Como un gran mensaje de lo que es humano calificó Francisco el mensaje que un grupo de niños con discapacidad intelectual de la Corporación Transición es Crecer que señalaron “queremos un mundo en el que la vulnerabilidad sea reconocida como esencia de lo humano. Esa que lejos de debilitarnos nos fortalece y dignifica. Un lugar de encuentro común que nos humaniza”.
A su regreso a la Nunciatura Apostólica, tras ofrecer su primera misa campal en el Parque Simón Bolívar, el Santo Padre fue sorprendido con una canción que le fue compuesta, un baile y dos cortas intervenciones: las de los niños de la mencionada Corporación y un grupo de jóvenes que desde que participaron en una Jornada Mundial de la Juventud, hace dos años, decidieron acoger el llamado papal de “armar lío” para ayudar a los más necesitados.
Tres niñas de Transición es Crecer, nerviosas y emocionadas, leyeron pausadamente un mensaje en que expresaban al Papa el agradecimiento por su visita a nuestro país, al igual que le planteaban el mundo que soñaban.
Uno de sus apartes decía “Queremos un mundo inteligente para celebrarnos los unos a los otros como seres humanos, todos diferentes, como manifestación de la vida y su diversidad. Queremos un mundo en el que la vulnerabilidad sea reconocida como esencia de lo humano. Que lejos de debilitarnos nos fortalece y dignifica. Un lugar de encuentro común que nos humaniza”.
“Queremos un mundo compasivo y solidario, capaz de entender el dolor y la necesidad de los demás. Esta noche nos hemos reunido en torno a la dignidad humana, porque es frente a la vejez, la enfermedad y la diversidad que se percibe la esencia de lo humano por eso el valor social que ocupemos será para una sociedad, el reflejo de su grandeza o su fracaso”, fue otro de los párrafos del mensaje que el Santo Padre escuchó atentamente.
Luego de esa breve pero sentida intervención de las tres niñas, otras tres jóvenes intervinieron para comunicarle al Papa que le traían un regalo y un testimonio. El primero, era un CD del grupo musical que conformaron de tiempo atrás y, el segundo, que ese era el resultado de haber acogido el llamado que Francisco hizo en una pasada Jornada Mundial de la Juventud, donde invitó a los asistentes a dejar de ser “jóvenes de sofá” y ponerse los zapatos para salir por el mundo para trabajar de pie y “armar lío” por los más necesitados.
Así dijo la joven, decidieron conformar un grupo musical, componer canciones, transmitir la Palabra de Dios y llevar su mensaje a diversas fundaciones y las personas más necesitadas.
Tras esos dos sentidos actos, en las puertas de la Nunciatura Apostólica, y al grito de “Estos son los jóvenes del Papa” y “Te queremos Papa, te queremos”, Francisco con esa alegría en el rostro que siempre lo acompaña y con el que transmite la imagen de un padre poderoso y comprensivo tomó el micrófono para dirigir unas cortas palabras.
Tras un “buenas tardes” y agradecer por el baile, el canto y por todos los que estaban ahí, sorprendió a los asistentes a este sencillo pero trascendental manifestación de fieles dirigiéndose por el nombre a una de las niñas que leyó el mensaje de Transición es Crecer.
“Lo que nos dijeron es una enseñanza de lo humano. Lina María, ¿quisieras por favor volver a leer donde hablas de vulnerabilidad y de lo humano?.
Lina María quien se conmovió tanto minutos antes cuando Francisco la abrazó y la bendijo, al punto que no pudo contener las lágrimas, tomó un respiro volvió a leer el aparte del mensaje correspondiente.
Y entonces el Papa volvió a señalar “todo esto es un gran mensaje. Un mundo en el que la vulnerabilidad sea considerada como la esencia de lo humano. Porque todos somos vulnerables, aquí adentro, en los sentimientos… tantas cosas que no nos funcionan adentro pero nadie las ve”.
Enseguida agregó “Necesitamos que esa vulnerabilidad sea respetada, acariciada, curada en la medida de lo posible y que de fruto para los demás. Somos vulnerables todos”.
Luego el Santo Padre preguntó a Lina María, ¿Quién es la única persona que no es vulnerable? Y ella respondió: “Dios”.
”Sí, Dios es el único que no es vulnerable, de resto todos los demás somos vulnerables. Algunos se ven, otros no se ven, pero la esencia de lo humano es esa necesidad de ser sostenido por Dios y la tenemos todos. Por eso, no se debe, ni se puede descartar a nadie. Cada uno de nosotros es un tesoro que se ofrece a Dios, para que Dios lo haga crecer a su manera”.
Dicho esto, en medio de aplausos y “Viva Francisco”, el Papa rezó con los presentes un Ave María y finalizó con “los bendiga Dios Todopoderoso, en el nombre del Padre, el Hijo y Espíritu Santo…Y por favor no se olviden de rezar por mí, porque yo soy muy vulnerable”.