El director general del banco del Vaticano (IOR), Paolo Cipriani, y su adjunto, Massimo Tulli, presentaron su renuncia, que fue aceptada este lunes por el comité de vigilancia de la entidad y la comisión de cardenales, anunció el Vaticano.
Las renuncias fueron presentadas "en el mejor interés de la institución y de la Santa Sede", indicó un comunicado del Vaticano, tres días después de que un prelado que trabajaba en el organismo que gestiona los bienes inmobiliarios de la Santa Sede fuera detenido, acusado de blanqueo de dinero.
Sus funciones serán asumidas interinamente por el presidente del IOR (Instituto para las Obras de Religión), Ernst von Freyberg, precisó la nota.
El funcionamiento del IOR es objeto de una minuciosa investigación interna desde septiembre de 2010.
El papa Benedicto XVI y luego su sucesor Francisco, decidieron poner orden en el IOR, nombrando sucesivamente nuevos responsables e instaurando controles más estrictos en esta institución tristemente célebre en Italia por su implicación en varios escándalos.
El papa Francisco ordenó el pasado 26 de junio crear una comisión especial para que lo informe directamente sobre las actividades del controvertido banco del Vaticano y algunos sectores católicos piden que sea convertido en un banco ético, sin ánimo de lucro y salga del sistema financiero.
El viernes pasado, un prelado del Vaticano, Nunzio Scarano, de 61 años, fue detenido por la policía italiana por estar presuntamente involucrado en operaciones de blanqueo de dinero.
Según la fiscalía de Roma, Scarano, quien trabajaba para la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el organismo que gestiona los bienes inmobiliarios de la Santa Sede, donde era responsable de la contabilidad, tenía un "rol relevante" en las operaciones de lavado de dinero.
El prelado, junto con un miembro de los servicios secretos italianos y un intermediario financiero, intentó introducir ilegalmente en Italia, sin lograrlo, unos 20 millones de euros depositados en un banco suizo procedentes de un fraude fiscal, según la acusación.
A lo largo de los años, diversos escándalos han manchado la reputación del IOR, ya que círculos criminales aprovecharon el anonimato o de testaferros para blanquear sus fondos.
El más importante se produjo en 1982 con la quiebra del Banco Ambrosiano, un escándalo bancario que implicaba a la CIA y a la logia masónica Propaganda 2 (P2).
En 1993, el caso Enimont por sobornos a los partidos políticos italianos, también salpicó al IOR y más recientemente el tribunal de Roma detectó casos de blanqueo de dinero por parte de mafiosos.
El suizo René Brülhart, consejero de la Autoridad de Información Financiera (AIF), que supervisa al IOR, indicó que en 2012 se señalaron seis transacciones sospechosas.
El banco del Vaticano gestiona 19.000 cuentas pertenecientes en su mayoría al clero católico, es decir, unos 7.000 millones de euros, que incluyen tanto a personas de menor rango en la jerarquía vaticana como a obispos, cardenales y diplomáticos acreditados ante la Santa Sede y se ocupa también de las trasferencias de dinero de las congregaciones religiosas.