Las tropas del régimen de Bashar al Asad y los rebeldes se enfrentaron este viernes en combates en los alrededores de los aeropuertos de Alepo (norte), principal objetivo de la guerra en el norte de Siria, donde se multiplican los secuestros por motivos confesionales.
Los grupos rebeldes concentran su acción en los aeropuertos y las bases aéreas, especialmente, en el norte para neutralizar la potencia ofensiva aérea del régimen, su principal herramienta en su guerra contra los rebeldes que están mucho menos equipados.
Los insurgentes avanzaron estos últimos días en el frente de Alepo, controlando el aeropuerto militar de Jarrah y asediando el de Mingh.
Además se apoderaron de la base 80, encargada de la seguridad del aeropuerto de Alepo y del de Nairab. Los combates se saldaron con la muerte de 150 soldados y rebeldes, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
"Los rebeldes tratan de tomar al Nairab y destruir la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional de Alepo, utilizado por las fuerzas del régimen con fines militares", según el OSDH. Por su parte, "el régimen prepara una amplia operación para tomar la base 80".
Este viernes, los insurgentes islamistas tomaron una base aérea de Hasel, al este del aeropuerto de Alepo, y se apoderaron de municiones.
Recrudecimiento de los secuestros
En el noroeste del país, los secuestros se incrementaron con más de 100 civiles raptados el jueves por diferentes grupos armados en la región de Idleb, según el OSDH, que aseguró temer que tuvieran un "carácter confesional".
Grupos pro régimen secuestraron a más de 70 personas procedentes de pueblos sunitas, después de que 40 civiles, sobre todo mujeres y niños, que venían de localidades chiitas fueran raptadas por un grupo armado, según la organización.
La mayoría de los rebeldes que luchan contra el régimen son sunitas, mientras que el clan en el poder y sus partidarios son alauitas, una rama del chiismo.
Este viernes, la violencia dejó 65 muertos, según un balance provisional del OSDH, una ONG basada en Gran Bretaña que se apoya en una amplia red de militantes y médicos sobre el terreno.
Frente a este baño de sangre que ya causó 70.000 muertos en 23 meses, la oposición se negó una vez más a negociar con el presidente sirio, que se aferra al poder a pesar de los repetidos llamamientos para que se marche.
"Bashar al Asad y la junta de seguridad y militar responsable de las decisiones que condujeron al país a la situación actual no forman parte del proceso político ni de ninguna solución en Siria", afirmó la Coalición este viernes.
Mientras Rusia sigue siendo uno de los últimos aliados del régimen al que proporciona armas, los servicios de aduana finlandeses anunciaron este viernes haberse incautado de material militar proveniente de Rusia con destino a Siria, en el puerto de Vuosaari (Helsinki).
Por otro lado, las autoridades sirias denunciaron en un mensaje dirigido a la ONU el papel "destructor de Turquía", país que apoya a los rebeldes en la crisis, acusando a su vecino de albergar a los "terroristas de la red de Al Qaida".
AFP.