Reelección: 78 días para 8 pasos claves | El Nuevo Siglo
Domingo, 8 de Septiembre de 2013

La caída drástica en las encuestas marca una carrera contra el reloj en varios aspectos. El Presidente y su Administración tendrán que dar desde un timonazo en la estrategia comunicativa, hasta buscar la posibilidad de asestar un golpe militar a las Farc, sin importar qué pase en La Habana, en donde, a menos que la guerrilla se decida por un cese al fuego unilateral, no habrá mayores resultados antes de la fecha límite para oficializar si Santos irá por la reelección. La estrategia contra el fallo de La Haya y la filigrana política para curar fisuras en la Unidad Nacional, otros temas fundamentales

 

 

1.    ENCUESTAS DE CONSUMO DIARIO: hace un año la imagen del Gobierno y la del Jefe de Estado estaban por el piso, tras el escándalo por la aprobación de la reforma a la justicia y las maniobras extraordinarias (una inédita objeción presidencial a un acto legislativo) a que se vio obligada la Casa de Nariño para forzar el hundimiento de la polémica iniciativa. Vino, entonces, el sorpresivo lanzamiento del proceso de paz e impulsado por el optimismo nacional poco a poco el Ejecutivo fue recuperando el terreno porcentual que había perdido en las encuestas.

Pero, una vez más, hubo un golpe inesperado: la Corte Internacional de La Haya emitió el fallo sobre el largo pleito con Nicaragua y Colombia perdió no menos de 74 mil kilómetros de mar. Obviamente, hubo un castigo de la opinión pública y de nuevo el gobierno de turno cayó en los sondeos.

El primer semestre de 2013 no fue nada fácil para la Administración, pues el paro cafetero, los altibajos de la negociación en La Habana, algunas crisis sociales puntuales (desencuentros con Venezuela) y una oposición más agresiva fueron desgastando la imagen del Ejecutivo, que aún así siempre mantuvo porcentajes en la franja entre el 45 y 55 por ciento en las distintas encuestas, guarismos considerados como potables, pues el mandato arribaba ya a su tercer año.

Arrancando el segundo semestre el clima social empezó a caldearse y estallaron en agosto los paros agrarios, camionero y de otros sectores, que desembocaron en graves problemas de orden público y una sensación de desgobierno y debilidad en el mando. Consecuencia: la imagen del Jefe de Estado cayó, otra vez, estrepitosamente. Según la encuesta Gallup del jueves pasado, la imagen de Santos quedó en 21% (la más baja desde el mandato Pastrana) y la desaprobación de la gestión llegó a 71%.

¿Qué tan determinante es esta crisis faltando apenas 78 días para que Santos diga si quiere la reelección? No se sabe, las encuestas son volubles, de consumo diario. En el último año el Presidente subió y bajó varias veces. Tras la crisis de la reforma a la justicia, se creyó que no se recuperaría y lo hizo. Igual pasó luego del fallo de La Haya. Y también logró repuntar tras el problema cafetero de comienzos de año.  Bajo esa tesis, apostar a que ahora sí no levantará cabeza, resulta sencillamente arriesgado. Faltan 78 días para el 25 de noviembre y muchas cosas pueden pasar, para bien o mal.

 

2.    LA ESTRATEGIA ANTE LA HAYA:si algo han demostrado las campañas de reelección es que no hay mejor motor político que enarbolar las banderas del nacionalismo. Venezuela, en la era Chávez, siempre lo hacía y, lamentablemente, tomaba a Colombia como blanco predilecto. E igual ha pasado con Nicaragua, en donde Ortega siempre exacerba una ola de patrioterismo cuando se acerca la cita en las urnas.

Obviamente al gobierno Santos no le quedaría bien acudir a los mismos mecanismos del chavismo o del sandinismo, pero sí es claro que antes de noviembre 25 la Casa de Nariño va a poner sobre la mesa la estrategia jurídica que se implementará para tratar de reversar los lesivos efectos del controvertido fallo de la Corte de La Haya sobre las aguas circundantes a San Andrés.

