Santos, alerta temprana | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Abril de 2012

El último sondeo  mostró una baja en la favorabilidad presidencial ¿Qué está pasando? ¿En dónde están las falencias? ¿Cómo reaccionar? Un análisis de las circunstancias que debe tener en cuenta el Ejecutivo para revertir la tendencia antes de que la situación entre en terreno crítico, más aún cuando en el país político subyace el tema de la reelección.

Los últimos sondeos muestran algunos resultados sorpresivos. El hecho de que el presidente Juan Manuel Santos haya descendido en su favorabilidad de noviembre a hoy, según lo indica la gran encuesta de RCN-Semana, demostraría algunas dificultades de comunicación gubernamental.

En la ocasión anterior, cerca de la baja de alias Alfonso Cano en noviembre de 2011, Santos había llegado a 64% de popularidad. En la semana anterior, luego de la Cumbre de las Américas, ella había descendido a 58%, con una desfavorabilidad creciente de 32%.

Desde el punto de vista político, el termómetro se mueve básicamente sobre si Santos aspirará o no a un segundo mandato. De otro lado, la medición en torno al ex presidente Álvaro Uribe, tras sus últimas entrevistas, columnas y twitteres, sobre como sería percibido por la opinión pública, era igualmente una incógnita.

En general, las encuestas sobre el gobierno Santos han coincidido en su salida a campo investigativo con grandes hechos políticos. Tanto las bajas de alias Mono Jojoy como de alias Cano, así como la Cumbre de las Américas, suponían una imagen en alza. Aun así desde que lograra 9 millones de votos en la segunda vuelta de las elecciones de 2010 y tras su posesión, Santos ha venido perdiendo terreno en las encuestas, indistintamente, en unos 12 puntos consolidados.

Las encuestas, sin embargo, no suelen producir todas los mismos resultados, como las que a cada tanto emite el Centro Nacional de Consultoría por CM&. En la última de Napoleón Franco, contratada por RCN y Semana, se mantiene no obstante esa línea de percepción descendente.

Si ello ocurre con la imagen presidencial, no sucede lo mismo con la percepción del Gobierno en general, que resulta ascendente frente a noviembre pasado. Aun así parecería mostrarse cierto desgaste y particularmente el hecho de que, a diferencia de los mandatos de Uribe, es al Presidente al que se le pasa factura en vez de a sus ministros. De alguna manera no son ellos, pues, los fusibles que se supone deben ser en un régimen presidencialista. Lo cierto, no obstante, es que Santos ha pretendido un gobierno más global, menos determinado por el liderazgo presidencial, y articulado con base en el trabajo de equipo. De la micro gerencia que varios aducían en cuanto al gobierno Uribe se ha pasado más bien a la delegación y la evaluación gubernamental por resultados.

La reelección

Los últimos rubros ponen a pensar, ciertamente, en el tema de la reelección. Aunque Santos se ha cuidado específicamente en decir que durante este año no musitará nada al respecto, subyace, en todo caso, esa posibilidad como el epicentro de la política nacional.

Santos, durante su gobierno, se ha cuidado en establecer especialmente dos criterios: Uno, constituir un gobierno centrista, y otro generar una amplia coalición, denominada de Unidad Nacional, a los efectos, con fines de tramitar la legislación en el Congreso.

Mantener a un país como Colombia, lleno de torbellinos y vicisitudes, en el centro del espectro político, no es fácil. Mucho menos cuando el país venía acostumbrado, tanto en el gobiernismo como en la oposición, a dividir la política por bandos. Esa polarización les permitió réditos a unos y a otros, en el oficialismo gubernamental o en la oposición, como la del Polo, que antes era una realidad inexistente.

El cambio en las reglas del juego, auspiciado por Santos, ha logrado que la mayoría de Partidos esté de su lado, mientras que los opositores sean prácticamente inexistentes. No obstante, mientras Santos cuenta con 85% del Congreso, bajo la consigna de la Unidad Nacional, y buena parte de los medios de comunicación, ello no se traduce en las mismas proporciones en su favorabilidad cuando se trata de encuestas. El bache entre lo uno y lo otro demuestra que hay un espacio gigantesco, libre de interpretación política.

