La Contralora es reconocida como una mujer a la que no le tiembla la mano, sobre todo en la persecución a los corruptos y derrochadores del erario, aunque se ganado más de una crítica y hasta amenazas
Quienes conocen de cerca a Sandra Morelli le reconocen tres rasgos en su personalidad: es aguerrida, mide cada una de sus palabras y muy terca en la búsqueda de sus objetivos.
En el cargo desde agosto de 2010, la Contralora General ha logrado consolidarse mes tras mes como una mujer de armas tomar y que no teme a medírsele a las problemáticas, por más complejas que sean y sin importar el perfil de los presuntos involucrados en situaciones que puedan derivar en un detrimento al erario público o a su eficacia funcional.
Y las pruebas de lo anterior estuvieron en este 2012 más a la mano que nunca. Por ejemplo, en un país en donde una de las instancias más respetadas es la magistratura judicial, a Morelli no le tembló la mano para señalar con nombre propio a quienes en las altas Cortes estaban posiblemente involucrados en el llamado “carrusel pensional”, una práctica nefanda mediante la cual algunos juristas acceden a cargos de magistrados auxiliares y tras un corto tiempo de ejercicio, dan un paso al costado pero logran elevar sus pensiones en forma sustancial. Aunque algunos sectores del Consejo Superior de la Judicatura quisieron bloquear sus pesquisas, al final logró hacer valerlas facultades del ente de control fiscal.
También ha sido Morelli pieza clave en las investigaciones sobre escándalos de gran calado este año como el de la crisis de Interbolsa, en donde no dudó en denunciar que antes de que la compañía fuera intervenida y luego se diera paso a la liquidación, ella personalmente había advertido a la Superintendencia Financiera sobre las dudas que existían en torno a los movimientos de la principal firma comisionista del país.
Igualmente la Contralora, a la que ya en muchos corrillos le denominan “la generala”, ha tenido un papel clave en desenmarañar todo la trapisonda que se montó en el sistema de salud para desviar o malgastar los recursos para la atención médica de millones de colombianos.
La Contraloría también le ha metido el diente a polémicas muy complejas en los campos minero, ambiental y de infraestructura, al tiempo que no dudó en que tras cada escándalo denunciado por la prensa o en el campo penal o disciplinario, de inmediato se abrieran las respectivas pesquisas fiscales para establecer posibles detrimentos o, incluso, la posibilidad de adelantar juicios fiscales y de repetición contra los funcionarios involucrados.
A la par de todo lo anterior, el ente de control fiscal se ha pronunciado en casos aberrantes de presunta corrupción así como frente a problemas muy puntuales como las pérdidas por el paro judicial; peros a algunas licencias ambientales para proyectos mineros, petroleros y de infraestructura; la inversión de los recursos para amortiguar la emergencia invernal; el problema con los megacolegios y los “niños fantasma”; los dineros embolatados en el escándalo de los Nule; la suspensión del alcalde de Cartagena; los peros a la reforma tributaria; la lupa constante sobre los dineros del sistema de regalías; el seguimiento a la aplicación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras; los programas de seguridad vial; la inversión en resguardos indígenas; los controles sobre las cámaras de comercio; los líos de Saludcoop; el plan de descontaminación del río Bogotá…
En la mira
Obviamente, ante una funcionaria que no le teme a pisar callos, es claro que siempre hay críticas y reparos, unos con fundamento y otros no tanto. Por ejemplo, tras una polémica con el fiscal general Eduardo Montealegre, quien dio unas declaraciones que daban a entender que la Contralora podía estar extralimitándose en sus funciones, la propia Morelli pidió a la Procuraduría que la investigara al respecto.
Las críticas llegan al punto de que hay quienes acusan a Morelli de haberse convertido en una especie de ‘palo en la rueda’ para el avance de algunas de laslocomotoras clave dentro del programa del gobierno Santos.
Incluso estuvo en la mira mediática por asuntos tan áridos como el traslado de la sede de la Contraloría, los roces inacabables con el Auditor General, las polémicas con los sindicatos internos en la entidad y hasta por un lío con mascotas en su residencia particular.
Sin embargo, la “generala” sigue adelante. El presidente Santos la respalda así como algunos sectores de las altas Cortes. En materia de encuestas a la Contralora le va muy bien. Se sabe, igualmente, que es una funcionaria muy amenazada e incluso meses atrás se alcanzó a rumorar sobre una posible salida del país por la inminencia de un atentado, algo que terminó siendo desvirtuado.
En un país en donde no son pocos los jefes de los entes de control que pasan sin pena ni gloria por cargos de semejante valía, Sandra Morelli ha demostrado que no se arredra ante los desafíos y el peso de las obligaciones. Por eso es la MUJER DEL AÑO en este 2012.