Se habla de una estrategia que tendrá componentes nacionales e internacionales. Las medidas irían desde decretos internos sobre cartografía limítrofe en el mar Caribe, censos poblacionales y un plan de protección a la reserva de biosfera Seaflower, hasta una petición de revisión y aclaración de fallo ante La Haya. Incluso, no se descarta que el país simple y llanamente oficialice a nivel internacional que el fallo es inaplicable por distintas razones y decida obviarlo en un ciento por ciento, pase lo que pase.

Es claro que si el Gobierno logra comunicar ese plan de forma directa y entendible a la opinión pública, y si esta lo valora de forma positiva, entonces podría, aupado en una natural ola de patriotismo colombiano en defensa de las aguas territoriales en el Atlántico, recuperar parte del terreno perdido en las encuestas. Sin embargo, si ocurre lo contrario, es decir si continúa ahondándose en la ciudadanía la  sensación de una presunta pasividad o impotencia gubernamental ante el polémico fallo, la crisis de popularidad del Ejecutivo podría estar tocando pisos aún más bajos que el actual.

En ese orden de ideas, es obvio que el gobierno Santos sabe que en la estrategia que ponga sobre la mesa para defender nuestro mar territorial no sólo se estará jugando la urgencia de frenar la ola expansionista de Nicaragua en el Caribe -incluso ahora Managua quiere ampliar su plataforma continental-, sino un apoyo político y electoral muy importante en la antesala de la fecha límite para oficializar si buscará o no un segundo mandato en la Casa de Nariño.

 

3.    UN GOLPE DURO A FARC:hasta el momento es claro que buena parte de las posibilidades de la causa reeleccionista están atadas a los resultados que entregue el proceso de paz con las Farc. Negarlo sería simplemente ingenuo. Como también lo sería desconocer que en la caída de la imagen presidencial y el aumento de la desfavorabilidad de la gestión gubernamental que reflejó la encuesta Gallup, hubo un coletazo directo de lo ocurrido en las últimas semanas con las Farc, no sólo en La Habana sino también en Colombia.

Es claro que la opinión pública apoya hoy por hoy menos la negociación con la guerrilla por cuenta de los cruentos ataques que las Farc han perpetrado desde el 20 de julio pasado, tanto en Arauca como en Meta. En sólo dos incursiones en el primero de estos departamentos más de 25 uniformados perdieron la vida. A ello debe sumarse que fue el propio Gobierno el que denunció que la guerrilla estaba infiltrando y presionando protestas como las del Catatumbo y algunas de las movilizaciones en el marco del llamado paro agrario nacional.

Tampoco le ha caído nada bien a la opinión nacional que las Farc se estén preparando, una vez más, para montar un show mediático con la liberación de un exmilitar de EU secuestrado en el Guaviare.

A ello debe sumarse la contrariedad que produce entre la mayoría de los colombianos la actitud imponente y desafiante  que los negociadores de la guerrilla han demostrado en sus pronunciamientos en La Habana, en donde no sólo se niegan a reconocer a sus víctimas, desarmarse al final del proceso o a pagar cárcel por sus graves crímenes, sino que exigen todos los días algo diferente e inaceptable para la opinión pública, como la convocatoria de constituyentes, curules en el Congreso, entregarles medios de comunicación…

Frente a todo ello, es claro que el Gobierno, sin importar lo que pase en La Habana, urge asestar a las Farc un golpe militar contundente e inapelable. Sólo así el grueso de la ciudadanía - que es a la vez el electorado- podría volver a concebir a Santos como un Presidente que tiene las riendas del proceso de paz y de la guerra, y que no teme tomar medidas en ambos frentes para aquietar a una guerrilla que aparece más envalentonada y desafiante. El peor de los escenarios para la expectativa de reelección sería que la guerrilla volviera a golpear al Ejército en forma grave.

