El ministro de Agricultura, Rubén Darío Lizarralde, está demostrando con sus ejecutorias que es una persona a quien los temas del campo le caben en la cabeza. Se debe tener en cuenta el ambiente tenso en el que le ha tocado desempeñarse, con paros agrarios recurrentes que no benefician a nadie y, por el contrario, generan pérdidas para cultivadores que pierden cosechas, y daño a la economía nacional.
Hay que destacar su actuación en los debates sobre baldíos en el Congreso. El ministro ha dado las explicaciones pertinentes y en lo que le corresponde ha respondido con firmeza y convicción de que ha actuado de manera correcta. Le preocupa la situación del sector primario de la economía, el rural, y propugna porque avance. Es enfático en que los recursos públicos serán orientados a herramientas para ‘mejorar la competitividad, impulsar el PIB agropecuario y las exportaciones’. Él quiere una agricultura competitiva. De la caficultura, prioridad en los cafés especiales. En todo lo que tenga que ver con el sector rural está bien informado y sabe lo que se debe hacer. Sin duda el que más puede hacer por el campo desde la cartera de Agricultura.