* La derecha de E.U. reacciona
* Proyecciones sin bola de cristal
El pueblo estadounidense sacude la apatía política cuando llegan elecciones de los dos grandes partidos históricos, Republicano y Demócrata, con la fuerza para lanzar poderosos rugidos sobre el destino de la Nación y conmover a todos en tiempos de crisis e incertidumbre, en particular a los indecisos… Hacen tal ruido los partidos que en casi todos los círculos políticos bien informados del globo se analiza y se especula sobre los resultados del reñido caucus del Partido Republicano que se lleva a cabo en Estados Unidos. Los medios de comunicación de esa potencia informan a diario detalles de la competencia por el favor de un partido poderosísimo, en una nación que desde su independencia ha dado muestras de ser un fortín del nativo, singular y arraigado espíritu conservador que los distingue, que no es exclusivo de los republicanos puesto que entre los demócratas se dan por épocas casos de conservadurismo típico, lo mismo que evoluciones como la de Bill Clinton, que se muestra en el poder como un conservador moderado.
La administración Obama hereda la honda división de la población con respecto al papel y su responsabilidad como potencia en el mundo, la forma de proceder con las finanzas públicas, los grandes capitales privados, la bolsa y los especuladores, de disponer de los impuestos, manejar lo social y de devolverle la pujanza a la economía, como del trato a minorías y los emigrantes, en medio de un incierto duelo entre el dólar y el euro. Envuelto el Gobierno en una guerra económica global entre las potencias y la saga de los desafíos petroleros que han llevado a ese país a intervenir militarmente en varias regiones del planeta, so pretexto de defender la democracia, léase “intereses propios” como en el caso reciente de Libia. Pesa negativamente en el ala de su campaña el auge creciente de la pobreza que alcanza en los últimos tres años un alarmante índice histórico con cien millones de seres en la miseria, en un país que sobrepasa 300 millones de habitantes.
Definida temprano la candidatura por la reelección del presidente Barack Obama, todos sus pasos en política tienen que ver con esa ambición. Es un hecho público que contrasta con la hipocresía política de otras latitudes y aquello del gallo tapado a la mexicana. Las luces de los medios que siguen a cada instante al gobernante lo favorecen y destacan a tal punto que pocos son indiferentes a su influjo. Situación que determina que la división de la opinión en tiempos difíciles como los actuales se radicalice, puesto que republicanos y demócratas piensan distinto sobre el manejo del Estado. Lo que ha llamado la atención hasta el momento y que singulariza la campaña interna tory, es que en el Estado de Iowa, de apenas tres millones de habitantes, ganó un moderado, el senador Mitt Romney. Éste, de posturas antagónicas según las circunstancias y muestras de una camaleónica habilidad de cambiar de piel de acuerdo con las exigencias de la política, sacó el primer lugar apenas por 8 votos de diferencia, en riña con Rick Santorum, un radical casi desconocido. Lo que indica que la división política nacional y el fogoso sentimiento republicano no se han expresado aún, en particular por cuanto en New Hampshire también gana Romney, con 39 por ciento de los votos. Lo que muchos olvidan es que él fue gobernador de ese Estado; 39 por ciento para un exgobernador donde las tenía fáciles y competía con políticos foráneos, resulta inferior a lo esperado, así El Mundo de España sostuviese que “ganó por una mayoría aplastante”, lo que es una exageración. En segundo lugar quedó Ron Paul, con 23 por ciento, lejos de los más radicales. Otro aspecto que se menosprecia es que en votos esos dos Estados apenas representan un porcentaje mínimo del electorado nacional, como 1 por ciento, aunque de momento catapulte a los primeros planos al ganador.
No cabe duda, la cita crucial es en Carolina. Este es el lugar escogido por el fogoso expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, para dar la batalla. Eso lo tiene claro Mitt Romney, que acepta el reto y espera dejarlo tendido en la lona. Gingrich simboliza el apego a la ideología de derecha y el viejo recelo contra todo lo que huela a comunismo y terrorismo, es admirador ferviente de Ronald Reagan. En caso de no presentarse una tercería en Carolina, los republicanos escogerían entre un campeón de la derecha y un moderado millonario mormón centrista. Cada sector republicano se moviliza en el entendido de que su candidato pueda derrotar el proyecto de reelección de Obama en un país donde prevalece el poder presidencial y el pragmatismo reeleccionista.