“La renuncia del Santo Padre tiene muchos aspectos muy positivos”, le manifestó a este Diario el cardenal Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana.
Para Salazar, uno de los aspectos es que el papa Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) dio “un ejemplo claro de honestidad”, porque no se aferró al poder: “Él hubiera podido seguir hasta el último momento, pero él cree que en estos momentos la Iglesia necesita una Papa lleno de vigor y el entonces se retira en un gesto de humildad y nos da el ejemplo de un hombre que por su inmenso amor por la Iglesia contempla que su ministerio puede tener otra dimensión, no solamente el de estar al frente gobernando, sino el de retirarse para orar”.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cuál es el impacto real de la renuncia del Papa en la fe de la Iglesia?
RUBÉN SALAZAR: La renuncia del Santo Padre tiene muchos aspectos muy positivos. En primer lugar se había creado la tradición después 600 años que el Papa iba hasta el momento de su muerte. Esto indudablemente creaba ciertas situaciones no siempre fáciles para el gobierno de la Iglesia, porque generalmente los últimos años de los papas eran tiempos en los que ya estaban muy débiles, enfermos. El proceso mismo de la muerte a veces era traumático. El hecho de que el Santo Padre haya renunciado cuando está todavía lúcido, cuando gobierna hasta último momento de su permanencia como Papa abre un camino interesante para elegir hombres más jóvenes.
Por otra parte él da un ejemplo claro de honestidad. Él no se aferra al poder. Él hubiera podido seguir hasta el último momento, pero él cree que en estos momentos la Iglesia necesita una Papa lleno de vigor y el entonces se retira en un gesto de humildad y nos da el ejemplo de un hombre que por su inmenso amor por la Iglesia contempla que su ministerio puede tener otra dimensión, no solamente el de estar al frente gobernando, sino el de retirarse para orar.
ENS: ¿Qué se espera del proceso de elección de nuevo Papa?
RS: La tarea nuestra es elegir al Santo Padre.
Los cardenales de alguna manera representamos a la Iglesia extendida por toda la tierra y por lo tanto con los votos vamos a elegir a aquel que después de un discernimiento en la oración, en la reflexión profunda, descubrimos el que el Señor quiere para dirigir a la Iglesia.
Nosotros hacemos este proceso en un profundo ambiente de fe. Ahí no hay candidatos en el sentido de que nadie de postula. No hay campañas. Cada uno en profundo silencio elige a aquel que en conciencia cree que el Señor elige para este cargo tan importante.
ENS: ¿Este cónclave será rápido?
RS: Todo es posible.
Yo nunca he estado en cónclave. Es mi primera experiencia.
En este momento no hay candidatos que perfilen como favoritos, sino que hay muchas hipótesis y muchas posibilidades.
En principio el abanico papal es muy amplio. Entonces puede darse que desde el primer momento se vea claramente que se dirige hacia un nombre específico o puede darse que haya una gran dispersión.
ENS: ¿Cómo debe ser el nuevo Papa?
RS: Nosotros estamos hablando de la Iglesia Católica, por lo tanto estamos hablando del pueblo de Dios, que es un pueblo congregado por la fe, por la esperanza, por el amor, por lo tanto el nuevo Papa tiene que ser el guía espiritual de la Iglesia.
San Pedro con las palabras de nuestro Señor en la última cena, es para que confirme en la fe a los hermanos. Por lo tanto debe ser un hombre de profunda fe. Esa es la principal cualidad, la fundamental. Debe ser un hombre testigo de la fe, de una altísima espiritualidad, un hombre de Dios y luego tiene que ser del Siglo XXI, tienen que ser conocedor de la historia contemporánea, de lo que está pasando en el mundo, de lo que está pasando al interior de la Iglesia para que pueda ver un verdadero dialogo con el mundo, para que pueda un verdadero diálogo con el cristiano, con el católico que vive en medio de este siglo.
ENS: ¿Qué significa para usted participar por primera vez en cónclave?
RS: Me siento como medio aplastado por la responsabilidad.
Para mí ha sido con un llamamiento a un entrar en estado permanente en oración, pidiéndole al Señor que me ilumine, que me muestre el camino, que se me las luces necesarias para que yo pueda siempre tratar de discernir qué es lo que él quiere en unión con los demás cardenales. Es una experiencia espiritual muy profunda en primer lugar.
Paz
ENS: ¿Cómo ve usted el proceso de paz con las Farc?
RS: Yo soy optimista, en el sentido de que estoy convencido de que tanto el Gobierno como las Farc han llegado al convencimiento profundo que la guerra hay que terminarla, de que no se puede seguir indefinidamente en un conflicto absurdo en un conflicto que le hace daño al país, que es un conflicto que no tiene salida sino la negociada.
Y creo que el Gobierno y las Farc harán todo lo que sea posible para llegar a un acuerdo.
Dios quiera que así sea.
ENS: ¿Puede haber representación de la Iglesia en la mesa de diálogo en La Habana?
RS: Yo pienso que no. Para mi es claro que la mesa de negociación es entre el Gobierno y las Farc, por lo tanto que la Iglesia no tiene por qué estar representada en la mesa de negociación.
Lo que haremos es aclimatar la paz, es decir que por medio de la predicación y llevar a los fieles a una vivencia aclimata la paz.