Las familias de mandos de Farc
No han querido trasladarse a las zonas veredales ni a lugares cercanos a las mismas la mayoría de las familias de los cabecillas de las Farc. Tampoco quieren vivir en las mismas residencias urbanas en donde suelen alojarse algunos de los integrantes de las líneas de mando de esa guerrilla. La razón sería evitar riesgos de atentados o incluso ser identificados como allegados a quienes todavía son considerados como delincuentes por muchos sectores. De otro lado, se dice que en el alto gobierno y el Ministerio de Defensa hay un listado de no menos de veinte jefes de frente, compañía y cuadrilla que definitivamente no llegaron a las zonas veredales para acogerse al proceso de desarme y desmovilización, aunque no todos ellos se habrían ido a integrar las disidencias de las Farc. Al parecer algunos mandos subversivos simple y llanamente quieren pasar al anonimato, estarían escondidos o con nuevas identidades en el exterior, o con enfermedades ya muy avanzadas.
Remezón en estrategia de imagen
Al cerrar el primer semestre de este año con porcentajes muy bajos en materia de popularidad y calificación de gestión, una de las metas más importantes para el Gobierno en el segundo será cómo revertir esa crítica situación. Para ello, según trascendió en algunas instancias del Ejecutivo, se reformularía la estrategia publicitaria en las próximas semanas y el Jefe de Estado se va a concentrar en más correrías a lo largo y ancho del país, dimensionando las inversiones en materia social y de infraestructura. También se instruiría a los ministros y altos funcionarios que se muestren más en los medios de comunicación. En televisión ya se están viendo algunos comerciales al respecto, sobre todo para derrotar el pesimismo imperante. Paradójicamente en el Gobierno se considera que el tema de la paz ha eclipsado otros logros de la gestión y que es hora de darles más vitrina.
Cifras dispares sobre atentados (I)
A las cifras sobre el número de líderes sociales que han sido asesinados este año les está ocurriendo lo mismo que en su momento pasó con las cifras sobre secuestro, en donde entidades públicas y privadas proyectaban estadísticas muy distintas sobre el número de plagios, la naturaleza de la retención (política o económica) o el posible autor. Para evitar esa contradicción sobre la dimensión del secuestro, se unificó la metodología entre entidades como el Ministerio de Defensa y País Libre, a partir de lo cual las diferencias de las cifras ya no eran tan grandes. Algo parecido se está proponiendo ya para el caso de los crímenes de líderes sociales, pues los números sobre la cantidad de víctimas son muy disímiles. El propio procurador Fernando Carrillo dijo días atrás que el “Gobierno nacional habla de 82 muertos entre 2016 y la fecha; la Defensoría del Pueblo de 156, entre enero de 2016 y marzo de 2017; la Marcha Patriótica, de 173, entre enero de 2016 y junio de 2017”.
Cifras dispares sobre atentados (II)
Precisamente el Ministerio Público fue el que propuso establecer una cifra real de esta crítica situación, a través de un comité de análisis y observación para la prevención y protección de los defensores. Ese mandato está contenido en la Directiva que presentó Carrillo y ahora lo que se espera es que tanto el Gobierno como otras entidades y ONG de orden nacional e internacional también le jalen a la idea. Un alto funcionario del Gobierno le dijo semanas atrás a un periodista de EL NUEVO SIGLO que la diferencia de las cifras sobre muertes de líderes sociales se debía a que mientras las autoridades consideran varias hipótesis tras cada asesinato (desde el pasional, problemas de índole personal, caso de delincuencia común o el relacionado con la causa o actividad social o de liderazgo de la víctima), muchas ONG sólo consideran una única y prioritaria hipótesis: asesinato por cuestión de actividad social o de liderazgo.