Las tendencias azules van desde los sectores que consideran que el proceso en las toldas rojas está muy lejos de ser concretado, hasta quienes aseguran que el Partido Conservador también debe apuntar a la ‘repesca’ de emigrados.
Un proyecto aún biche: en la colectividad azul hay quienes consideran que el proceso de reunificación roja aún está en etapas muy incipientes y que, parafraseando el refrán popular, del dicho al hecho hay mucho trecho. Según algunos congresistas conservadores la posibilidad de que el liberalismo vuelva a recoger todas las vertientes y dirigentes que nacieron en sus toldas y luego, por distintas circunstancias, emigraron hacia partidos como La U y Cambio Radical, es muy limitada, sobre todo si tienen como principal objetivo ‘repatriar’ a líderes de la talla del hoy presidente Juan Manuel Santos o del ministro del Interior Germán Vargas, pues ambos fueron fundadores de las colectividades mencionadas y por lo mismo para ellos es particularmente muy difícil hacer tránsito ‘automático’ al oficialismo rojo. En ese orden de ideas, se considera que hay mucha diferencia entre ‘reclutar’ una decena o veintena de congresistas, y lograr reenganchar a líderes como Santos o Vargas, y sus respectivos lugartenientes. También hay conservadores que advierten que muchas de las deserciones en las dos últimas décadas en el liberalismo se dieron porque la ‘fila india’ para llegar a la cúpula partidista o a las mismas candidaturas presidenciales es muy larga. Hoy, si bien las tradicionales “casas políticas” (López, Turbay, Samper, Gaviria…) no están dominando el panorama liberal, es claro que en una reunificación habría un choque entre nuevos liderazgos (oficialistas y repatriados) que sería muy difícil de manejar. Y ello sin contar la presión ascendente de los ‘delfines’ presidenciales. En otras palabras, la reunificación liberal, de darse, será compleja y, particularmente, demorada, de allí que no preocupe gravemente a un sector del conservatismo.
2. MÁS QUE IDEOLOGÍA, PRIMA LA MECÁNICA PARTIDISTA: en las filas del Partido Conservador hay dirigentes que opinan que el llamado proceso de reunificación liberal se está sobredimensionando y que, en realidad, lo que se abre paso son unas alianzas de largo plazo entre liberales y Cambio, sobre todo en los cuerpos colegiados como el Congreso, Asambleas departamentales y Concejos municipales. “Aquí no se está hablando de ideología o programas, lo que pasa es que Cambio está dividido entre dos orillas, la de Vargas Lleras y la de los congresistas de provincia muy molestos por la presidencia de (Carlos Fernando) Galán y la revocatoria de avales. Igual pasa en La U, muchos de los parlamentarios que dicen ver con buenos ojos la reunificación con los liberales, son costeños, precisamente el grupo regional que protestó por la paisocracia que dominó el Partido en tiempos de Uribe Vélez y que ahora protestan por la bogotanización de La U…”, precisó un veterano senador conservador, que pidió la reserva de su nombre. Agregó que esas crisis partidistas pueden resolverse en poco tiempo y, entonces, los que amenazaron con irse a las toldas liberales vuelven a alinearse en sus respectivas colectividades. “… Además, no olvide que la votación de los Partidos tradicionales se ha ido marchitando con el paso de los años, mientras que los dirigentes políticos con mayor popularidad y potencial electoral probado son precisamente Santos y (el ex presidente) Uribe, almas y nervios de La U, y ninguno de ellos está pensando en dejarle el Partido al otro, así sea a cambio de volver al liberalismo”.
3. INICIAR TAMBIÉN LA ‘REPESCA’ POLÍTICA: sin embargo hay otros sectores conservadores que argumentan que si el proceso de reunificación liberal arranca en serio en el corto plazo, la colectividad azul debe enfocarse en ‘repatriar’ a los dirigentes que hicieron parte de sus toldas pero luego terminaron en las filas de La U. Los partidarios de este plan de acción afirman que el conservatismo podría recuperar un potencial electoral interesante, sobre todo regional. Se considera que al conservatismo le quedaría más fácil reenganchar a los emigrados que al propio liberalismo, pues en los últimos comicios presidenciales, de Congreso y las propias consultas internas para escoger candidatos a la Casa de Nariño el desempeño de sus huestes supera sustancialmente al de las rojas. Igual se afirma que en el conservatismo hay un margen de acción más amplio que en el liberalismo para que las nuevas figuras políticas y los liderazgos en crecimiento puedan competir de forma más equilibrada y abierta por los puestos de vanguardia en las directivas pero, sobre todo, por las candidaturas a la Jefatura del Estado. Por ejemplo, en el conservatismo no hay en estos momentos “casas políticas” dominantes ni desfinazgos que estén presionando que les abran espacios obligatoriamente. Y por último, se considera en algunos sectores de este Partido que si algo demostraron los ochos años de mandato de Uribe y el discurso continuista con que fue elegido Santos, es que el país se afincó en la centro-derecha y es más partidario de la ideología conservadora que de la liberal.
4. NO HAY MAYOR MARGEN DE ACCIÓN NI DE OPOSICIÓN: una cuarta tendencia dentro del conservatismo es de la idea de que, en realidad, rápido o demorado, no hay mucho que hacer frente al proceso de reunificación liberal, y que la estrategia no depende de los resultados de lo que se haga o no en la orilla de su rival histórico. Lo cierto es que el Partido Conservador urge una reingeniería, pero ésta no se obliga porque el liberalismo piense en tratar de reenganchar a quienes se separaron de sus filas, sino porque la llamada colectividad de Caro y Núñez requiere una modernización en su estructura política y organizativa nacional, regional y local que le permita en 2014 competir con opción de triunfo para llevar a uno de los suyos a la Casa de Nariño. De no lograrlo, el conservatismo apuntaría 16 años sin poder presidencial y podría verse abocado a un proceso de marchitamiento acelerado. Quiérase o no, un análisis objetivo del potencial electoral de las toldas azules evidencia que la mayoría de sus bases siguen ubicadas en las zonas rurales y en rangos de edades adultas. No es un secreto que la estrategia tiene que dirigirse a urbanizar más la ideología conservadora, recuperarla de la apropiación que de ella hizo el uribismo, proyectar nuevos liderazgos nacionales y entusiasmar cada día a más jóvenes electores, pues allí se está concentrando la franja más activa y decisoria en las urnas.