La resolución de la ONU para neutralizar las armas químicas en Siria es de muy difícil aplicación, en caso de que se apruebe, y no detendrá el recrudecimiento de la guerra, estimaron expertos este jueves.
El ataque con armas químicas del 21 de agosto en los suburbios de Damasco dejó cientos de muertos y llevó a Estados Unidos a amenazar con un ataque al régimen de Bashar al Asad, al que culpa.
La repuesta podría no darse si el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba una propuesta rusa para poner bajo control el arsenal químico del régimen de Bashar al Asad.
Llevar a cabo esa operación parece difícil en medio de una guerra y, de todos modos, la marcha atrás de Estados Unidos y los países occidentales a la hora de atacar Siria llevará a una intensificación de los combates.
Estas son dos de las conclusiones de los expertos reunidos este jueves en Londres en la presentación del "Informe estratégico 2013", de la organización de debate IISS (Instituto Internacional de Estudios Estratégicos).
"Las acciones militares en defensa de los principios de disuasión son más efectivas si siguen el principio de Macbeth: 'si hay que hacerlo, estaría bien hacerlo rápido'", dijo John Chipman, director general del IISS, aludiendo al aplazamiento de la respuesta de Estados Unidos.
"Aquellos" que veían eliminar el arsenal químico sirio "como la cuestión principal, podrían ver cumplido su objetivo minimalista. Pero que la diplomacia sobre el uso de armas químicas acelere la diplomacia para la resolución de la guerra civil es otro tema diferente", agregó.
Los rebeldes sirios "tienen un sentimiento de abatimiento y abandono, un sentimiento de que la ayuda no llega y de que todo esto beneficia a los radicales", explicó Emile Hokayem, alto analista de seguridad en Medio Oriente del IISS.
"Vamos a ver una lucha intensa en las próximas semanas, con más ferocidad en las facciones rebeldes y un régimen tratando de beneficiarse del sentimiento de abandono" de sus enemigos, prosiguió.
"Los combates se incrementarán masivamente, probablemente se verán más matanzas, sólo porque existe la impresión de que no llegará ayuda exterior y por lo tanto es un 'sálvese quien pueda'", agregó Hokayem.
"Las condiciones para que los grupos de la oposición se sumen a un proceso de paz se han reducido", sentenció.
Mark Fitzpatrick, director del programa de no-proliferación del IISS, recordó que "no se dio nunca una situación en que la comunidad internacional haya intentado reunir, incautar y destruir armas de destrucción masiva durante un conflicto en marcha".
"El mejor ejemplo es Irak", una vez acabada la guerra, "e incluso así llevó meses reunir a los equipos y años para destruir el arsenal. En Libia han pasado años y todavía no se ha destruido todo el gas mostaza", recordó.
"Así que es inmensamente difícil. El Departamento de Defensa de Estados Unidos estima que se necesitarían 75.000 soldados para poner a buen recaudo las armas químicas" en Siria.
Esos soldados, argumentó Hokayem, no podrían ser rusos, los aliados principales de Bashar al Asad.
"Si yo fuera un comandante rebelde, diría: 'tráiganme a los rusos, más objetivos'", afirmó.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, llegó este jueves a Ginebra, para reunirse con su homólogo ruso, Serguei Lavrov, y negociar la proposición.
Estas discusiones, que tendrán lugar el jueves y el viernes y que recuerdan a los grandes momentos de la Guerra Fría, suponen recuperar la vía diplomática en el conflicto en Siria, que dejó en dos años y medio más de 110.000 muertos.
La propuesta tiene el beneplácito de Damasco. Asad anunció este jueves, en una entrevista a una televisión rusa, que pondría su arsenal bajo control internacional.