Reconciliar a herederos políticos, reto de Fujimori | El Nuevo Siglo
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Sábado, 6 de Enero de 2018
Redacción internacional con AFP
Su hija Keiko lidera el partido fujimorista, pero su hijo Kenji es la cabeza de un sector más pragmático que ha buscado entendimiento con el gobierno.

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La reconciliación entre sus hijos y herederos políticos, Keiko y Kenji, asoma como la primera tarea que debe emprender el exmandatario peruano Alberto Fujimori, tras recuperar su libertad (y salir del hospital)  gracias a un controvertido indulto concedido por el presidente Pedro Pablo Kuczynski.

El futuro del partido fujimorista Fuerza Popular (derecha populista), principal fuerza política de Perú, se halla en manos del patriarca del clan, de 79 años, quien en septiembre dijo -aún desde prisión- que deseaba morir con la tranquilidad de ver unidos a sus hijos, que han mostrado grandes desacuerdos.

"Se reunirá con los hijos enfrentados, él dijo que quería amistarlos. Ahora lo que ocurrirá es una suerte de intento del padre de componer los líos de familia", dijo a la AFP el analista político Fernando Tuesta al describir lo que estima serán los pasos iniciales del exgobernante.

Keiko, de 41 años y dos veces candidata presidencial, lidera el partido y el ala dura del fujimorismo. En tanto que Kenji, de 37 años y el legislador más votado de Perú, encabeza el sector pragmático, que ha buscado un entendimiento con Kuckynski y fue aparentemente el negociador del indulto.

Existe consenso en que Alberto Fujimori, hijo de japoneses y matemático de formación, está ante dos escenarios: reconciliación familiar o ruptura entre los hermanos, con el consecuente debilitamiento del partido. La herencia no es de poca monta: el fujimorismo representa más de un tercio del electorado.

"Si Keiko no acepta los reclamos de su hermano, como depurar a los dirigentes y congresistas que lo criticaron a él y su padre, la posibilidad de una ruptura es alta", enfatiza Tuesta.

 En el nombre del padre

Las diferencias entre los hermanos fueron notorias desde el inicio del gobierno de Kuczynski, en julio de 2016. Kenji asumió una posición rebelde respecto a la cúpula del partido que él ayudó a fundar en 2010 con su hermana, bajo el alero del padre preso. 

El enfrentamiento alcanzó su punto más alto cuando se hizo evidente la estrategia de Kenji de cooperar con Kuczynski para impulsar el indulto a su padre. Ello le valió una sanción disciplinaria del partido, que aplicó a pie juntillas la estrategia de Keiko de priorizar la vía judicial para liberar al padre, una fórmula inviable que buscaba fortalecer el liderazgo de Keiko y aislar a Kenji.

En esta suerte de telenovela familiar de resonancias políticas, Kenji ha contado desde hace meses con el apoyo del padre y con el de la guardia vieja del fujimorismo, postergada por Keiko.

En los últimos diez días los dos hermanos han visitado por separado a su padre en la Clínica Centenario Peruano Japonesa. Ambos no aparecen juntos desde hace más de un año. Los otros dos hijos de Fujimori, Hiro y Sachi, están apartados de la política. 

"Es un problema el clan: dos hijos en política al mismo tiempo puede ser una ventaja. Pero, ¿cuál es el bueno y cuál el malo? En cierto modo, es una debilidad", señala el analista político Mirko Lauer.

Fujimori está hospitalizado desde el 23 de diciembre debido a una hipotensión y una arritmia cardíaca, según su médico personal, Alejandro Aguinaga.

Kuczynski lo indultó al día siguiente por razones "humanitarias", entre rumores de un acuerdo político con Kenji a cambio de hacer fracasar la moción de destitución del presidente, que apoyaba Keiko y que el Congreso peruano votó el 21 de diciembre.

Diez legisladores fujimoristas, encabezados por Kenji, se abstuvieron impidiendo que se lograran los votos para destituir a Kuczynski, lo que parecía seguro, debido a la mayoría de Fuerza Popular en el Congreso (71 escaños de un total de 130).

En política no hay cadáveres

Hace unos años, la prisión de Fujimori parecía ser la última etapa política de esta familia que ha marcado a fuego la política peruana desde 1990. Pero Keiko y su hermano menor Kenji incursionaron en la escena, alentados por el padre, para redimir el honor de la familia y reivindicar al patriarca.

Fujimori estuvo preso 12 años como parte de una condena de 25 años por corrupción y crímenes contra la humanidad perpetrados durante sus diez polémicos años de gobierno (1990-2000). Fue sentenciado por las matanzas perpetradas por escuadrones de la muerte militares en 1991 y 1992 en la zona limeña de Barrios Altos y en la universidad La Cantuta, que dejaron 25 muertos en total, incluido un niño.

Los peruanos critican además a Fujimori por la corrupción, pero muchos también le agradecen haber acabado con las guerrillas y haber modernizado la economía.

"El futuro del fujimorismo depende, qué casualidad, de su reconciliación", ironizó la politóloga María Alejandra Campos en una columna en El Comercio, diario de referencia en Perú.

Y los sondeos muestran que, por vez primera, Kenji es más popular que Keiko (33% versus 29%).

Por lo pronto, el exgobernante de 79 años abandonó la Clínica Centenario Peruano Japonesa el jueves en la noche acompañado por su hijo menor Keiko y  artífice de su liberación. Fujimori salió en silla de ruedas  levantando su mano derecha para saludar a algunos partidarios congregados frente a la clínica, y se marchó en un vehículo todoterreno negro que lo llevó al condominio privado en La Molina, un acomodado distrito del este de la capital, su nueva vivienda.