 

4.    RESULTADOS EN LA HABANA:a hoy el efecto del proceso de paz sobre la expectativa de reelección hay que dividirlo en dos instancias. Una primera, comprende los 78 días que faltan hasta el 25 de noviembre, cuando debe oficializarse si hay campaña para otro mandato de Santos; y la segunda, que iría desde esa fecha hasta el día en que se firme, eventualmente, un acuerdo de paz con las Farc, que podría darse, según los cálculos del Gobierno, a finales de diciembre o en enero. Esperar a febrero tendría el problema que trastocaría todo el cronograma, ya de por sí ajustado, para tramitar la ley estatutaria que viabiliza que el proyectado referendo por la paz se pueda votar el mismo día de los comicios parlamentarios o -como es más posible debido a los tiempos legislativos- en la primera o segunda vueltas de los presidenciales, en mayo o junio. No hay que olvidar que después de esta primera ley habilitante, habrá un segundo proyecto de ley con el temario específico del referendo para que los colombianos respondan Sí o No a los acuerdos puntuales con la guerrilla.

Así, el análisis del impacto del proceso de paz sobre la expectativa reeleccionista debe limitarse a esa primera instancia (es decir hasta el 25 de noviembre). El panorama es bastante complicado para el Gobierno, pues por más que se aceleren las negociaciones en La Habana, no habrá acuerdo definitivo y general antes de esa fecha.

Entramos en la segunda semana de septiembre y todavía no hay acuerdo sobre el difícil segundo punto (relativo a la participación política de la guerrilla desmovilizada) y faltan otros aspectos no menos complejos como narcotráfico, fin del conflicto y reparación a las víctimas. Y no hay que olvidar, que en el primer punto quedaron temas pendientes…

Dado que se negocia bajo la modalidad de que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, y teniendo en cuenta que la opinión pública tiene cada día más reservas sobre si hay verdadera voluntad de paz en la subversión, la posibilidad de que en la Mesa se llegue a un pacto sobre el segundo o incluso el tercer punto antes de noviembre 25 no empujaría en forma definitiva la expectativa reeleccionista.

En ese orden de ideas, la única forma en que el proceso de paz empuje la posibilidad de que Santos tenga más chance de ir por un segundo mandato sería el que la Mesa enviara algunas señales positivas de que la negociación va bien. ¿Cuáles? No se sabe. A menos, claro, que las Farc decidieran ordenar una tregua unilateral, pues allí sí el Gobierno ganaría mucho terreno en su anhelo de continuidad.

 

5.    OTRO TIMONAZO A ESTRATEGIA  COMUNICATIVA:si bien es cierto que en la última encuesta Gallup fue evidente que al Presidente los consultados le pasaron la factura por el impacto de los paros, asonadas y bloqueos en todo el país, así como por la sensación de desgobierno y debilidad en el mando, tampoco se puede ocultar que apenas tres semanas antes -al hacer el corte de cuentas sobre el tercer año de mandato- el balance de gestión que presentó la Casa de Nariño era no sólo muy positivo sino radicalmente opuesto a los resultados del sondeo de la semana pasada, en donde hay desaprobación en casi todos los temas.

¿Por qué? Los analistas que van más allá de los asuntos de superficie política sostienen que es evidente que si el Gobierno se quejó durante sus dos primeros años de que estaba fallando en la comunicación pública de los logros y cumplimiento anticipado de metas, esa falencia persiste en los últimos doce meses, pese a que se cambió de estrategia en la Casa de Nariño. Las pruebas están más que a la vista: tanto en la encuesta Gallup como en otras encuestas las calificaciones de políticas como las de vivienda o empleo -quizá las dos áreas en donde el Gobierno puede mostrar logros más contundentes y objetivos- siempre han sido pesimistas. Igual pasa con otros indicadores como la inflación, en donde los consultados dicen que la labor es deficiente, pero es claro que el Índice de Precios al Consumidor está más que controlado…

Incluso, no deja de ser paradójico que mientras en las orillas de la oposición se insiste en que el Gobierno ha gastado un millonario presupuesto en publicidad oficial, la valoración que la opinión pública hace de las políticas del Ejecutivo sea tan deficiente, e incluso marcadamente pesimista.

