Lunes, 12 de Septiembre de 2011
Como ha hecho en los últimos dos años, Roger Federer estará mirando la final del US Open, por televisión.
Campeón del US Open consecutivamente de 2004 a 2008, Federer ha caído en picada desde que ganó en 2010 el Abierto de Australia, el último de sus 16 títulos de Gran Slam.
Tras caer eliminado el sábado, una vez más en el año, por el serbio Novak Djokovic en semifinales del Abierto neoyorquino, Federer tomó un avión rumbo a la tierra de los canguros para jugar por Suiza contra Australia en partido del Grupo Mundial de Copa Davis.
Será frustrante para el hombre que ostentó el número uno mundial por 237 semanas consecutivas, y 285 en total, ver disputar el título del US Open a las actuales dos primeras raquetas de la ATP, Djokovic y Rafael Nadal, dos hombres que hasta el año pasado le miraban las espaldas.
"Definitivamente, he tenido mejores temporadas", reconoció Federer poco después de caer ante Djokovic, quien le ganado 4 de 5 partidos este año.
Ante esto, muchos comienzan a cuestionar si no ha empezado ya el natural declive de Fededer, que a sus 30 años ostenta el palmarés más rico de toda su generación tenística.
"Es claro y es obvio. Sé que si me mantengo trabajando duro ahora, me recompensará más adelante todos estos traspiés. Mi tenis sigue ahí", apuntó Federer, quien niega vehementemente haber perdido el hambre de triunfos.
Todo indica que el problema de Federer no es de rendimiento deportivo, sino que, por haber llegado tan alto, ya no le queda apenas margen para mejorar lo que ha hecho.
Todo ello le mantiene en el tercer lugar del ránking, distanciado casi 2.000 puntos de Murray (cuarto), por lo que sólo una lesión de larga incidencia le haría perder ese lugar.
Lo único que Roger Federer necesita ahora es encontrar el segundo aire motivacional que descubrieron Sampras y Agassi cuando creían acabadas sus carreras por haber doblado la curva de los 30 años.
AFP