Rehén y cabecilla de Farc se reconcilian | El Nuevo Siglo
Viernes, 28 de Junio de 2013

"Es posible no solo dejar a un lado el rencor, sino reconciliarse con otra persona", asegura sereno el sargento William Humberto Pérez, que pasó 10 años y cuatro meses de su vida como rehén de la guerrilla colombiana de las FARC.

A su lado lo escucha atento y con cara algo compungida Reinel Alfredo Úsuga, excabecilla de esta guerrilla  que, tras 18 años en la lucha armada, se desmovilizó hace apenas dos meses, arrepentido de sus acciones y con la intención de reintegrarse en la sociedad.

Mientras el gobierno colombiano y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia negocian el proceso de paz en La Habana (Cuba), William y Reinel, dos rostros antagónicos de este conflicto que dura 48 años, escenificaron este viernes su reconciliación en la Casa América de Madrid, donde también acudió el ministro de Defensa del país, Juan Carlos Pinzón, de visita en España.

"Tras cinco años de haber sido rescatado, me casé y voy a tener mi segundo hijo. Esa estabilidad emocional es producto de ese perdón y esa tranquilidad interna", cuenta luciendo su uniforme militar el sargento Pérez, secuestrado en 1998 con 22 años y liberado en la operación Jaque, el 2 de julio de 2008.

Durante ese tiempo, les pusieron cadenas en el cuello, hacían largas caminatas de 20 kilómetros y no había comida: "Hubo momentos durísimos", recuerda el sargento, que al ser liberado pesaba 57 kilos, muy por debajo de su peso ideal, de alrededor de 75.

Un calvario que dejó secuelas, especialmente durante el primer año de libertad: "Cuando uno está en la selva, oír un avión significa un bombardeo. El ruido de los aviones en la noche me desvelaba, escuchaba un ruido muy fuerte y me tiraba al suelo", explica.

Un lustro después, Pérez estudia psicología en la universidad, trabaja en el área de prevención de reclutamiento ilícito de soldados y ayuda a los guerrilleros desmovilizados a reintegrarse en la sociedad.

Aunque de un modo muy diferente, Reinel Alfredo Úsuga también se siente en parte víctima de la guerrilla, en la que fue reclutado con solo 13 años.

"Es una niñez que no la vive todo el mundo (...) Allá son órdenes lo que uno va a cumplir. Si no cumple esas órdenes, va a sufrir castigos drásticos y inhumanos. Mis primeros 10 años fueron años muy duros porque yo me comportaba como el niño que era", recuerda Úsuga, con un impecable traje azul marino.

Arrepentido por haber permanecido en las FARC que, en su opinión, habían dejado de lado su ideología y el trabajo con la población civil, a principios de mayo Úsuga abandonó junto con otros 10 compañeros la guerrilla dispuesto a pedir perdón.

"Cuando uno sale y obtiene la oportunidad de entrevistarse con mucha gente que padeció en carne propia este dolor, se da cuenta de que están en condiciones de olvidar y de perdonar por algún motivo las actitudes de las personas que estuvimos dentro de este grupo", reconoce entre la sorpresa y el agradecimiento.

Pero tras solo dos meses de redención y pese al perdón obtenido por parte de la sociedad, los 18 años de lucha armada siguen pesando en la conciencia de este exmiembro de la guerrilla más antigua de América Latina.

"Uno se imagina el flagelo de un secuestro, las familias que esperaban a esta gente que estuvieron tanto tiempo secuestrados, la angustia y lo que padeció esta gente. Uno se siente culpable", se sincera.

AFP.