicia injusta"
Miles de opositores vestidos de blanco se congregaron en Plaza Brión.
"Estamos expresando la frustración que sentimos, el país es un caos, no hay insumos en los hospitales, basta de inseguridad, quiero una Venezuela de progreso, donde me pueda quedar", había dicho a la AFP Satle Oviedo, 27 años, trabajadora de un hospital público.
Cerca de allí una joven llevaba una pancarta con la leyenda: "24.763 muertes violentas en 2013. Somos mas que sólo cifras".
La marcha opositora no estaba autorizada y las autoridades habían desplegado un fuerte dispositivo antimotines que impidió a los manifestantes avanzar, como era su propósito, hacia el ministerio de Justicia, cerca del Palacio de Gobierno.
Una marea roja
A la misma hora y a sólo kilómetro y medio otros miles de manifestantes, trabajadores petroleros con los colores oficialistas, iniciaron una marcha de cinco kilómetros hacia el Palacio de Gobierno encabezados por el vicepresidente de temas económicos, Rafael Ramírez.
La manifestación fue convocada para que los petroleros entregaran a Maduro un contrato colectivo de trabajo, calificado por los gremialistas como muy positivo.
Grupos musicales que interpretaban canciones de ritmo tropical y letras revolucionarias, acompañaron a los trabajadores mientras esperaban un mensaje del jefe de estado.
Ramírez, quien lidera la petrolera estatal que genera el 96% de las divisas de venezuela, trocó sus impecables trajes oscuros por la camisa roja chavista y desde el estrado frente al palacio presidencial saludó la "marcha revolucionaria y antifascista" de los trabajadores petroleros./AFP-SIG
Leopoldo López se entregó
El dirigente opositor Leolpoldo López, que se entregó a la justicia en medio de una masiva manifestación, fue llevado por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, hacia una cárcel de las afueras de Caracas, informó Maduro.
"En este momento el compañero Diosdado, él manejando su carro lo está llevando a una cárcel fuera de Caracas a Leopoldo López para que responda ante la justicia", afirmó Maduro ante una multitud de simpatizantes que se concentraron en el recinto del Palacio de Miraflores.
"Yo sé que su padre y su madre, así estén en contra de nosotros, en su corazón saben que salvamos la vida de su hijo", añadió el mandatario, asegurando que las autoridades "están cuidando" a López.
El dirigente opositor, acusado por la muerte de tres manifestantes la semana pasada, se entregó a la policía entre miles de seguidores que intentaron hasta lo imposible que los agentes se lo llevaran
López apareció entre una multitud opositora de la Plaza Brión y desde lo alto de un monumento al prócer cubano José Martí anunció que se entregaría.
"Me presento ante la justicia injusta, ante una justicia corrupta", lanzó López, vestido de blanco y tocado con un crucifijo.
Llevaba una flor blanca en la mano izquierda y la bandera venezolana en la derecha mientras la multitud gritaba "¡Libertad, libertad!" y "¡Va a caer, y va a caer, este gobierno por corrupto va a caer!".
Con gritos, consignas y aplausos le pedían que no se entregara a la Guardia nacional, que desde temprano se habia instalado en esa plaza situada en el distrito Libertador, un feudo chavista.
"Si mi encarcelamiento vale para el despertar de un pueblo (...) valdrá la pena mi encarcelamiento infame", les dijo López, quien abiertamente promueve la "salida" del gobierno de Maduro.
López se bajó de la estatua, abrazó a su esposa y con el rostro tranquilo se dirigió, entre un enjambre de simpatizantes y cámaras de los medios , hacia los guardias nacionales, que lo introdujeron en un camión con rejas y pequeñas ventanillas.
El vehículo, rodeado por un cordón de guardias, arrancó pero su andar fue tortuoso, lento, errático, ante los cientos de simpatizantes que no se resignaban a ver a López detenido.
"¡Libérenlo!", "¡Suéltenlo, cobardes¡" gritaban y bloqueaban el paso del vehículo por las estrechas calles de Chacaito.
"Hermanos, soy Leopoldo, estoy bien, permítannos avanzar sin violencia. Les doy las gracias pero les pido de corazón que nos dejen pasar, les pido que no caiga en la tentación de la violencia", dijo a través de un megáfono desde el interior del vehículo.
Pero fue inútil: el camión no conseguía avanzar. Una camioneta negra, con vidrios polarizados, llegó al lugar y López fue introducido en ella.
