Daniel Jiménez S.*
CUANDO el primer ministro británico David Cameron fue electo en mayo del 2015 hizo de la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE) un asunto primordial de su Gobierno.
Para ese entonces Cameron consideraba que era necesario replantear las condiciones dentro de las cuales su país estaba en la UE dado que éstas no le eran favorables.
Por ello, en febrero de 2016, tras varios días de negociación en Bruselas, Cameron logró llegar a un acuerdo con la Unión Europea en lo que respecta a los temas de migración, soberanía, competitividad y seguridad comercial para los países no miembros de la eurozona.
Con estas negociaciones, el primer ministro buscaba definir una postura en cuanto a lo que su Gobierno apoyaría para el anunciado referendo del próximo 23 de junio.
Dicho referendo, en el que el pueblo británico tendrá que decidir si quiere que su país siga siendo miembro o no de la Unión Europea, es el centro del debate nacional en estos días.
Ante el aparente éxito que tuvo el primer ministro en las negociaciones, éste, tras prometer en campaña que llevaría a cabo un referendo para determinar cuál sería el rumbo del Reino Unido, decidió apoyar la permanencia de su país en la Unión Europea.
Pero a diferencia de lo que piensa el actual premier británico, el partido al cual pertenece (tory o conservador) se ha caracterizado tradicionalmente por ser escéptico frente a la participación británica en la UE.
Vale la pena recordar que desde tiempos de Margaret Thatcher los conservadores han rechazado cualquier tipo de integración política con los demás miembros de la Unión Europea.
Además, un nuevo partido político en este país conocido como el UKIP, también apoya la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Cameron y todos aquellos que apoyan la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea se basan en la idea de que la continuidad en dicha organización le permitiría al Reino Unido proyectar sus intereses en todo el continente.
El primer ministro dijo que “Si fuera de nuestro interés, y de hecho lo es, mantener a Europa fuerte y segura, ¿Cómo puede ser de nuestro interés no estar en esa mesa y ver esas acciones tomar forma?”
En este sentido, si el Reino Unido encuentra dentro de sus intereses nacionales consolidar tanto sus relaciones políticas, como económicas y sociales con los demás países del continente europeo le sería indispensable seguir siendo miembro de ésta organización.
El problema está entonces en determinar si esa es realmente la forma como se busca interactuar con la UE. Parlamentarios conservadores como Daniel Hannan y John Redwood dicen que permanecer dentro de la Unión Europea no es beneficioso para el Reino Unido, pues otros países tienen la capacidad de imponer leyes, cobrar impuestos y gastarse el dinero del pueblo británico.
Además, critican el hecho de que el primer ministro no logró consolidar acuerdos en cuanto a la movilidad de los ciudadanos dentro de la Unión Europea, la ley de designación de cargos y las contribuciones que debe pagar el Reino Unido a ese colectivo comunitario.
A este escenario se suma la reciente visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama al Reino Unido. Su visita de tres días causo gran polémica dentro de los miembros del parlamento británico, dados los comentarios que el mandatario norteamericano hizo, apoyando la permanencia de este país en la Unión Europea.
No es para menos, pues, en plena campaña política, las declaraciones del presidente Obama caen como un balde de agua fría para aquellos que no están de acuerdo con la permanencia en la UE.
Por ello, estos últimos afirman que los comentarios del presidente Obama en este respecto fueron un completo desacierto; y que la decisión que los británicos tomen no debe dejarse influenciar por lo que éste haya dicho.
Además de Obama han sido muchas las personalidades políticas, tanto nacionales como internacionales, que han expresado el apoyo a Cameron. Entre ellas están el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull y el director de la “Trade Union Congress”, Brendan Barber.
Todo esto demuestra cuán importante es la decisión que va a tomar el pueblo británico el próximo 23 de Junio.
Lo que en este referendo se decida va a marcar el camino que ha de tomar el tercer país más poderoso de Europa durante los próximos años.
Y no solo eso, sino que su permanencia o no en la Unión Europea va a influenciar directamente en el futuro de ésta organización, pues ante la crisis económica de la cual aún no logra recuperarse el continente europeo, con casos tan dramáticos como el de Grecia, el retiro de uno de sus miembros más importantes generaría mayor desconfianza en el futuro no solo de este Viejo Continente, sino de la comunidad internacional.
*Integrante del Núcleo de Análisis Geopolítico de la Facultad de Ciencia Política y RelacionesInternacionales de la Universidad del Rosario.