La renuncia del periodista Hollman Morris a su precandidatura para la Alcaldía de Bogotá dejó en evidencia lo que desde hace varios meses se había advertido tanto en esta Sección como en sendos análisis de EL NUEVO SIGLO: que el petrismo estaba más cerca de no presentar a uno de los suyos para pelear por la sucesión en el Palacio Liévano. Incluso, tras conocer las tres últimas encuestas en donde tanto Morris como la otra precandidata, María Mercedes Maldonado, se encuentran en el sótano de los sondeos, ya había varios altos funcionarios de la Alcaldía que aceptaban, en privado, que no tenían cómo competir contra candidatos tan fuertes como Enrique Peñalosa, Rafael Pardo y Clara López, que tienen como común denominador que ya estuvieron como alcaldes, el primero designado y los dos últimos encargados.
No dejarse contar
Si bien Maldonado mantenía ayer -al cierre de esta edición- su precandidatura, en las toldas del petrismo ya se daba casi por descontado que lo mejor sería no presentar un candidato, pues para el futuro político del hoy mandatario capitalino (de quien se dice buscaría ser aspirante presidencial en 2018) era todo un riesgo político hacerse contar en los comicios de octubre próximo, pues la posibilidad de una muy baja votación es muy alta. De allí que, explicaban algunos dirigentes cercanos a la Alcaldía, el propio Petro había mostrado muy poco entusiasmo en fortalecer o impulsar la campaña por la sucesión, como se notó cuando se produjo la sensible baja de otro de los precandidatos y sin duda el de mayor experiencia política: el exsecretario de Gobierno, Guillermo Alfonso Jaramillo.
¿A la izquierda…?
¿Qué camino tomará ahora el petrismo? Son varios los escenarios que se analizan al respecto. Uno primero se dirige a buscar la posibilidad de una alianza con el resto de sectores de la izquierda, para apoyar la aspiración de López, en contra de candidatos del centro y la centro-derecha como Peñalosa, Pardo y el uribista Francisco Santos. Es claro que la Administración maneja un potencial político y electoral que podría ser decisivo a la hora de inclinar la balanza hacia determinado candidato. Incluso se ha calculado que el petrismo podría mover alrededor de 200.000 votos, producto del arrastre político y burocrático propio de quien está en el poder.
¿…O a la derecha?
Otra hipótesis que se maneja se dirige a que el petrismo se acerque a Pardo, bajo la tesis de que este candidato liberal y de La U han preferido hacer una campaña hacia adelante y no, como sí lo hacen Peñalosa y Santos, teniendo a Petro siempre como referente de crítica, en la típica estrategia del retrovisor. También hay quienes consideran que, al final de cuentas, Petro no se jugará por nadie en los comicios de octubre próximo, ya que no le conviene exponerse políticamente a una derrota, de cara a lo que podría ser su aspiración presidencial en tres años. Y, por último, está la hipótesis que sostiene que, en realidad, al petrismo no le va bien en las encuestas electorales producto del desgaste y gestión accidentada de la administración, y que por ello mismo el problema no es buscar una alianza, sino que ninguno de los otros aspirantes se arriesgaría a un pacto político con esa facción.