Desde pequeña granjas hasta tiendas virtuales con servicio a domicilio, en Colombia está creciendo la demanda de productos orgánicos, una tendencia que surgió en 1940 como respuesta a la industrialización de la producción agropecuaria.
Para la directora del programa de zooctenia de la Universidad de La Salle, Ruth Rodríguez, “hay dos circunstancias puntuales en este tema. Por un lado, estamos en un mundo que cada vez demanda una mayor producción de proteína de origen animal, pero que a la vez, debe considerar el impacto de esta industria al medio ambiente”.
Precisamente, la profesional destaca que Colombia tiene grandes ventajas en relación a otros países para pensar en una producción animal orgánica en atención a la extensión de tierras disponibles, especialmente para producir leche y carne orgánica, este tipo de producciones demanda programas sanitarios, casi personalizados, al igual que esfuerzos a largo plazo (3 años previo tratamiento del suelo).
Aunque hace unos años el tema parecía importar a unos pocos, hoy en día es una tendencia mundial basada en un conjunto de procedimientos denominados ‘orgánicos’ que evitan el uso de productos sintéticos, como pesticidas, herbicidas y fertilizantes artificiales. El auge es tal que actualmente en Japón, Canadá o la Unión Europea es una industria fuertemente regulada que requiere certificaciones especiales para poder comercializar dichos productos, garantizando al consumidor la veracidad de lo que dicen las etiquetas.