Embajada inamovible
Hace un año el entonces gobierno del presidente Juan Manuel Santos dejaba en claro que Colombia mantenía su posición histórica sobre el estatus de Jerusalén. Lo hizo en momentos en que había un nuevo pico de tensión en Medio Oriente por la decisión de Estados Unidos, más específicamente de la administración del presidente Donald Trump, de trasladar la sede de su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, lo que implicaba reconocer de facto que esta era la capital del Estadio judío. Como era apenas obvio, ese traslado generó de inmediato una protesta de Palestina y demás naciones musulmanas. Pese a la alianza geopolítica entre la Cana de Nariño y la Casa Blanca, el gobierno Santos dejó en claro que la Embajada de nuestro país no se movería, una decisión que también tomó la mayoría de la comunidad internacional con muy pocas excepciones. El nuevo gobierno del presidente Iván Duque tampoco ha variado esa postura histórica.
Despedida navideña
Y hablando de temas ocurridos hace un año, se recuerda que el 24 de diciembre de 2017 Santos envió al país su último saludo navideño, en el que comenzó recordando que el año que terminaba dejaba “un regalo inolvidable” haciendo referencia a la visita, en el mes de septiembre, del papa Francisco a Colombia. El entonces saliente mandatario trajo a colación que el mensaje papal se basó en que era hora de “sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias… para desactivar los odios, y renunciar a las venganzas, y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”. Tras hacer un homenaje a la Fuerza Pública, Santos hizo un aporte muy personal a su discurso navideño: “Hace unos días me enteré de que seré abuelo, por primera vez”. Desde que salió del poder, en agosto pasado, una de las fotos más reiteradas del ahora expresidente ha sido, precisamente, consintiendo a su nieta.
¿Y la estructural?
Un exministro de Hacienda le dijo esta semana a un periodista de EL NUEVO SIGLO, que le interrogó sobre cómo veía la reforma tributaria aprobada por el Congreso, que lo más “interesante” no fue lo que finalmente quedó en la llamada “ley de financiamiento”, sino muchas de las propuestas hechas por los distintos partidos en las que –precisó– “…hay ideas que debían compilarse y estudiarse de forma detenida y seria” ya que podrían ser un insumo importante para que Colombia pueda tener una reforma tributaria estructural de verdad. “…Porque reforma, ya sea estructural o solo para tapar hueco fiscal, tendrá que presentarse otra en el transcurso de este gobierno, a menos que haya una bonanza petrolera o de commodities que entreguen unos recursos extraordinarios al fisco, pero no se ve cerca esa posibilidad”, indicó.
Reforma costosa
Y hablando de la “ley de financiamiento”, un parlamentario de la Alianza Verde recordaba esta semana que al presidente Duque este proyecto le salió “caro” por dos circunstancias muy puntuales. La primera, que su apuesta inicial de proponer un IVA del 18% a más productos de la canasta familiar le generó una ‘rebelión’ al interior de su propio partido (el Centro Democrático) y casi toda la bancada oficialista. Y, segundo, que esa propuesta del IVA al final se cayó por la oposición de todo el Congreso pero el costo político lo pagó la Casa de Nariño, ya que vio caer la imagen y favorabilidad presidencial de forma significativa. Agregó que la cuestión pudo ser distinta si el Ministro de Hacienda hubiera sido alguien distinto a Alberto Carrasquilla, cuestionado por el tema de los “bonos agua”.