El miércoles los candidatos a la Alcaldía de Bogotá pasarán literalmente al tablero, porque serán retados a demostrar sus habilidades para formular propuestas que impacten en el público universitario.
“Aquí no se trata de adaptar el mismo discurso político de siempre. Veremos cómo los candidatos consiguen mover a los jóvenes electores y a los próximos dueños de Bogotá en el futuro”, afirmó Jurgen Chiari, rector del Politécnico Grancolombiano, institución universitaria donde se hará el debate a partir de las 9 de la mañana.
Los examinados por los universitarios, que decidirán si se “rajan”, “pasan raspando” o “pasan sobrados”, serán Enrique Peñalosa, Clara López, Francisco Santos, Rafael Pardo y Carlos Vicente de Roux.
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Reconocimiento a mujeres jóvenes
Entre 181 nominadas, entre los 16 y los 25 años, la Alcaldía de Medellín reconoció el talento de siete mujeres jóvenes.
“En ese propósito de seguir construyendo una ciudad más equitativa y una ciudad más respetuosa de la vida, sí que es trascendental el aporte de la mujer, sí que ha sido trascendental el aporte de la mujer”, destacó el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, al resaltar el liderazgo de la mujer en la capital de Antioquia.
Cada una de las jóvenes reconocidas recibirá 5 millones de pesos para desarrollar su iniciativa comunitaria y 5 millones como reconocimiento individual.
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Otra política antidroga
Pensando en el posconflicto, es necesario plantear ampliamente el tema de las drogas ilícitas y ver qué tratamiento dará el Gobierno al respecto, comentó la investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (Iepri) de la Universidad Nacional, Diana Rojas, autora del libro La intervención de Estados Unidos en el conflicto armado colombiano (1998-2012).
Uno de los puntos más importantes que según la profesora Rojas debe ser abordado son las relaciones bilaterales entre Colombia y Estados Unidos, pues hasta ahora la política antidroga ha sido infructuosa en la medida que ha invertido mucho y obtenido “magros resultados”.
Se hace necesario entonces, un “cambio de paradigma” que, de facto, debería estar inclinado hacia la dinámica del posconflicto. En 2012, desde la OEA se dieron algunos pasos al respecto, pues se planteó “la necesidad de diseñar una estrategia integral que implique un viraje hacía la descriminalización y le dé al asunto de las drogas ilícitas la connotación de problema de salud pública”, explicó Rojas en su libro.