El trayecto fue el mismo, con un andar improvisado, que en ocasiones sólo conseguía dar vueltas por una misma zona obstaculizada por pelotones de manifestantes y con el eco de las cacerolas que golpeaban vecinos de la zona. Las protestas eran por su detención pero también por la elevada inflación y la falta de productos básicos.
Expresidentes latinoamericanos
El expresidente de Costa Rica y Premio Nobel Oscar Arias anunció ayer que se sumará a un grupo de exgobernantes iberoamericanos para analizar la crisis política en Venezuela, que consideró preocupante porque puede desembocar en una "guerra civil".
Arias declaró a la radioemisora costarricense Monumental que aceptó un pedido del líder opositor Leopoldo López -quien hoy se entregó a las autoridades venezolanas- de sumarse a un grupo integrado por los exmandatarios Fernando Cardoso (Brasil), Ernesto Samper (Colombia), Ricardo Lagos (Chile) y Felipe González (España).
El Nobel de la Paz 1987 explicó que la tarea del grupo consistirá en analizar la situación y tratar de interponer sus buenos oficios "para devolverle la calma a la sociedad venezolana". "No más que eso", apuntó.
"Se está viviendo momentos de mucha angustia en Venezuela. La situación tiende a empeorar después de los acontecimientos del pasado 12 de febrero", que dejaron tres muertos, afirmó el exgobernante.
"Lo único que quisiera es ver que las cosas se normalicen, que vuelva al calma. Para esto el gobierno tiene que entender que hay una insatisfacción en la gente por lo que está sucediendo en Venezuela, no sólo la inflación más elevada de América Latina y una gran inseguridad, sino la violencia, que ya ha dejado a tres personas asesinadas", indicó.
Arias dijo que el gobierno del presidente Nicolás Maduro debe escuchar a la oposición y evitar el uso de la fuerza militar contra los manifestantes "porque eso puede calentar demasiado los ánimos y terminar con una guerra civil que nadie quiere".
Agregó que le duele "el silencio cómplice" de los gobiernos latinoamericanos que no han alzado la voz para pronunciarse sobre la situación en Venezuela.
"Está bien que sean amigos del presidente Maduro, que sean partidarios del régimen venezolano, pero ante el derramamiento de sangre lo menos que pueden hacer es levantar la voz para pedir que las cosas vuelvan a la normalidad", afirmó.
Arias expresó además que los organismos internacionales, como Unasur y la Celac, "deberían involucrarse" en el esfuerzo por calmar los ánimos en Venezuela, que ha vivido dos semanas de protestas y este martes tuvo otra jornada de grandes marchas en Caracas, una a favor de Maduro y otra convocada por López.
Acciones norteamericanas
Estados Unidos contempla tomar "acciones" luego que Venezuela expulsara a tres de sus diplomáticos de Caracas, informó ayer la vocera del Departamento de Estado, Jen Psaki.
"Estados Unidos está considerando qué acciones tomar" en acuerdo con la Convención de Viena, anunció Psaki en un comunicado.
La expulsión de tres funcionarios consulares estadounidenses fue anunciada la noche del domingo en cadena nacional por el presidente Nicolás Maduro. "¡Qué se vayan a conspirar a Washington!", había dicho el mandatario.
Pero el gobierno estadounidense fue informado oficialmente el lunes de la medida contra los diplomáticos, a quienes se les dio 48 horas para abandonar el país, señaló Psaki.
Para Psaki, la medida de Caracas es una distracción frente a la creciente crisis económica y la violencia, que han generado protestas impulsadas por estudiantes, a las que se sumaron sectores de la oposición, y que dejaron un saldo de tres muertos y varios heridos.
"Hemos visto muchas veces que el gobierno venezolano intenta distraer de sus propias acciones culpando a Estados Unidos u otros miembros de la comunidad internacional por eventos en Venezuela", dijo Psaki.
"Estos esfuerzos reflejan una falta de seriedad de parte del gobierno de Venezuela para encargarse de la grave situación que enfrenta", añadió.
El canciller venezolano Elías Jaua justificó el lunes la expulsión de los diplomáticos por su participación en "la organización y promoción de estos grupos (estudiantiles) que hoy intentan generar la violencia en Venezuela", precisó.
Pero Washington ha reiterado que los diplomáticos, que ocupaban cargos de segundos secretarios de la embajada estadounidense y dos de ellos fungían como vicecónsules, realizaban actividades de difusión sobre visas estudiantiles para Estados Unidos.