Se evidencia, por tanto, que la estrategia de comunicación y publicidad de logros y metas del Gobierno requiere un nuevo y drástico timonazo. Aunque Santos se ha mostrado más cercano a la gente, viaja más a provincia y defiende con más ahínco las ejecutorias de su administración, no mejora la calificación de éstas en las encuestas.

Es obvio que si no se sabe “cobrar” lo bueno y minimizar lo malo, cualquier discurso dirigido a demostrar las ventajas de la continuidad en el poder caerá en terreno infértil. La estrategia comunicativa del Gobierno falló en los tres primeros años y arrancando el cuarto no da visos de mejorar. Así de sencillo.

 

6.    A UNTARSE DE PUEBLO, PUEBLO:verdad o no, hace carrera la tesis de que Santos continúa siendo visto como un Presidente al que no le sale natural el contacto directo con la gente. El uribismo ha enquistado esa imagen en todo el país. Y eso que dentro de la última reforma en la estrategia comunicativa del alto gobierno uno de los cambios más sustanciales se dio en este aspecto. Por ejemplo, entre las fotos con mayor recordación en lo que va de este año está aquella en donde se ve a Santos en pijama leyendo un periódico regional en Valledupar, tras pasar la noche en una de las casas gratis que se entregaron en esa ciudad.

Entre los análisis que se dieron alrededor de las causas profundas del paro agrario uno de los argumentos más reiterados fue que Santos tiene un gobierno muy bogotano, centralizado, con un gabinete “cachaquizado”, de poca representación y contacto regionales y, por ende, que el Gobierno no entiende ni lee bien las necesidades de la provincia. Incluso, hubo observadores que señalaron que prueba de ello era que el Ejecutivo no dimensiona aún el clima de inconformismo en las regiones por cuenta de que la reforma a las regalías, y que esa “bronca” que tenían guardada en muchos departamentos y municipios entró en ebullición y explotó en el marco del paro agrario, pues lo que empezó como una protesta campesina degeneró en asonadas urbanas que no tenían nada que ver con las legítimas reclamaciones de los trabajadores del campo.

¿Cómo mostrarse más cercano al pueblo? Esa es la pregunta del millón. De entrada es claro que en el remezón del gabinete anunciado el jueves pasado hubo una clara intención de tener menos ministros bogotanos y más titulares de cartera de las regiones, y Santos así lo enfatizó.

Pero también en el alto Gobierno hay quienes dicen que la hipótesis de que el Presidente no tiene empatía con la provincia no es cierta, pues en el día a día son miles las manos que aprieta en cada municipio y ciudad a la que va, y no en pocas ocasiones sostiene largas e improvisadas charlas con los habitantes, se entera de sus problemas y ordena medidas muy puntuales y particulares para solucionarlos, muy al estilo del llamado “micro-gobierno” que tanto éxito le dio al Uribe Vélez en sus ocho años de mandato.

Por lo pronto, es claro que a Santos le toca intensificar su contacto no solo con el habitante de provincia, sino con el dirigente regional, aquel que se ha sentido afectado no sólo por la reforma a las regalías y con el menor recibo en un gabinete de enfoque más técnico que político, sino por el estilo más gerencial del Gobierno en general, muy distinto al de su antecesor.

 

7.    FILIGRANA POLÍTICA-ELECTORAL: a 78 días de la fecha límite para oficializar si se postula o no a la reelección, el panorama para Santos no es fácil: 21% por popularidad y 71% que desaprueba su gestión; una coalición de Unidad Nacional que muestra fisuras por los peros conservadores y la previsible salida de los verdes en el corto plazo; un clima social bastante caldeado por crisis complejas y estructurales como la agraria; una economía que se desacelera lentamente, especialmente en el ramo industrial; una oposición uribista y del Polo cuyo nivel de drasticidad sube día tras día; problemas en materia de orden público y seguridad ciudadana; y un proceso de paz que tiene cada día menos margen de acción por cuenta de las actitudes desafiantes de la guerrilla y la desconfianza ciudadana en los frutos de la negociación…

