Rusiagate en EU: mucho ruido pero…. | El Nuevo Siglo
Foto Agence France Press
Lunes, 10 de Julio de 2017
Pablo Uribe Ruan
Luego de la reunión en Alemania, se conocieron nuevos detalles sobre los vínculos del hijo de Trump con Moscú, pero el Presidente ha reiterado que intenta formalizar una alianza de ciberseguridad con Putin, quien filtró las elecciones. ¿Por qué lo hace?

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Es rara la semana en que no haya una noticia sobre las presuntas relaciones entre Rusia y la campaña de Donald Trump. Pero cada vez, en medio de especulaciones, pruebas y reuniones, como la del G-20 en Hamburgo, la supuesta incursión de Moscú en las elecciones de 2016 se vuelve más confusa, por intención o por omisión de los supuestos implicados.  

Al regreso de la cumbre del G-20, en Hamburgo, Trump dijo en Twitter “es hora de avanzar en el trabajo constructivo con Rusia”, tras una reunión con Putin, al que calificó de “gran persona”. Pese a la frialdad del encuentro, con pocas señales de una relativa amistad, el secretario de Estados, Rex Tillerson, explicó que hubo “una química positiva muy clara” entre los mandatarios.

La reunión fue, como la Casa Blanca y el Kremlin anunciaron, sobre los retos de la ciberseguridad, la nueva forma de lucha de unas potencias contra otras. “Acordaron explorar la creación de un marco alrededor del cual los dos países puedan trabajar juntos para entender mejor cómo lidiar con estas amenazas cibernéticas”, dijo Tillerson.

El mismo Trump, nuevamente en su Twitter, contó que “discutieron la posibilidad de formar una unidad de seguridad cibernética impenetrable”. Entonces, de acuerdo a esto, ¿Moscú y Washington trabajarían juntos en esto? Al menos, en algo.

 

¿Imposible relación?

Esta serie de anuncios no son, solamente, la protocolización de una supuesta alianza, sino también pueden significar una estrategia  compartirda para  esquivar un tema de interés binacional: los vínculos de Putin con la campaña Trump.

La última semana, previo a su viaje a Hamburgo, Trump insistió en que cualquier país pudo haber interferido en las elecciones de 2016, particularmente, en el Comité Demócrata. “Podría haber sido muy bien Rusia, pero podría haber sido otros países y no voy a ser específico, pero creo que mucha gente interfirió”, dijo y añadió “nadie lo sabe realmente. ”

Luego de cuatro meses como presidente, y cuatro bajo la lupa por su nexos o colisión con Rusia, aún no se puede decir nada, salvo que Trump, hábil o temeroso, puede tener un trato condescendiente con Putin porque al final se benefició, directa o indirectamente, de su intromisión en las elecciones de 2016. 

Esta es, de momento, la lectura más acertada, ante la falta de pruebas convincentes que contradigan sus nexos o  los desvirtúen. Algunos como Matt Yglesias, del portal Vox, escriben que Trump está encubriendo a Rusia, pero otros, más moderados, como Jeet Heer, en The New Republic, son más cercanos a la tesis de la condescendencia benéfica.

 
“Trump, hábil o temeroso, puede tener un trato condescendiente con Putin porque al final se benefició, directa o indirectamente, de su intromisión en las elecciones de 2016”

Lo único cierto, en todo caso, es que la campaña de Trump no fue intervenida y la de Hillary Clinton sí. El propósito de esta intervención es lo que precisamente se está investigando. Pero, de acuerdos algunos medios, como The New York Times y The Washington Post, Trump ha presionado a varios directores de la inteligencia de Estados Unidos –no sólo a James Comey- para que intervengan en la investigación adelantada por el “Rusiagate”.

Ayer se conoció que Donald Jr. Trump se reunió con funcionarios rusos en la Torre Trump, en junio del año pasado, junto a su  cuñado, Jared Kushner, quien según revelaciones de The New York Times, podría ser la conexión entre Washington y el Kremlin.

Estas nuevas revelaciones hacen parte de un entramado que vincula a numerosas personas del círculo más cercano de Trump, tanto familiares y asesores, como los ya conocidos caso de James Mattis y Michael Flynn.

 

Realpolitik, la única vía

Una aparente buena relación entre el Kremlin y la Casa Blanca parece imposible. Así lo certifican los fallidos esfuerzos adelantados por George W. Bush y Barack Obama, quienes buscaron acercarse a Moscú, pero finalmente optaron por distanciarse e imponer sanciones contra Putin y su régimen.

En los mandatos de ambos presidente hubo acercamientos promovidos por Washington que finalmente no quedaron en nada. Al final de la administración Obama Estados Unidos le impuso a Rusia sanciones de tipos comercial, por su reiterado incumplimiento de los Acuerdos de Minsk, que establecen una serie de medidas para enfriar el conflicto entre los separatistas prorrusos y Ucrania.

Es sorprendente, por tanto, la posición de Trump a favor de una alianza que busca compartir políticas a nivel comercial y financiera pero sobre todo, como lo dijeron los presidentes, crear un marco contra los ciberataquetes, cuando no es un secreto que Moscú, un aventajado en el tema, basa parte de su estrategia de inteligencia en el espionaje a sus rivales, como quedó claro en la campaña de 2016.

Trump, de acuerdo a The New Republic, ha intentado levantar las sanciones contra el Kremlin impuestas por Obama y ratificada por el pleno del Senado, que sumó otras medidas este año.  Vale preguntarse, al menos, por qué Trump ha pensado en derogar las contravenciones contra Putin.

¿Será que intenta disuadir a Rusia con una posición más flexible o busca pagar favores? De probarse lo primero, Trump estaría jugando nuevas cartas en el escenario internacional, enviándole un mensaje a Putin de “cordialidad” y de “en mi gobierno la relación con ustedes será distinta”.

Pero esa supuesta amistad, de ser cierta, tiene acérrimos enemigos en Estados Unidos, sobre todo, al interior del Partido Republicano. Varios líderes han dicho que Trump debe asumir posiciones más realistas frente a Moscú, acelerando las medidas en su contra y consolidando alianzas en sus zonas de influencia, como Ucrania, Turquía y Medio Oriente.

En todo caso, la supuesta conexión entre el Kremlin y la campaña Trump 2016 sigue sin resolverse. Como dijo Trump, “nadie sabe realmente” y el testimonio del exdirector del FBI, James Comey, por el momento, tampoco confirma la conexión.

 

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