Un mortífero atentado golpeó a Bengasi, cuna de la revuelta que derrocó al régimen de Muamar Gadafi, en el último episodio sangriento en Libia, afectado por una creciente inseguridad y con una grave crisis política como telón de fondo.
Las autoridades suministraron balances contradictorios. El viceministro de Interior, Abdalá Masud, declaró que al menos 15 personas murieron y otras 30 resultaron heridas, mientras que el ministerio de Salud señaló más tarde que había cuatro muertos y seis heridos.
Masud, quien precisó que se trataba de un "balance provisional", añadió que "la explosión (del coche bomba) destruyó totalmente un restaurante y dañó gravemente varios edificios vecinos".
En tanto, un oficial de la policía de Bengasi, Tarak al Jaraz, afirmó al canal Libya al Ahrar que murieron 13 personas y otras 41 quedaron heridas.
Poco antes un responsable de los servicios de seguridad y testigos habían indicado a la AFP que un coche bomba había estallado cerca del hospital Al Jala, causando "varios muertos y heridos".
"Se ignora hasta ahora si el ataque era contra civiles o iba dirigido contra una persona en particular que se encontraba en el lugar", precisó un responsable de la seguridad de la ciudad.
El director del hospital de Al Jala, Mohamed Belaid, dijo a la prensa que "hemos recibido tres cuerpos y nueve heridos. También hemos recibido pedazos de cuerpos de forma que no podemos determinar de inmediato cuantas personas murieron".
Docenas de personas, incluyendo jóvenes, se concentraron rápidamente en el lugar del atentado e incluso iniciaron las tareas de recoger restos humanos, según el testimonio de reporteros de la AFP.
"Despierta, Bengasi", se escuchaba gritar a varios de los jóvenes en el lugar del atentado, repitiendo una consigna que marcó el inicio de la revuelta popular en la ciudad que condujo a la caída de Muamar Gadafi.
El ministro de Justicia, Salah al Marghani, denunció "un acto terrorista", afirmando que las autoridades "harán todo lo posible por detener a esos criminales", y llamando a los libios a "unirse contra esos actos criminales".
Poco más tarde, en la ONU, el Consejo de Seguridad condenó el ataque "en los más enérgicos términos y destacó el "compromiso de la comunidad internacional en el apoyo a una exitosa transición de Siria a una democracia segura, pacífica y próspera".
Este ataque, que tuvo lugar en pleno día, es el primer en producirse en medio de civiles, y en un barrio bastante animado de la ciudad. Habitualmente los ataques se producen de noche o muy temprano en la mañana, aparentemente para evitar causar víctimas entre la población.
La ciudad de Bengasi, cuna de la revolución libia, ha sido escenario en los últimos meses de varios atentados y ataques contra los servicios de seguridad y contra representaciones de países occidentales.
La semana pasada se produjeron varios atentados con bombas contra comisarías de Bengasi, lo que demuestra una creciente inseguridad en Libia, donde las autoridades, que tienen dificultades para crear unas fuerzas de seguridad eficaces, deben enfrentarse a las milicias armadas.
Este atentado se produce después del levantamiento del asedio a los ministerios de Relaciones Exteriores y de Justicia en Trípoli, impuesto durante más de diez días por milicianos que reclamaban inicialmente una ley que excluyera de la política a los colaboradores y responsables del antiguo régimen de Gadafi.
Pero después de que el Congreso General Nacional libio, la autoridad más importante del país, aprobara esta ley, los manifestantes anunciaron que exigían también la dimisión del primer ministro Ali Zeidan, lo que creó más confusión.
Londres y Washington decidieron evacuar una parte del personal de sus embajadas en Trípoli, donde otras cancillerías occidentales redujeron sus efectivos a causa de los riesgos para su seguridad agravados por una de las peores crisis políticas en el país desde la caída del coronel Gadafi.
En Estados Unidos, el presidente Barack Obama clasificó como una "distracción" la insistencia de sus opositores en ejercer presión por el atentado en la ciudad de Bengasi en septiembre pasado, que provocó la muerte del embajador estadounidense en Libia y otras tres personas.
"Al día siguiente de ese ataque, reconocí que se trataba de un acto terrorista", declaró el presidente estadounidense durante una conferencia de prensa. "El hecho de que se siga hablando (del tema), francamente, tiene mucho que ver con motivaciones políticas", añadió.
Estados Unidos preparó a sus soldados para intervenir en caso de amenaza contra su personal diplomático en Libia, anunció el lunes un portavoz del Pentágono.
"Estamos preparados para responder si las condiciones se deterioran o si nos lo piden", declaró el portavoz George Little. "Hemos desplazado personal y equipamiento", agregó./AFP