Román salva la tarde en la primera de La Santamaría | El Nuevo Siglo
Foto: Rivera
Domingo, 21 de Enero de 2018
Andrés Rivera
Se cortó una oreja por parte del valenciano Román Collado. Ramsés y Escribano, por encima de sus lotes.

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El intenso frío capitalino contagió a los aficionados, cerca de un cuarto de plaza, que acudieron este 21 de enero a la Santamaría. Los toros de Mondoñedo, la mítica y legendaria ganadería colombiana, estuvieron muy bien presentados. Sin embargo, los astados no tuvieron la calidad a la que están acostumbrados los seguidores de este hierro y quedaron en deuda por su comportamiento.

Cuando todo parecía irse en blanco, apareció Román Collado. Si bien el diestro español tuvo la suerte de contar con el mejor lote, este correspondió a la misma. El último toro, el que cerraba una corrida fría, como la tarde, levantó a los tendidos. Motilón, de 451 kg, fue muy distinto en comportamiento a sus hermanos, algunos con peligro y otros con una mansedumbre que es inusual en Mondoñedo. La música acompañó una faena correcta, llena de entrega y con momentos emotivos, especialmente por el toreo en redondo. Después de una efectiva estocada y con la petición mayoritaria del público, el usía concedió el único trofeo de la tarde. 

 

Portento

En su primero, tercero de la corrida, con el que confirmó la alternativa, pudo ligar varias tandas por ambos pitones. Remató la faena con una serie de manoletinas que levantaron los olés y los aplausos, pero un pinchazo le privó de cortar la oreja. Aunque hubo leve petición, el matador fue obligado a dar la vuelta al ruedo. Si bien Román era el más joven de la terna, demostró porqué ya ha abierto la puerta grande de Las Ventas, en Madrid. Tiene hambre de gloria y su temporada colombiana le deja un saldo de puerta grande en Manizales y una oreja de peso en Bogotá.

El otro diestro que confirmaba alternativa era Manuel Escribano. Este torero hace parte de los anales de la historia de la tauromaquia por haber indultado a Cobradiezmos en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Y ese recuerdo estuvo presente en Bogotá: el traje que lució en la Santamaría fue el mismo con el que ligó dicha hazaña en 2016. Sin embargo, esta vez la suerte no estuvo de su lado: en su primero, un hermoso toro llamado Lucitano, de 516 kg, que incluso fue aplaudido al salir al ruedo, se encontró con un animal que se negaba a embestir, peligroso. No hubo materia prima. Lo mejor que dejó esa actuación fue un impresionante par de banderillas al violín.

En el quinto de la tarde, Escribano dejó una faena con entrega, valor, mucho más emotiva que la primera. Recibió con una larga cambiada de rodillas. En banderillas se expuso bastante con un par al quiebre empezando sentado en el estribo. Luego, tandas en redondo y quietud, mucha quietud. Los aceros le impidieron pasear una oreja, pues dejó una estocada atravesada, un pinchazo, hasta que por fin acertó. El público le reconoció su esfuerzo con una fuerte ovación.

La terna la completaba el colombiano Ramsés, un torero que cumple. Y esta vez no fue la excepción. El bogotano mostró entrega en su primero, segundo de la tarde y quizás el peor de la corrida. Por el hecho de intentar sacarle pases al toro, la faena fue eterna. Larga. Excederse en los tiempos llevó al público a caer en ánimo.

Ramsés mostró de qué está hecho con el cuarto astado, ligando bonitas series con la mano derecha, pegándose mucho, demostrando valor. Sin embargo, este animal se apagó muy rápido. El público no conectó del todo con el torero, quien se arrimó, intentó, y dio todo. Quizás por eso la actuación no trascendió a los tendidos, pero sí dejó claro que Ramsés es una prenda de garantía con sus maneras y su valentía.

Arrancó así la temporada taurina 2018 en Bogotá, rodeada de operativos policiales que cubrieron varias cuadras a la redonda y con exhaustivas requisas para garantizar la seguridad de quienes quieren ir a ver toros. El próximo domingo se espera una mayor afluencia de público pues es un cartel de postín: Enrique Ponce, Andrés Roca Rey y Juan de Castilla, con toros de la ganadería de Juan Bernardo Caicedo.