Las dudas que se tenían en torno a qué pasaría con la Selección Colombia una vez se fueran jugadores insignia como Farid Mondragón o Mario Alberto Yepes, por solo citar dos, se han ido despejando paso a paso.
Ahora se tiene la certeza de que no habrá ese bache que ocurrió entre la generación de René Higuita y Carlos Valderrama hasta la de James y Falcao y que puesto por puesto han ido apareciendo jugadores que a pesar de su juventud, ya cuenta con amplia experiencia internacional y no les pesa la responsabilidad de defender la camiseta tricolor.
Los dos partidos de cierre de año, que le permitirán, además a la Selección conservar su tercer lugar en el escalafón de la FIFA, ante Estados Unidos y Eslovenia, permitieron respirar con tranquilidad al técnico Pekerman y a los directivos porque la Selección conservó su estructura y, ante todo, su identidad.
Siempre se dijo que el fútbol colombiano era de toque, floritura, picardía e ingenio y a ese juego horizontal del pasado se agregó verticalidad y profundidad, factores que siguen intactos y a los que el técnico Pekerman le ha ido agregando otros ingredientes que sirvieron para sorprender al mundo con la actuación en Brasil y que siguen notándose en este nuevo ciclo.
Colombia tuvo la ventaja de que logró convencer al estratega argentino que continuara con las riendas de la Selección porque éste ya había hecho un trabajo detenido del material con que podría contar.
No hay que olvidar que realizó ciclos con jugadores sub-20 y que sus asistentes llevan un registro de qué elementos están fuera del país, cuáles encajan en la estructura del combinado nacional y entre los que actúan en el país, igualmente tienen claro con cuáles pueden contar.
En el arco no hay problema porque a Higuita, Córdoba, Calero, Mondragón y Julio los sucedió David Ospina y haciendo fila venía Camilo Vargas, hoy consolidado en Santa Fe y además pasó los exámenes que ha tenido en los últimos compromisos amistosos del seleccionado.
Además ahí están Cuadrado, Castellanos y otros que necesitan partidos pero que tienen las condiciones suficientes como para cubrir a los hoy inamovibles, en caso de ser necesario.
La defensa, que era una de las mayores preocupaciones, sobre todo por la pareja de centrales, donde Yepes, Perea, Valdés, Aquivaldo ya estaban de salida, trajo gratas sorpresas. Hoy Pekerman cuenta con Franco, Murillo, Zapata y Álvarez Balanta, quienes dan tranquilidad, ante todo, por la experiencia con que cuentan a pesar de su juventud.
El partido ante Estados Unidos, el pasado viernes, fue mucho más exigente que el de ayer ante Eslovenia, pero los dos sirvieron para ver los movimientos y de seguro Pekerman sacó conclusiones , valoró el trabajo hecho en esta zona y debió quedar muy tranquilo, como lo está la afición nacional.
A Estados Unidos se le ganó 2-1 y a Eslovenia 1-0, resultados que son alentadores porque se cerró el año como se quería, con broche de oro, sobre todo después de lo hecho en el Mundial de Brasil, pero lo mejor, sin duda, es que la Selección sigue jugando bien y no se resintió por el recambio.
Mucho se habló de que era necesario un recambio generacional y ahí está, Pekerman, con su tradicional paso a paso lo ha ido haciendo y los colombianos seguimos disfrutando de buen fútbol, victorias y se respira un aire no triunfalista, sino de tranquilidad porque hay material para pensar en una buena actuación de cara a la Copa América y en las eliminatorias para Rusia 2018.
En cuanto al partido de ayer, Colombia puso fin a un brillante 2014 con un triunfo ante Eslovenia por 1-0, con gol de Adrián Ramos (minuto 43), en un amistoso disputado en Liubliana y en el que el técnico Pekerman movió fichas y observó nuevos jugadores.
El equipo acaba el año como tercer clasificado en el ranking de la FIFA y quinto en el pasado Mundial, después de nueve victorias, dos empates y dos derrotas (ambas contra Brasil) en los 13 partidos disputados en 2014.
El juego se fue de trámite durante largo rato. No fue un partido de llegadas ni muchas opciones. Quizás el mal estado del campo no ayudó al desarrollo de mejor juego y además, el juego tosco de los balcánicos hizo del partido un juego trabado del que los jugadores se cuidaron para evitar complicaciones, pero Colombia dejó pinceladas de ese fútbol agradable, que encanta, que seduce, llevado de la mano del talento de James Rodríguez.