Hacía décadas que los republicanos no lograban una contundente, pero sobre todo clave victoria en las llamadas elecciones de medio mandato (legislativas), convirtiéndose en mayoría absoluta en el Congreso de EU lo que le permitirá, por tanto, dictar la agenda parlamentaria en los próximos dos años, hasta el fin del mandato de Barack Obama.
Las cifras son más que contundentes. Los republicanos ganaron siete curules más en el Senado (y pueden ser dos más), no menos de otras 14 en la Cámara de Representantes y se hicieron al control de las dos terceras partes de los 50 estados de la Unión, muchos de los cuales no habían visto los colores del "Old Party" en mucho tiempo.
El manejo económico, la política exterior y la reforma a la seguridad social, bautizada como “Obamacare” fueron los exitosos caballitos de batalla electoral de los conservadores, mientras que los demócratas se centraron en endilgar a la oposición el fracaso de la tan prometida reforma migratoria.
Fue la desconfianza hacia la política económica la que inclinó el fiel de la balanza a favor de los republicanos. Pero, paradójicamente, en ese aspecto todos los indicadores muestran una reactivación que aunque lenta es sostenida. Y allí estuvo el error: o bien el presidente Obama no supo explicarla o, simplemente su discurso fue inaudible.
Pese a que el mandatario norteamericano insistió durante la campaña que todos los indicadores económicos estadounidenses son positivos, destacando un crecimiento de 3.5% en el primer trimestre y que el desempleo se situó en 5,9% (el más bajo en seis años), en un sondeo realizado a boca de urna por un consorcio de medios norteamericanos el 70% de los electores señalaron que la situación económica es mala y tan sólo un 1% la calificó de excelente.
Esa fue la prioridad ciudadana a la hora de votar. Otras preocupaciones mayores como la salud, la inmigración ilegal y la política exterior también fueron determinantes. Y, precisamente en esos tres sectores han sido foco de incendio que Obama, en vano ha intentado apagar.
Ello, aunado a la calidad de los candidatos republicanos para ambas Cámaras y a unas campañas que aprendieron de los errores del pasado, llevaron al parte de victoria de hoy.
La histórica debacle demócrata lleva a que el presidente Barack Obama encare los dos últimos años de su segundo mandato con un Congreso controlado por los republicanos, quienes a nivel doméstico le han cuestionado duramente, entre otros, el “Obamacare” así como sus medidas impositivas. En política exterior le critican desde la laxitud frente a Irán y Siria, la ofensiva únicamente aérea contra los yihadistas –una amenaza real y creciente para la seguridad mundial-, la tibia defensa de Israel, su estratégico socio en Medio Oriente, así como la ambigua relación con Rusia.
Así, desde enero, la mayoría republicana entrará a abordar esos temas y serán determinantes para las decisiones que la Casa Blanca quiera adoptar. Hasta ahora Obama pudo operar como quería, ya que si bien los republicanos tenían la mayoría en Cámara, el control del Senado era de los demócratas. Gracias a ellos logró detener proyectos de nuevas sanciones a Irán por su irrenunciable “derecho” de enriquecer uranio, pese a los diálogos con las grandes potencias y su intención de prorrogar los mismos más allá del límite del 24 de este mes.
Pero ahora, con el “sartén” del Congreso por el “mango” republicano la cosa será a otro precio ya que ellos consideran que no se ha presionado suficientemente a Irán para que avance la negociación nuclear.
Trascendió que legisladores de los dos partidos hablan activamente tras bastidores para empezar a actuar una vez que el nuevo Congreso tome sus funciones en enero.
"Si los republicanos controlan el Senado mientras son prolongadas las negociaciones sin resultados concretos, pienso que los republicanos actuarán, de una forma u otra", adelanta el experto Mark Dubowitz, partidario de mayores sanciones y con influencia en el Congreso.
