El mandatario más popular de la región, con 75 por ciento, es el presidente colombiano Juan Manuel Santos, en el mismo rango del año previo, según el sondeo Latinobarómetro.
Le sigue la brasileña Dilma Rousseff, con 67 por ciento, aunque con fuerte baja frente al 86 por ciento de 2010.
En contraste, el chileno Sebastián Piñera es el mandatario menos popular tras una brusca caída de su respaldo el último año, desde 55 por ciento a 28 por ciento.
El estudio Latinobarómetro es producido por la Corporación Latinobarómetro, una ONG sin fines de lucro con sede en Santiago de Chile, quien es la única responsable de los datos. En esta ocasión, aplicaron 20.204 entrevistas cara a cara en 18 países entre el 15 de julio y el 16 de agosto, con muestras representativas de 100 por ciento, de la población nacional de cada país de 1.000 y 1.200 casos, con un margen de error de alrededor de 3 por ciento por país.
Según al análisis de Latinobarómetro, las elecciones de mañana, para escoger gobernadores y alcaldes, representan un test para el gobierno de Santos –quien en su poco más de un año de gestión ha logrado un abrumador apoyo de la población (entre 70 por ciento y 80 por ciento según la mayoría de las encuestas) y el respaldo de 90 por ciento del Legislativo– y una prueba para el equilibrio interno de la coalición oficialista (Unidad Nacional) que integran los Partidos Liberal, Conservador, Social de Unidad Nacional (La U), Verde y Cambio Radical.
El resultado se inscribe, considera Latinobarómetro, en una América Latina “escondida detrás de la imagen estereotipada que nace de un desolador siglo XX”.
“La democracia se ha ido consolidando lentamente en sus valores centrales como es el cumplimiento con la ley. Los gobiernos son las instituciones que más confianza han logrado recaudar en estos años, si bien en el 2011 hay un retroceso. El parlamento logra avanzar lentamente en su legitimidad. Una parte sustantiva de la región dice que espera del futuro lo mismo, es decir, espera estabilidad. La estabilidad económica es algo nuevo y fascinante para América Latina. La estabilidad del empleo se ha más que duplicado en la última década y alcanza su punto más alto en el 2011. Nunca antes hubo tan pocas personas con grandes dificultades económicas (10 por ciento). Cuatro de cada diez latinoamericanos tienen hoy un escalón más de educación que el hogar en que nació. Ocho de cada diez latinoamericanos están conectados con el mundo a través del celular. La región se ha alejado de EE.UU., ese país es el país modelo principalmente para Centroamérica, mientras Sudamérica mira crecientemente hacia otras partes del mundo, especialmente Europa. Sobre todo hemos aumentado nuestra satisfacción de vida, independiente de los vaivenes. Nada altera nuestra creciente felicidad. La región ha incorporado al consumo a 150 millones de habitantes en la última década”, consigna el documento.
“Al mismo tiempo la mochila de los pendientes es enorme. Comienza por los problemas económicos que aquejan a una parte muy significativa de la población con bajos sueldos, precariedad habitacional, acceso restringido a la salud, educación de mala calidad, si bien el desempleo se encuentra en uno de sus puntos más bajos. La desigualdad permanece como la mayor de las amenazas, la discriminación como su consecuencia cultural más inmediata. La tolerancia y la confianza son bajas, no confiamos en los partidos políticos, tampoco confiamos en el prójimo. La democracia no ha podido cambiar esas coordenadas centrales de nuestra cultura cívica. En el año 2011 castigamos principalmente a los gobiernos, especialmente a los que habían hecho bien tu tarea el año pasado. El cambio de gobernante es una de las razones para exigir más, pero también hay un estado de malestar porque el aumento de la riqueza no trae consigo la esperada distribución. Los gobiernos no logran aumentar la percepción de que se gobierna para la mayoría. Hay sensación de abuso y de privilegios indebidos”, publicó Latinobarómetro.
“Hay bajos niveles de satisfacción hacia el Estado, inferior al de los gobiernos. Las principales amenazas están en el crimen de todo tipo, el organizado, el narcotráfico, la violencia en general que desata la ira contra los que tienen demasiado. Hemos visto la explosión de demandas en Chile, que con su éxito económico muestra cómo el crecimiento por sí sólo no sirve para satisfacer las demandas. Es más bien, como este crecimiento se distribuye al interior de cada sociedad lo que cuenta para comprender el grado de descontento. En el año 2011 aumenta la percepción de injusticia en la distribución del ingreso. Las clases medias emergentes más educadas piden un pedazo mayor de la torta. Hay un retroceso en la percepción de los beneficios del crecimiento. La desaceleración del crecimiento terminó de convencer a los ciudadanos que éste no está bien repartido. El castigo se ve en todo tipo de indicadores desde la percepción de progreso, hasta la confianza en las instituciones. Los gobiernos el año 2011 lo hacen menos bien que en el 2010. La satisfacción con la democracia disminuye 5 puntos a la par con el PIB por primera vez como lo hizo con la crisis asiática, y el apoyo a la democracia acusa un impacto disminuyendo 3 puntos”, concluye el informe.