¿Estrategia uribista?
En las toldas del liberalismo hay quienes creen que el uribismo está detrás de la polémica interna en torno a si el jefe único de la colectividad, Simón Gaviria, se precipitó al anunciar que ese partido respaldaba la reelección del presidente Santos. La tesis de quienes así piensan parte de la base de que el uribismo también está impulsando voces en La U y el conservatismo para evitar que esas colectividades se enruten hacia una posible aclamación de la eventual candidatura reeleccionista del Jefe de Estado, dejando de lado la posibilidad de lanzar un aspirante propio o de abortar un mecanismo de consulta interna en las urnas.
Lupa a encuestas
En la Casa de Nariño se han realizado todos los análisis posibles sobre los resultados de las últimas encuestas. Eso no es ninguna novedad, como tampoco la conclusión de que el uribismo está detrás del -según se considera en la sede presidencial- sobredimensionamiento de los aspectos negativos y la minimización de los positivos. Lo que no se conocía es que dentro de las hipótesis sobre estrategias a implementar en el Gobierno para reaccionar a esta difícil coyuntura, hay dos tendencias.
Ahora sí
De un lado están los asesores y estrategas que consideran que debe activarse ya una campaña de promoción y publicidad de los logros gubernamentales, con el fin de replicar a quienes sostienen que el Ejecutivo es improductivo. Y esa campaña no sólo estaría en cabeza del presidente Santos sino que todos los ministros y altos funcionarios harían parte de la misma, para lo cual se diseñaría una estrategia que permitiría que el Gobierno se traslade a las regiones todos los días. En otras palabras, que Presidente, ministros y jefes de instituciones de impacto social se distribuyan diariamente por distintos departamentos para mostrar lo que se está haciendo y dar al traste con las intenciones de los sectores de oposición política, los cuales -se afirma- quieren crear un clima de desestabilización y pesimismo.
Ahora no
Sin embargo, en la Casa de Nariño hay quienes consideran que sería un error meterse ahora en el ring que está armando el uribismo, pues al Gobierno no le conviene involucrarse en una desgastante puja diaria con las toldas del expresidente, más aún sin tener por fuera del Ejecutivo a un peso pesado que, sin las amarras que impone ser un funcionario público, pueda replicar con efectividad, e incluso drasticidad, los ataques del exmandatario y compañía.