Un texto preparado por el presidente demócrata de la comisión de Asuntos Exteriores, Robert Menendez, y el republicano Mark Kirk podía servir como base, según él: implica la imposición de sanciones "automáticas" contra Irán en una fecha determinada en caso de fracasar las negociaciones, a fin de impedir que Teherán postergue indefinidamente una resolución.
De la misma forma, los conservadores tienen en los primeros puntos de su agenda, plantear reformas a la estrategia del gobierno contra los yihadistas del Estado Islámico en Irak y en Siria, porque la actual la consideran insuficiente y falta de fuerza. Prueba de ello, sería el avance que los extremistas han tenido en esas naciones.
Así retomarán sus cuestionamientos sobre lo que hizo la administración Obama para armar a los rebeldes (generalmente kurdos) y expresarán su escepticismo ante las aseveraciones del gobierno de que fue muy agresivo a la hora de crear una fuerza de oposición creíble contra Asad.
Los legisladores dieron como plazo al ejecutivo estadounidense hasta el 11 de diciembre para presentar una estrategia convincente; es la fecha en la que expira la autorización parlamentaria del plan de entrenamiento de los rebeldes sirios moderados, aprobado en septiembre.
Según Bob Corker, llamado a asumir la presidencia de la comisión de Asuntos Exteriores, "no hay estrategia" en Siria.
Pero éstos serán solo algunos de los temas de la vasta agenda exterior que priorizarán los republicanos, que ya sin trincheras ideológicas marcarán el paso legislativo. A nivel doméstico son otros tantos, pero de antemano, el que asumirá como su jefe, el senador Mitch McConnell, ha señalado que no es probable que se promulguen leyes que derriben las bases de la presidencia de Obama, empezando por el sistema de salud. Pero en otros aspectos si serán claros, como en el tema de reducción de impuestos y generación de empleos.
Tras el viento de cambio que aireó el Congreso de EU, McConnel dijo que no sólo marcharán en otra dirección, sino que con la confianza que depositaron los votantes en su partido, tienen la obligación de trabajar juntos, con los demócratas, en los temas en que puedan estar de acuerdo y que sean en pro de los ciudadanos.
Muchos analistas son escépticos en torno a un trabajo mancomunado de la bancada republicana, tanto en Senado como en Cámara, por la marcada diferencia que hay entre los de centro y el llamado Tea Party. Sin embargo, todos son conscientes de que no pueden ser inferiores a la oportunidad histórica que hoy tienen.
Obama apela a la cooperación
Consciente de que le esperan dos años de difícil gobierno, el presidente Barack Obama, en un mensaje a la Nación se declaró dispuesto a cooperar con sus adversarios republicanos.
"Estoy ansioso por trabajar con el nuevo Congreso para que los dos próximos años sean lo más constructivos posible", dijo en la Casa Blanca luego de reconocer que los republicanos tuvieron "una buena noche" el martes.
A sabiendas de que su política exterior se verá determinada por el nuevo Congreso, Obama anticipó que pedirá formalmente un debate sobre el uso de la fuerza contra el grupo Estado Islámico.
"El mundo tiene que saber que Estados Unidos está unido en este esfuerzo, y los hombres y las mujeres de nuestro ejército merecen nuestro respaldo claro y unido", declaró.
Reconociendo que sus prioridades no tendrían posibilidad de ser aprobadas por el Congreso, Obama afirmó que los dos partidos podrían hallar un acuerdo en el ámbito de la infraestructura y del apoyo a las exportaciones estadounidenses. "Lo más importante que pueda hacer es concretar proyectos y ayudar al Congreso a actuar", dijo.
Frente a otro inquietante tema de política exterior, el diálogo nuclear con Irán, señaló que “prefiero que no haya acuerdo si lo que se llega es a un mal acuerdo”.
Finalmente, ante su bloqueada promesa de campaña, la reforma migratoria, dijo que “no voy a quedarme esperando” y por ello anunció que actuará “mediante decretos antes de que acabe el año”. /EL NUEVO SIGLO