Asimismo, el centrismo practicado por Santos como formulación política, desde la centro-derecha a la centro-izquierda, aún no termina de acoplarse. El retorno del país a ese modelo coalicionista moderado, que inició en el Frente Nacional y se mantuvo en buena parte durante las décadas siguientes, hasta la aparición de Uribe, presenta todavía múltiples vicisitudes. Síntoma principal de ello es la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras que, además del debate público, produce en el subfondo amplias controversias. El presidente Santos ha querido blindar su proyecto estrella y situarlo en el centro, protegiéndolo de lo que llama “las amenazas de la extrema derecha y la extrema izquierda”. Esto para demostrar, en un solo caso, las dificultades de articular una política centrista.

El presidente Santos se ha querido mostrar como un progresista bajo otros elementos, como su propuesta de abrir el debate sobre la legalización de las drogas. En el último sondeo, sin embargo, alrededor de 70% del país está contra ello y sólo 20% favorece esa posibilidad. En resumen, Colombia está decididamente contra la legalización de las drogas y teme un escenario diferente en el que tradicionalmente se ha movido el país. Desde el punto de vista de la opinión propiamente dicha, la propuesta de Santos no ha tenido la sintonía y el recibo que se suponía. Indudablemente, en caso de presentarse a una reelección, la propuesta sería tremendamente incómoda en un teatro proselitista.

Paz y guerra

En tanto, el país piensa que la vía de un acuerdo de paz con la guerrilla es una alternativa susceptible de reintentarse. Lo que, no obstante, encuentra de inmediato una talanquera en el hecho de que a corto plazo los encuestados no vislumbran mayores posibilidades de éxito. En tal sentido, Santos, en el discurso, se ha movido en torno a la metáfora sobre el cierre o la apertura de la ventana hacia la paz negociada. Ha dicho que la llave está en su bolsillo, pero ha sido claro en que no la utilizará sino al momento de sentirse totalmente seguro de ello. Las más altas cotas de popularidad de Santos se han dado en el momento de las bajas de alias Jojoy y alias Cano. En las últimas semanas la estrategia ha cambiado de los objetivos de alto impacto al ataque de frentes guerrilleros en general. Si bien la liberación de secuestrados por parte de las Farc y su anuncio de proscribir el secuestro significaron en los sondeos un viento de cola favorable a la apertura de un proceso, en todo caso alrededor de 30% sigue prefiriendo la salida militar hasta liquidar el fenómeno guerrillero.

Siendo así, la política centrista de Santos, que pretende tomar de ambos lados, aún está por definirse y es evidente que en manera alguna abandonará la iniciativa militar.

Paradojas

De otra parte, aunque Santos sigue recibiendo muy buenas calificaciones en cuanto a las relaciones internacionales (61%), las repercusiones de la Cumbre no tuvieron la incidencia favorable que pudiera presumirse, no solamente por ser Colombia el anfitrión, sino por haber sido Santos reconocido de carátula en la revista Time. Eso, que sin duda podría catalogarse de un hecho político de gran impacto, no cambió sin embargo el sentido de las encuestas. De la Cumbre es evidente que lo que catalogó como sus “nuevos mejores amigos” en los Presidentes de Venezuela y Ecuador, no tuvo la reciprocidad que se esperaba. De no ser, en todo caso, por su exposición positiva en cuanto a las relaciones internacionales, en la encuesta, es posible que su favorabilidad fuera menor.

Los resultados económicos, donde el país está creciendo alrededor de 6%, permitirían avizorar índices altamente positivos en los sondeos sobre la materia. Pero el desempleo sigue siendo la preocupación fundamental, y en alta proporción, de los colombianos. Si bien el DANE ha presentado evaluaciones favorables al respecto, debe entenderse, de otro lado, que el cambio en la composición estadística no representa necesariamente el verdadero espectro de lo que está ocurriendo en Colombia con el empleo.

