Por Catherine Nieto Morantes
Periodista EL NUEVO SIGLO
CRÓNICA. Es la 1:30 p. m., y a las afueras de un reconocido almacén de cadena ubicado en el centro de Bogotá, una interminable fila de un poco más de 2 cuadras llama la atención de los transeúntes. No se trata de la temporada de promociones de aquel lugar, ni del lanzamiento al mercado de algún producto novedoso, ni mucho menos la firma de autógrafos de alguna personalidad, pues lo particular de esta multitud es que son personas de la tercera edad.
Don José Joaquín tiene 65 años y su estatura no supera los 1, 60 metros. Trata de recostarse en la pared para encontrar un descanso confortable a su espalda, sosteniéndose además por un bastón, el cual usa por causa de una artrosis que sufrió hace 3 años y la que le impide caminar de manera plena. La razón por la que este abuelo integra aquella fila se debe a que viene a recoger los $120 mil de subsidio que le otorga el Distrito, afán que los 25 de cada mes debe cumplir personalmente.
Aquel día don José Joaquín llegó a las 9:00 a. m., proveniente desde el barrio Belén, a la expectativa de recibir el efectivo que le alcanza “para hacer un poquito de mercado”, pues aunque tan sólo vive con su esposa, esta ayuda que recibe desde hace 2 años es sufrida por este tipo de plantones que debe realizar mensualmente, ya que según indica, en los cajeros electrónicos le descuentan un costo por el uso de la tarjeta y por ello prefiere acudir allí para recibir el efectivo completo.
Sobre ¿qué le gustaría que se mejorara?, el hombre no titubea y responde: “Yo soy agradecido con ellos, eso no se niega, pero cuando estaba Petro hacían reuniones, decían que en un 30% se iba a aumentar la ayudita. Nunca le subieron y llevo 2 años recibiendo los $120 mil mensual. Es puntual pero cada año le suben a los servicios, al mercado y aunque toca tener paciencia, no alcanza”.
Según datos queEL NUEVO SIGLO consultó con la Secretaría de Integración Social, “actualmente la ciudad cuenta con una cobertura de 81.227 cupos para atender la población mayor que se encuentra en vulnerabilidad socio-económica”, cupo al que pueden acceder las personas que cumplan las siguientes condiciones:
· Tener como mínimo tres años menos de la edad que rija para adquirir el derecho a la pensión de vejez de los afiliados al Sistema General de Pensiones (57 años si es mujer y 60 si es hombre).
· Tener nacionalidad colombiana, habitar en Bogotá Distrito Capital y residir en la localidad donde se solicita el servicio (aplica únicamente para el subsidio tipo C).
· No recibir pensión o subsidio económico y no ser propietario de más de un bien inmueble, salvo que estos sean improductivos.
· Persona mayor que viva sola y sus ingresos mensuales no superen el medio salario mínimo legal mensual vigente – smmlv o que viva con su familia y al dividir el total de los ingresos familiares en el número de integrantes, el resultado no supere medio salario mínimo mensual legal vigente, smmlv, por persona.
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Calmando el antojo
¿Quiere comer helado?, le dice doña Nubia, de 77 años a su hija Gloria, de 60, una vez recibe 2 billetes de $50 mil y uno de $20 mil de manos de la cajera, subsidio que recibe desde hace 6 años. “Habían dicho que en marzo hacían aumento a $150 mil, pero aun nada”. Decían que nos iban a quitar el bono, pero eso sería terrible”, dice la abuelita siendo las 2:40 p. m., hora en que pudo recoger su dinero, ya que según cuenta, llegó desde el barrio Egipto a las 7:30 a. m., para ser de las primeras en la fila, teniendo que ser en ocasiones relevada por su hija, quien vive en Las Cruces para poder sentarse mientras aquella espera por más de 6 horas.
“Los que vienen solos no han almorzado porque mientras hacemos la cola, el celador nos da ficha y entramos de a 5, en ocasiones uno viene y no han pagado, toca volver después”, afirma su hija sobre los inconvenientes que quisieran fueran tenidos en cuenta.
Aunque con el mecanismo que tiene actualmente el Distrito para la entrega del apoyo económico a las personas mayores, cuentan con la tarjeta monedero, ésta permite que las personas mayores puedan retirar el apoyo en cualquiera de los puntos autorizados a nivel Distrital que en promedio son 2.500 puntos entre cajeros Servibanca, Almacenes Olímpica, Éxito, Surtimax, Zapatoca, cajeros Compensar, Vía Baloto; doña Nubia, como muchos de los abuelos que conformaban la interminable fila, prefieren este punto, porque están cansados que en algunos de los otros les digan que “el sistema está caído”.
Al respecto, la Secretaría de Integración Social indicó que “se ha evidenciado que las personas mayores no están haciendo uso de todos los puntos autorizados, por tal razón se viene adelantando una estrategia de sensibilización para socializar todos los puntos autorizados a nivel Distrital y evitar que se presente la situación que usted menciona. Igualmente en articulación con Compensar se viene trabajando en una sensibilización del talento humano que presta los servicios en los puntos autorizados”.
A merced de la intemperie
Siendo casi las 3:30 p. m., las nubes negras reflejan un aguacero a punto de soltarse y la fila nada que se reduce, es más, don José Joaquín, con quien había hablado un par de horas antes, está aún a 7 turnos para poder ingresar, por ello verifiqué el sistema de pago, motivo por el que las filas duran tanto tiempo. El celador entrega 5 fichas, con las cuales el mismo número de abuelitos puede ingresar a una de las 7 cajas registradoras que el almacén tiene, de las que 6 se encuentran en funcionamiento. Pero esta fila no es exclusiva para ellos, ya que allí deben intercalarse entre los mismos clientes que van a comprar los productos del almacén.
Lograr recibir una ficha y entrar a seguir haciendo fila, ya es ganancia para ellos, pues afuera el aguacero no dio tregua. Los abuelos corren debajo del pequeño techo exterior que cubre el almacén para refugiarse, algunos abren sus sombrillas y comparten un estrecho espacio, pero la lavada para muchos fue evidente, pues el celador no les permitió la entrada, la orden era dejar pasar de a 5 “con ficha”.
“Hoy traje el tablerito para vender los aretes, pero no he podido por estar aquí en la fila”, dice doña Magola, una abuela de 72 años mientras suplica bajo la lluvia un mejor trato “ojalá nos ayuden, que nos aumenten y que atiendan varios a la vez, si quiera dos que atiendan este vejestorio sería de mucha ayuda”.
Finalmente, por parte de la Secretaría de Integración Social “en el marco del Plan de Desarrollo se tiene contemplado aportar en la garantía del derecho a la seguridad económica de las personas mayores que se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica”, en la medida que el Plan sea aprobado por las instancia estarían informando si hay luz verde para positivos cambios.