Las relaciones entre Colombia y Venezuela han tenido muchos altibajos en los últimos años, desde crisis políticas y diplomáticas que en su momento se creían insalvables hasta épocas en que los mandatarios de lado y lado se han considerado los “mejores nuevos amigos”. Tanto la Casa de Nariño como el Palacio de Miraflores en los gobiernos de Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro han tratado de mantener una relación tranquila, pese a las marcadas diferencias desde el punto de vista político e ideológico.
Sin embargo, los contrapunteos no han faltado, especialmente en los últimos meses. El cierre nocturno de la frontera del lado venezolano para frenar el contrabando, la masiva deportación de colombianos que vivían en el vecino país, los rezagos del pleito por las deudas de empresarios del vecino país a exportadores del nuestro, los ataques verbales de las autoridades de Caracas a exmandatarios de nuestra nación y los llamados hechos por el gobierno Santos para que se libere a los dirigentes de la oposición al régimen chavista apresados, entre otros asuntos, han generado tensión en la relación binacional, que si bien no ha llegado a los niveles críticos que se registraron en el mandato Uribe, sí evidencian un marcado grado de prevención de lado y lado. Es precisamente en ese difícil escenario en que el nuevo embajador de Colombia ante Venezuela, Ricardo Lozano, empezará a trabajar, luego de posesionarse esta semana ante la canciller María Ángela Holguín.
Lozano había sido designado desde finales de diciembre pasado, en remplazo del exsenador Luis Eladio Pérez Bonilla, quien presentó renuncia al cargo. Venía desempeñándose como embajador en Ecuador, en donde tuvo una gestión reconocida tanto por Bogotá como por Quito. Fue Presidente de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo (Anato), Viceministro del Interior, Agregado Comercial de las embajadas de Colombia en España y Ecuador, y Director del Proexport en los mencionados países. También fue Cónsul de Colombia en Canadá, entre otros cargos. Toda esa experiencia en el sector público, privado y diplomático es seguro que pesó a la hora de que el gobierno Maduro concediera el respectivo beneplácito a su designación.
No será, como se dijo, fácil el reto que asumió Lozano, en especial por el circuito geopolítico vigente. Venezuela es uno de los países facilitadores del proceso de paz entre el gobierno Santos y las Farc en Cuba. País este último que arrancó un inédito proceso de descongelamiento de relaciones con Estados Unidos, precisamente la nación con que Venezuela se encuentra en constante contrapunteo pero que es el principal aliado político y comercial de Colombia.
Dejándole esos temas de alta política y diplomacia a las cancillerías, Lozano debería concentrarse en asuntos urgentes como el nivel de afectación que tiene la crisis económica venezolana en los más de cuatro millones de colombianos que viven en ese país. Igualmente debe darse mayor dinamismo a las agendas ministeriales conjuntas y las misiones bilaterales en asuntos comerciales, migratorios, de seguridad, antidroga y de proyectos binacionales. La situación de la frontera, sobre todo en cuanto al cierre de los pasos terrestres, el control al contrabando, la repercusión de los altibajos cambiarios en la zona, al igual que la agilización de los pagos a los exportadores colombianos y la mayor normalización posible en la balanza comercial, también hacen parte de una agenda compleja para el embajador.