San Pelayo, prende la vela y mueve la cadera | El Nuevo Siglo
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Sábado, 8 de Julio de 2017
Armando González

Enviado Especial a San Pelayo. A las tres de la madrugada del sábado 1 de julio, San Pelayo, Córdoba, prendió la vela y salió a la calle a mover la cadera, en la alborada con que comenzó la versión 41 del Festival Nacional del Porro.

Jóvenes y viejos bailaron fandango al son del porro interpretado las bandas provenientes de diversos municipios colombianos que marcharon desde el parque principal de San Pelayo hasta el Complejo Cultural Nacional e Internacional del Porro ‘María Varilla’.

Dicho Complejo es una construcción sin igual en toda la Costa Caribe, administrada por la Fundación Complejo Cultural Nacional e Internacional del Porro ‘María Varilla’, e inaugurado en junio de 2015, durante la versión 39 del Festival.

Aunque todas las generaciones de pelayeros simplemente expresaron la alegría de disfrutar su fiesta, con la música y el baile de su tierra, ante el mundo demostraban que porro y fandango están más vivos que nunca.

En el Complejo, la ‘gran banda’ integrada por una selección de músicos de las agrupaciones participantes en el Festival esperaban al desfile de la alborada para interpretar el himno nacional y luego darles a pelayeros y forasteros más porros para sus fandangos.

Durante la tarde del viernes, el arribo de las bandas a San Pelayo no fue en silencio, pues recorrieron las calles centrales de la población tocando sus porros, de tal manera que en algún momento hubo literalmente una banda en cada esquina.

Tras la inauguración del Festival, las bandas tocaron para el público y el jurado desde el sábado por la tarde en la tarima ‘Alejandro Ramírez’, ubicada en el parque principal.

Porro y fandango

El Festival surgió en 1977 a propósito de los 200 años de la población cordobesa, en la costa norte colombiana, lo que significa dos siglos de fusión europea, amerindia y africana para concebir en San Pelayo el ritmo del porro y el fandango, su expresión danzante.

Este año se realizó la versión 41 del Festival, en que la el jurado entregó el primer premio en la Categoría Mayores a la banda Reina del Porro, de Rabolargo, corregimiento de Cereté, municipio cordobés entre Montería y San Pelayo.

Al cierre del Festival, la Alcaldía de San Pelayo y la Junta Organizadora entregaron la premiación a cada una de las bandas ganadoras y a los ganadores en las diferentes modalidades de porro, así como a los mejores músicos del festival.

“Nos habíamos hecho un compromiso con las bandas y con los cordobeses y cumplimos a cabalidad. Con anterioridad anunciamos que los premios los íbamos a entregar en tarima la misma noche de clausura y lo hicimos”, dijo la alcaldesa de San Pelayo, María Alejandra Forero.

La alcaldesa destacó la organización del Festival en este año, elogió al presidente de la Junta, Jhonald Cavadía, y destacó la buena acogida que tuvo el Festival. En San Pelayo, ya se habla de que ha sido uno de los mejores festivales.

Cultura viva

De acuerdo con los organizadores del certamen, que tuvo como lema "A San Pelayo, una fantasía hecha porro", la versión 41 pretendió “exaltar este magnífico ritmo para seguir proyectándolo y elevándolo al nivel que se merece, desentrañando los valores y costumbres propias de la vida de los cordobeses para dar a conocer la importancia de éste para propios y para quienes nos honran con su presencia”.

También se buscaba y se logró,  con el Festival “fortalecer divulgar y proyectar la naturaleza y el significado sociocultural del porro como construcción permanente de identidad local regional y nacional”, además de “preservar y promocionar la cultura tradicional.

La fusión triétnica comenzó, sostienen los expertos, en la época precolombina, a partir de los grupos gaiteros de origen indígena, para luego incorporar la rítmica africana y asimilar la instrumentación de las bandas (trompeta, clarinete, trombón, bombardino, tuba).

Según el músico e investigador monteriano ya fallecido Guillermo Valencia, más conocido como el Compae Goyo, la principal fuente creativa del porro se encuentra en elementos rítmicos de origen africano, principalmente de antiguas tonadas del pueblo Yoruba, que a orillas de los ríos Sinú y San Jorge dieron lugar al surgimiento del “baile cantado”.

Pero si la alborada pelayera es emocionante por la demostración de que porro y fandango son expresiones populares, el domingo el Festival se viste de colores para el desfile de las Aguadoras de San Pelayo, en la que el baile es invitado de honor.

El desfile se estableció en 1980 en homenaje a las mujeres que proveían de agua a los hogares de San Pelayo, sacando el vital líquido del río Sinú y llevándolo al hombro en sus múcuras: un acueducto humano.