Visto estaba, según no pocos senadores ayer en los pasillos del Congreso, que la posibilidad de que el conservatismo continuara con la titularidad de la Procuraduría era muy remota desde el momento mismo en que Fernando Carrillo entró en la puja por la jefatura del Ministerio Público. No solo por su condición de exministro y exembajador de este Gobierno, sino porque sumaba tres condiciones básicas claves para la coyuntura política: la primera, su cercanía con un gobierno de La U y de origen liberal; la segunda, sus nexos con toda la coalición gubernamental (es decir también con Cambio Radical); y la tercera, una trayectoria jurídica y política de largo aliento que supo aprovechar desde el mismo momento en que, tras renunciar a la embajada en España, se había puesto como meta ser ternado para la Fiscalía o la Procuraduría.
¿Qué harán ahora los conservadores?
Esa es la pregunta que ayer se hacían casi todos los senadores y observadores políticos tras la elección de Carrillo. Las hipótesis al respecto eran varias. La primera, partir de la resignada tesis de que haber perdido la Procuraduría fue culpa directa de Alejandro Ordóñez por convertirse en uno de los principales jefes de la oposición al proceso de paz del gobierno Santos en los últimos tres años. “…Nosotros no perdimos hoy, la batalla la tenemos perdida desde hace mucho tiempo por la forma en que Ordóñez politizó su gestión”, dijo ayer un senador conservador a un periodista de EL NUEVO SIGLO. La segunda hipótesis va dirigida a que el Partido Conservador no considera que haya perdido la Procuraduría, ya que apoyó a Carrillo y, en ese orden de ideas, apuestan a que les den la Viceprocuraduría y algunas seccionales de Ministerio Público.
Si margen de acción para rebelarse
La tercera hipótesis va dirigida a que por más inconformes que estén los conservadores, pues la realidad política es que perdieron la titularidad de la Procuraduría tras casi 8 años, aceptan resignados el resultado simplemente porque no tienen margen de acción para ‘rebelarse’ al Gobierno en estos momentos. De un lado, porque estando a menos de 16 meses de elecciones a Congreso y Presidencia, no es redituable política, burocrática y electoralmente buscar algún tipo de retaliación o ‘medirle el aceite’ al Ejecutivo. Y, de otra parte, porque si se le quisiera ‘cobrar’ al Gobierno o a la coalición santista por no ayudar a que la colectividad azul siguiera en la titularidad de la Procuraduría, la oportunidad de oro sería oponerse a la reforma tributaria pero, como se sabe, esta es jalonada por el principal ministro conservador, como lo es Mauricio Cárdenas. Tampoco sería viable retirar en este momento el apoyo al proceso de paz.
Siguen pensando en Vicepresidencia
Y la última hipótesis ayer en los pasillos del Senado era que si bien se perdía la Procuraduría, todavía siguen vivas las posibilidades de que el propio Cárdenas termine siendo el reemplazo de Germán Vargas Lleras en la Vicepresidencia, una vez este renuncie antes de cinco meses para no inhabilitarse frente a su segura aspiración presidencial para el 2018. En ese orden de ideas, para algunos senadores conservadores cambiar la Procuraduría por la Vicepresidencia sería rentable.