Un Presidente con 58%, a veinte meses de su posesión, está más o menos en las cotas tradicionales de Colombia para cualquier cuatrienio, antes de que se presentara la modificación constitucional de la reelección presidencial consecutiva. Así se hizo en ese momento, por cuanto Uribe oscilaba entre 70 y 80% de favorabilidad, y su más baja cota era de 67%. Si bien, en su momento, Santos llegó a bordear los mismos rubros, su promedio estable ha sido más bien entre 55 y 65%. El último rubro de 58% demuestra que su tendencia general, salvo por los hechos políticos ya dichos, es a la baja. No obstante, un gobierno en trance de reelección, como lo demuestra el caso de Nicolás Sarkozy, tiende a desenvolverse hacia el alza cuando entra en campaña.

Faltando 28 meses para el término de su mandato, Santos tendrá que esperar el acomodamiento real de su estilo y perspectiva de gobierno dentro del escenario político. Por lo general, es en épocas de elecciones que los mandatarios en trance de reelección buscan el centro, mientras que en épocas gubernamentales marcan su tendencia de modo fehaciente.

Radiografía

Entre noviembre de 2011 y abril de 2012, cuando Santos perdió seis puntos porcentuales, varias cosas han sucedido. No solamente es el invierno, sino algunos otros elementos los que han incidido en el ambiente. Uno de ellos, el continuo monte y desmonte de la Reforma a la Justicia, que no parece ser bien percibida por la opinión. Otro, las fricciones en la interpretación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras entre el Ministerio de Agricultura y el INCODER. Hay que esperar la decantación real en referencia a las relaciones con Venezuela y Ecuador, luego de la Cumbre de las Américas. Por igual, en estos cuatro meses las Farc y las ‘Bacrim’ han copado titulares con sus acciones en diferentes Departamentos.

En tanto, otro de los cambios sustanciales está en la percepción paulatina que la opinión pública tiene del ex presidente Álvaro Uribe. Hoy, según los resultados del sondeo, el ex mandatario es considerado un opositor al presidente Santos, cuando antes se vislumbraba como un hombre cercano. Su pretensión de diferenciarse del Gobierno, sin comprometer al Partido de La U, según lo dijo en estos días, ha sido lograda. El hecho es que, con 56% de favorabilidad, comparte los primeros lugares con el presidente Santos.

Hasta ahora, pues, se ponen los mojones de un pleito político sin resolver. Y si bien, de modo general, la mayoría de personajes nacionales han bajado su exposición, la encuesta demuestra que el punto central de la política menuda colombiana es la fricción Uribe-Santos. Lo que, ciertamente, no deja de ser curioso. Frente al asilo de María del Pilar Hurtado en Panamá y el refugio de Luis Carlos Restrepo en algún país, la mayoría nacional los considera evasores de la Justicia, todo ello pese a que el ex presidente Uribe los ha apoyado. Esto corrobora que Uribe sigue teniendo inmunidad (teflón) ante la opinión pública. Y la división entre él y sus colaboradores es palmaria.

Al mismo tiempo, el alcalde de Bogotá Gustavo Petro baja 10 puntos en el mismo lapso, hasta 33%. Ello deja ver que entre el triunfo y la posesión como burgomaestre se dio un impacto negativo.

Frente al presidente Santos, puede decirse que hay unos resultados intermedios. En América Latina, Sebastián Piñera, presidente de Chile, ha tenido bajonazos de mayor calado, entre 20 y 30%. De otro lado, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff por el contrario ha incrementado su popularidad de 65 a 80%.

La política contemporánea suele ser el arte de crear capital político, más desde el poder, y gastarlo en una u otra dirección de acuerdo con lo que se considere conveniente, sin perder sin embargo sintonía con la opinión pública. El presidente Santos se desenvuelve en un escenario en el que todavía tiene suficiente capital político, pero ha llegado a un margen en el cual no es aconsejable seguir el descenso. La cifra mágica, frente a estos fenómenos mediáticos, es 50%. Cuando se baja de ello el declive suele ser irremediable y se multiplica geométricamente. Por el contrario, cuando se está por encima de esa cota es posible trabajar para multiplicarla favorablemente. Para ello es sustancial una comunicación pronta y efectiva. Como dijo el mismo presidente Santos en su última cumbre ministerial, el Gobierno está haciendo más y tiene mejores resultados de lo que está comunicando. Y ese es el reto a partir de la última encuesta. En resumen, el país siente que el Gobierno va bien pero que está desacelerando.