¿Qué debe atacar primero un Presidente que aspira a anunciar en menos de tres meses que buscará un segundo mandato? Todas esas problemáticas son complejas y, por lo tanto, no hay soluciones mágicas ni que muestren resultados en el corto plazo. Quizá la única excepción es lo relativo a la coalición partidista que respalda al Gobierno. Allí sí tiene el Presidente margen de acción y puede maniobrar para tapar las fisuras que se están abriendo. Por lo pronto se ve difícil que pueda mantener en la Unidad Nacional a los Verdes, más aún si éstos concretan la alianza con los Progresistas.

En cuanto a los liberales, éstos se muestran como los más fieles a la causa reeleccionista, aunque poco a poco La U abandona los peros a la Casa de Nariño y reclama su sitial de “partido de gobierno”. Es urgente que Santos mantenga ese status quo de empatía roja pero militancia en La U, pues Uribe está al acecho para sustraerle dirigentes de este último partido. En cuanto a los conservadores, siendo tan grandes ya las diferencias con el expresidente Pastrana, no le queda otra que entenderse con la bancada parlamentaria y la cuota ministerial…

Lo importante es evitar mayores deserciones antes del 25 de noviembre, ya que las que se den después tendrán poco impacto, pues la causa reeleccionista estará con ritmo de competencia. Por el momento, dada la debilidad del Polo y el poco eco de los precandidatos presidenciales uribistas, el mayor enemigo que tiene Santos es el impacto que tenga el lanzamiento de Uribe al Senado y la confección de su respectiva lista.

 

8.    MOSTRAR, MOSTRAR Y MOSTRAR:así como el lema de Uribe en sus dos gobiernos era “trabajar, trabajar y trabajar”, en estos 78 días el de la administración Santos no puede ser uno distinto a “mostrar, mostrar y mostrar”. La exposición mediática del Presidente tiene que aumentar en forma sustancial y, como suele decirse en política regional, tendrá que asomarse en cuanto rincón pueda para cambiar la imagen de que su gobierno es pobre en materia de ejecución.

El programa de las cien mil casas gratis, del cual falta por entregar el grueso de las viviendas, es una vitrina inmejorable. Difícilmente se puede encontrar algún programa que dé más votos que el entregar escrituras a la población más pobre. Igual están los programas de reparación a víctimas y restitución de tierras, que deben ser encabezados lo más posible por el Jefe de Estado. También será clave cómo maneje lo relativo al Pacto Agrario convocado por el Gobierno y que en próximos días sentará a todos los voceros del sector para entregarle al campo un salvavidas presupuestal y normativo de emergencia y a mediano plazo. Allí no puede haber decepción ni dilación, pues se correría el riesgo de que resuciten los paros y el descontento popular.

El gabinete, de otro lado, tendrá que multiplicarse en materia de ejecución e impacto mediático, así ello implique sacrificar visión estructural de mediano plazo y hasta la agenda legislativa.

Tendrá que replantearse lo relativo a la publicidad oficial y evitar lo más posible enredarse en polémicas electorales. El lema es claro “mostrar, mostrar y mostrar”. Es claro, también, que los ministros, en especial los del área política, tendrán que asumir con mayor énfasis su papel de escuderos y guardia pretoriana de la Casa de Nariño.

Si el Gobierno falla en mostrar y comunicar a la opinión pública que hay ejecución al más alto ritmo, podría estar complicando en forma grave la posibilidad de ir por la reelección, pues si algo está claro es que Santos no se arriesgaría a una derrota. De existir un riesgo alto de no ganar en las urnas, lo más posible es que el 25 de noviembre simplemente decline ir por otro mandato y, mejor, comience a pensar en cómo posicionar en el partidor de las candidaturas a su sucesor, en donde el primero en la fila sería el exministro Germán Vargas Lleras.